sábado, 13 de febrero de 2021

10 PRÁCTICAS QUE PUEDEN AYUDAR A TRAER A LA VIRGEN MARÍA A TU VIDA

Quedarse sin vino en las Bodas de Caná no fue un problema de la Santísima Madre María, pero lo convirtió en su preocupación. Al traer a la Virgen a nuestras vidas, ella también llevará nuestros problemas a su Hijo.

Patti Maguire Armstrong, escritora galardonada, madre de 10 hijos y coautora de Amazing Grace Series y otros libros para ayudar a los católicos a vivir su fe en la vida cotidiana, escribió en National Catholic Register las claves para poder tener a la Madre de Cristo aún más cerca de nuestras vidas.

“La Santísima Virgen María brinda simetría divina: A través de ella Dios se acercó a nosotros y nosotros podemos ir a Dios a través de ella. Si bien ‘hay un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús’, ¿cómo puede alguien no entender que el primer milagro que Jesús mostró al mundo responde a las peticiones de su Madre?”, preguntó.

En ese sentido, Armstrong propone 10 prácticas marianas que ayudarán a los católicos a profundizar en su relación con la Virgen: “Recuerda que hagas lo que hagas, habla con Nuestra Madre celestial; ten una relación con ella, y al igual que en Caná, ella se anticipará a tus necesidades e irá a su Hijo para presentárselas ¡Todo por Jesús a través de María!”, agregó.

1. Realizar peregrinaciones marianas

En el mundo existen muchos santuarios marianos donde podemos ir a visitar y rezar a Nuestra Madre Santísima. Cada templo guarda una historia particular y está dedicado a una advocación mariana específica bajo la cual nos podemos acoger y a la que podemos dedicar oraciones y meditaciones específicas para acercarnos más a Jesús a través del corazón de su Madre.

La autora Marge Fenelon hizo una novena de peregrinaciones a nueve santuarios marianos en los Estados Unidos y escribió sobre ello en My Queen, My Mother: A Living Novena. Los lectores pueden conocer indirectamente los santuarios marianos y encontrar oraciones a María.

2. Meditar sobre los siete dolores de María

Se prometieron siete gracias a través de Santa Brígida por la devoción de los Siete Dolores de María que son: la profecía de Simeón, la huida a Egipto, la pérdida del Niño Jesús en el Templo, el encuentro de Jesús y María en el Vía Crucis, la crucifixión de Jesús, la bajada del Cuerpo de Jesús de la Cruz y el entierro de Cristo.

REFLEXIONE SOBRE CADA DOLOR CENTRADO EN CRISTO Y DIGA UN AVE MARÍA POR CADA UNO.

LOS SIETE DOLORES DE LA VIRGEN MARÍA

PRIMER DOLOR:

La profecía de Simeón en la presentación del Niño Jesús

Virgen María: por el dolor que sentiste cuando Simeón te anunció que una espada de dolor atravesaría tu alma, por los sufrimientos de Jesús, y ya en cierto modo te manifestó que tu participación en nuestra redención sería a base de dolor; te acompañamos en este dolor... Y, por los méritos del mismo, haz que seamos dignos hijos tuyos y sepamos imitar tus virtudes.

Dios te salve María, llena eres de gracia, El Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.


SEGUNDO DOLOR: 
La huida a Egipto con Jesús y José

Virgen María: por el dolor que sentiste cuando tuviste que huir precipitadamente tan lejos, pasando grandes penalidades, sobre todo al ser tu Hijo tan pequeño; al poco de nacer, ya era perseguido de muerte el que precisamente había venido a traernos vida eterna; te acompañamos en este dolor... Y, por los méritos del mismo, haz que sepamos huir siempre de las tentaciones del demonio.

Dios te salve María, llena eres de gracia, El Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.


TERCER DOLOR:
La pérdida de Jesús

Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al perder a tu Hijo; tres días buscándolo angustiada; pensarías qué le habría podido ocurrir en una edad en que todavía dependía de tu cuidado y de San José; te acompañamos en este dolor... Y, por los méritos del mismo, haz que los jóvenes no se pierdan por malos caminos.

Dios te salve María, llena eres de gracia, El Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.


CUARTO DOLOR: 
El encuentro de Jesús con la cruz a cuestas camino del calvario

Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver a tu Hijo cargado con la cruz, como cargado con nuestras culpas, llevando el instrumento de su propio suplicio de muerte; Él, que era creador de la vida, aceptó por nosotros sufrir este desprecio tan grande de ser condenado a muerte y precisamente muerte de cruz, después de haber sido azotado como si fuera un malhechor y, siendo verdadero Rey de reyes, coronado de espinas; ni la mejor corona del mundo hubiera sido suficiente para honrarle y ceñírsela en su frente; en cambio, le dieron lo peor del mundo clavándole las espinas en la frente y, aunque le ocasionarían un gran dolor físico, aún mayor sería el dolor espiritual por ser una burla y una humillación tan grande; sufrió y se humilló hasta lo indecible, para levantarnos a nosotros del pecado; te acompañamos en este dolor... Y, por los méritos del mismo, haz que seamos dignos vasallos de tan gran Rey y sepamos ser humildes como Él lo fue.

