Quedarse sin vino en las Bodas de Caná no fue un problema de la Santísima Madre María, pero lo convirtió en su preocupación. Al traer a la Virgen a nuestras vidas, ella también llevará nuestros problemas a su Hijo.
Patti Maguire Armstrong, escritora galardonada, madre de 10 hijos y
coautora de Amazing Grace Series y otros libros para ayudar a los católicos a
vivir su fe en la vida cotidiana, escribió en National
Catholic Register las claves para poder tener a la Madre
de Cristo aún más cerca de nuestras vidas.
“La Santísima Virgen María brinda simetría divina:
A través de ella Dios se acercó a nosotros y nosotros podemos ir a Dios a
través de ella. Si bien ‘hay un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo
Jesús’, ¿cómo puede alguien no entender que el primer milagro que Jesús mostró
al mundo responde a las peticiones de su Madre?”, preguntó.
En ese sentido, Armstrong propone 10 prácticas marianas que ayudarán a
los católicos a profundizar en su relación con la Virgen: “Recuerda que hagas lo que hagas, habla con Nuestra Madre
celestial; ten una relación con ella, y al igual que en Caná, ella se
anticipará a tus necesidades e irá a su Hijo para presentárselas ¡Todo por
Jesús a través de María!”, agregó.
1. Realizar
peregrinaciones marianas
En el mundo existen muchos santuarios marianos donde podemos ir a
visitar y rezar a Nuestra Madre Santísima. Cada templo guarda una historia
particular y está dedicado a una advocación mariana específica bajo la cual nos
podemos acoger y a la que podemos dedicar oraciones y meditaciones específicas
para acercarnos más a Jesús a través del corazón de su Madre.
La autora Marge Fenelon hizo una novena de peregrinaciones a nueve
santuarios marianos en los Estados Unidos y escribió sobre ello en My Queen, My
Mother: A Living Novena. Los lectores pueden conocer indirectamente los
santuarios marianos y encontrar oraciones a María.
2. Meditar
sobre los siete dolores de María
Se prometieron siete gracias a través de Santa Brígida por la devoción
de los Siete Dolores de María que son: la profecía de Simeón, la huida a
Egipto, la pérdida del Niño Jesús en el Templo, el encuentro de Jesús y María
en el Vía Crucis, la crucifixión de Jesús, la bajada del Cuerpo de Jesús de la
Cruz y el entierro de Cristo.
REFLEXIONE SOBRE CADA DOLOR CENTRADO EN CRISTO Y
DIGA UN AVE MARÍA POR CADA UNO.
LOS
SIETE DOLORES DE LA VIRGEN MARÍA
PRIMER DOLOR:
La profecía de Simeón en la presentación del Niño Jesús
Virgen María: por el dolor que sentiste cuando Simeón te anunció que una
espada de dolor atravesaría tu alma, por los sufrimientos de Jesús, y ya en
cierto modo te manifestó que tu participación en nuestra redención sería a base
de dolor; te acompañamos en este dolor... Y, por los méritos del mismo, haz que
seamos dignos hijos tuyos y sepamos imitar tus virtudes.
Dios te salve María, llena eres
de gracia, El Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las
mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María Madre de
Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra
muerte, Amén.
SEGUNDO DOLOR:
La huida a Egipto con Jesús y José
Virgen María: por el dolor que sentiste
cuando tuviste que huir precipitadamente tan lejos, pasando grandes
penalidades, sobre todo al ser tu Hijo tan pequeño; al poco de nacer, ya era
perseguido de muerte el que precisamente había venido a traernos vida eterna; te
acompañamos en este dolor... Y, por los méritos del mismo, haz que sepamos huir
siempre de las tentaciones del demonio.
Dios te salve María, llena eres
de gracia, El Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las
mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María Madre de
Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra
muerte, Amén.
TERCER DOLOR:
La pérdida de Jesús
Virgen María: por las lágrimas que
derramaste y el dolor que sentiste al perder a tu Hijo; tres días buscándolo
angustiada; pensarías qué le habría podido ocurrir en una edad en que todavía
dependía de tu cuidado y de San José; te acompañamos en este dolor... Y, por
los méritos del mismo, haz que los jóvenes no se pierdan por malos caminos.
Dios te salve María, llena eres
de gracia, El Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las
mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María Madre de
Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra
muerte, Amén.
CUARTO DOLOR:
El encuentro de Jesús con la cruz a
cuestas camino del calvario
Virgen María: por las lágrimas que
derramaste y el dolor que sentiste al ver a tu Hijo cargado con la cruz, como
cargado con nuestras culpas, llevando el instrumento de su propio suplicio de
muerte; Él, que era creador de la vida, aceptó por nosotros sufrir este
desprecio tan grande de ser condenado a muerte y precisamente muerte de cruz,
después de haber sido azotado como si fuera un malhechor y, siendo verdadero
Rey de reyes, coronado de espinas; ni la mejor corona del mundo hubiera sido
suficiente para honrarle y ceñírsela en su frente; en cambio, le dieron lo peor
del mundo clavándole las espinas en la frente y, aunque le ocasionarían un gran
dolor físico, aún mayor sería el dolor espiritual por ser una burla y una
humillación tan grande; sufrió y se humilló hasta lo indecible, para
levantarnos a nosotros del pecado; te acompañamos en este dolor... Y, por los
méritos del mismo, haz que seamos dignos vasallos de tan gran Rey y sepamos ser
humildes como Él lo fue.