Dios te salve María, llena eres de gracia, El Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.


QUINTO DOLOR:
La crucifixión y la agonía de Jesús

Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver la crueldad de clavar los clavos en las manos y pies de tu amadísimo Hijo, y luego al verle agonizando en la cruz; para darnos vida a nosotros, llevó su pasión hasta la muerte, y éste era el momento cumbre de su pasión; Tú misma también te sentirías morir de dolor en aquel momento; te acompañamos en este dolor. Y, por los méritos del mismo, no permitas que jamás muramos por el pecado y haz que podamos recibir los frutos de la redención.

Dios te salve María, llena eres de gracia, El Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.


SEXTO DOLOR:
La lanzada y el recibir en brazos a Jesús ya muerto

Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver la lanzada que dieron en el corazón de tu Hijo; sentirías como si la hubieran dado en tu propio corazón; el Corazón Divino, símbolo del gran amor que Jesús tuvo ya no solamente a Ti como Madre, sino también a nosotros por quienes dio la vida; y Tú, que habías tenido en tus brazos a tu Hijo sonriente y lleno de bondad, ahora te lo devolvían muerto, víctima de la maldad de algunos hombres y también víctima de nuestros pecados; te acompañamos en este dolor... Y, por los méritos del mismo, haz que sepamos amar a Jesús como Él nos amó.

Dios te salve María, llena eres de gracia, El Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.


SÉPTIMO DOLOR:
El entierro de Jesús y la soledad de María

Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al enterrar a tu Hijo; El, que era creador, dueño y señor de todo el universo, era enterrado en tierra; llevó su humillación hasta el último momento; y aunque Tú supieras que al tercer día resucitaría, el trance de la muerte era real; te quitaron a Jesús por la muerte más injusta que se haya podido dar en todo el mundo en todos los siglos; siendo la suprema inocencia y la bondad infinita, fue torturado y muerto con la muerte más ignominiosa; tan caro pagó nuestro rescate por nuestros pecados; y Tú, Madre nuestra adoptiva le acompañaste en todos sus sufrimientos: y ahora te quedaste sola, llena de aflicción; te acompañamos en este dolor... Y, por los méritos del mismo, concédenos a cada uno de nosotros la gracia particular que te pedimos… 

Dios te salve María, llena eres de gracia, El Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.

3. SEGUIR LA DEVOCIÓN DE LOS 5 PRIMEROS SÁBADOS

La Virgen le dijo a Sor Lucía, una de las videntes de la Virgen de Fátima, que ofrecerá la posibilidad de no morir en pecado mortal a todos los que cada primer sábado de mes, durante cinco meses seguidos, realicen diversos actos de piedad con la intención de reparar los pecados contra el Inmaculado Corazón de María.

Los actos de piedad que esta devoción propone cada primer sábado de mes son: confesarse (de preferencia ese mismo día o unos días antes), comulgar, rezar el Rosario completo y hacerle compañía a María al menos quince minutos, meditando los misterios del Rosario.

4. REZAR EL ROSARIO DIARIO

En numerosas apariciones marianas, como en Lourdes y Fátima, la Santísima Madre nos pidió que rezáramos el Rosario todos los días, una práctica devocional católica que se centra en la vida de Jesús en unión con su Madre.

Muchos santos y líderes católicos nos enseñan el gran poder y frutos del Santo Rosario y nos animan a rezarlo. Por ejemplo, a través de Santo Domingo, la Santísima Virgen hizo 15 promesas a los que la rezan diariamente, entre ellas, dar su “protección especial y las mayores gracias”.

5. HACER LA CONSAGRACIÓN A MARÍA

Una práctica muy recomendada es hacer la consagración total a Nuestra Santísima Madre a través del método de 33 días de San Luis María Grignion de Montfort.

El Papa Pío XII dijo que la consagración “tiende esencialmente a la unión con Jesús, bajo la guía de María”. Consagrarse completamente a María significa que le confías tu vida y le comprometes el deseo de hacer todo en unión con ella.

Muchos santos y beatos se han consagrado a María gracias a este método como San Pío X, que lo aprobó, y San Juan Pablo II, quien gracias al método encontró la respuesta a sus dudas sobre el temor del culto excesivo a María que podría dejar de lado la supremacía del culto a Cristo.

Como María es nuestra madre, conoce nuestras necesidades mejor que nosotros; y como es Reina del Cielo, tiene acceso inmediato al tesoro infinito de gracias en el Reino de su Divino Hijo.

ORACIÓN DE CONSAGRACIÓN

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¡Oh Santísima e Inmaculada Virgen María, tiernísima Madre nuestra y poderoso Auxilio de los Cristianos! Nosotros nos consagramos enteramente a tu dulce amor y a tu santo servicio. Te consagramos la mente con sus pensamientos, el corazón con sus afectos, el cuerpo con sus sentidos y con todas sus fuerzas, y prometemos obrar siempre para la mayor gloria de Dios y la salvación de las almas.

Tú, pues, ¡oh Virgen incomparable! que fuiste siempre Auxilio del Pueblo Cristiano, continúa, por piedad, siéndolo especialmente en estos días. Humilla a los enemigos de nuestra religión y frustra sus perversas intenciones. Ilumina y fortifica a los obispos y sacerdotes y tenlos siempre unidos y obedientes al Papa, maestro infalible; preserva de la irreligión y del vicio a la incauta juventud; promueve las vocaciones y aumenta el número de los ministros, a fin de que, por medio de ellos, el reino de Jesucristo se conserve entre nosotros y se extienda hasta los últimos confines de la tierra.

Te suplicamos ¡oh dulcísima Madre! que no apartes nunca tu piadosa mirada de la incauta juventud expuesta a tantos peligros, de los pobres pecadores y moribundos y de las almas del Purgatorio: sé para todos ¡oh María! dulce Esperanza, Madre de Misericordia y Puerta del Cielo.

Te suplicamos, gran Madre de Dios, que nos enseñes a imitar tus virtudes, particularmente la angelical modestia, la humildad profunda y la ardiente caridad, a fin de que, por cuanto es posible, con tu presencia, con nuestras palabras y con nuestro ejemplo, representemos, en medio del mundo, a tu Hijo, Jesús, logremos que te conozcan y amen y podamos, llegar a salvar muchas almas.

Haz, ¡oh María Auxiliadora! que todos permanezcamos reunidos bajo tu maternal manto; haz que en las tentaciones te invoquemos con toda confianza; y en fin, el pensamiento de que eres tan buena, tan amable y tan amada, el recuerdo del amor que tienes a tus devotos, nos aliente de tal modo, que salgamos victoriosos contra el enemigo de nuestra alma, en la vida y en la muerte, para que podamos formarte una corona en el Paraíso. Así sea

6. NOVENA MARIANA

Hay muchas novenas que puedes rezar a las distintas advocaciones de la Virgen María que hay en el mundo. Una de ellas, de la que se dice es especialmente poderosa, es la novena a la Virgen Desatanudos, rezada con el Rosario o como oración diaria durante nueve días.

7. MEDALLA MILAGROSA

La Medalla Milagrosa fue entregada a Santa Catalina Laboure, una humilde religiosa vicentina. En una revelación la Virgen le dijo que siempre está ofreciendo gracias y bendiciones “a todos aquellos que me invocan como Madre”, y ofreció su protección y gracias del Cielo a quienes lleven esta medalla con devoción.

8. LLEVAR EL ESCAPULARIO DE LA VIRGEN DEL CARMEN

La Virgen del Carmen entregó un escapulario de color marrón a San Simón Stock, religioso carmelita inglés, cuando estaba en peligro de muerte. A través del escapulario la Virgen le ofreció protección divina “del fuego del infierno”.

Del mismo modo, todos los fieles que tras consagrarse a la Santísima Virgen María por la inscripción en la Orden Carmelita, lleven el escapulario, recibirán esta la gracia de no morir en condenación. Quien viste el escapulario debe procurar tener siempre presente a la Santísima Virgen y tratar de copiar sus virtudes, su vida y obrar como Ella, siguiendo su respuesta al ángel: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”.

9. LECTURA ESPIRITUAL

Se recomienda leer sobre las vidas de los santos dedicados a la Santísima Madre, las maravillas del Rosario y otras devociones marianas. La inspiración que sirvió de guía a los autores también ayudará a que el lector profundice su amor por Nuestra Santísima Madre.

10. ORACIONES MARIANAS

Además del “Ave María” está el "Memorare” o “Acuérdate” de Santa Teresa de Calcuta, una oración que la santa rezaba nueve veces y que cosechó poderosos resultados.

“Si alguna vez te sientes angustiado durante el día, llama a la Virgen, solo di esta sencilla oración: María, Madre de Jesús, por favor sé una madre para mí ahora. Debo admitir que esta oración nunca me ha fallado”, dijo la santa.

ACUÉRDATE

Acuérdate, ¡oh piadosísima, Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que 

han acudido a tu protección, implorando tu auxilio haya sido abandonado de Ti.

Animado con esta confianza, a Ti también yo acudo, y me atrevo a implorarte a pesar del peso de mis pecados.

¡Oh Madre del Verbo!, no desatiendas mis súplicas, antes bien acógelas benignamente. Amén

Redacción ACI Prensa

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