Dios te salve María, llena eres
de gracia, El Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las
mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María Madre de
Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra
muerte, Amén.
QUINTO DOLOR:
La crucifixión y la agonía de Jesús
Virgen María: por las lágrimas que
derramaste y el dolor que sentiste al ver la crueldad de clavar los clavos en
las manos y pies de tu amadísimo Hijo, y luego al verle agonizando en la cruz;
para darnos vida a nosotros, llevó su pasión hasta la muerte, y éste era el
momento cumbre de su pasión; Tú misma también te sentirías morir de dolor en
aquel momento; te acompañamos en este dolor. Y, por los méritos del mismo, no
permitas que jamás muramos por el pecado y haz que podamos recibir los frutos
de la redención.
Dios te salve María, llena eres
de gracia, El Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las
mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María Madre de
Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra
muerte, Amén.
SEXTO DOLOR:
La lanzada y el recibir en brazos a
Jesús ya muerto
Virgen María: por las lágrimas que
derramaste y el dolor que sentiste al ver la lanzada que dieron en el corazón
de tu Hijo; sentirías como si la hubieran dado en tu propio corazón; el Corazón
Divino, símbolo del gran amor que Jesús tuvo ya no solamente a Ti como Madre,
sino también a nosotros por quienes dio la vida; y Tú, que habías tenido en tus
brazos a tu Hijo sonriente y lleno de bondad, ahora te lo devolvían muerto,
víctima de la maldad de algunos hombres y también víctima de nuestros pecados;
te acompañamos en este dolor... Y, por los méritos del mismo, haz que sepamos
amar a Jesús como Él nos amó.
Dios te salve María, llena eres
de gracia, El Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las
mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María Madre de
Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra
muerte, Amén.
SÉPTIMO DOLOR:
El entierro de Jesús y la soledad de
María
Virgen María: por las lágrimas que
derramaste y el dolor que sentiste al enterrar a tu Hijo; El, que era creador,
dueño y señor de todo el universo, era enterrado en tierra; llevó su
humillación hasta el último momento; y aunque Tú supieras que al tercer día resucitaría,
el trance de la muerte era real; te quitaron a Jesús por la muerte más injusta
que se haya podido dar en todo el mundo en todos los siglos; siendo la suprema
inocencia y la bondad infinita, fue torturado y muerto con la muerte más
ignominiosa; tan caro pagó nuestro rescate por nuestros pecados; y Tú, Madre
nuestra adoptiva le acompañaste en todos sus sufrimientos: y ahora te quedaste
sola, llena de aflicción; te acompañamos en este dolor... Y, por los méritos
del mismo, concédenos a cada uno de nosotros la gracia particular que te
pedimos…
Dios te salve María, llena eres
de gracia, El Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las
mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María Madre de
Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra
muerte, Amén.
3. SEGUIR LA DEVOCIÓN DE LOS 5 PRIMEROS SÁBADOS
La Virgen le dijo a Sor Lucía, una de las videntes de la Virgen de
Fátima, que ofrecerá la posibilidad de no morir en pecado mortal a todos los
que cada primer sábado de mes, durante cinco meses seguidos, realicen diversos
actos de piedad con la intención de reparar los pecados contra el Inmaculado
Corazón de María.
Los actos de piedad que esta devoción propone
cada primer sábado de mes son: confesarse (de preferencia ese mismo día o unos
días antes), comulgar, rezar el Rosario completo y hacerle compañía a María al
menos quince minutos, meditando los misterios del Rosario.
4. REZAR EL
ROSARIO DIARIO
En numerosas apariciones marianas, como en Lourdes y Fátima, la
Santísima Madre nos pidió que rezáramos el Rosario todos los días,
una práctica devocional católica que se centra en la vida de Jesús en unión con
su Madre.
Muchos santos y líderes católicos nos enseñan el gran poder y frutos del
Santo Rosario y nos animan a rezarlo. Por ejemplo, a través de Santo Domingo,
la Santísima Virgen hizo 15 promesas a los que la rezan diariamente, entre
ellas, dar su “protección especial y las mayores
gracias”.
5. HACER LA
CONSAGRACIÓN A MARÍA
Una práctica muy recomendada es hacer la consagración total a Nuestra
Santísima Madre a través del método de 33 días de San Luis María Grignion de
Montfort.
El Papa Pío XII dijo que la consagración “tiende
esencialmente a la unión con Jesús, bajo la guía de María”. Consagrarse
completamente a María significa que le confías tu vida y le comprometes el
deseo de hacer todo en unión con ella.
Muchos santos y beatos se han consagrado a María gracias a este método como San Pío
X, que lo aprobó, y San Juan Pablo II, quien gracias al método
encontró la respuesta a sus dudas sobre el temor del culto excesivo a María que
podría dejar de lado la supremacía del culto a Cristo.
Como María es nuestra madre, conoce nuestras necesidades mejor que
nosotros; y como es Reina del Cielo, tiene acceso inmediato al tesoro infinito
de gracias en el Reino de su Divino Hijo.
ORACIÓN DE CONSAGRACIÓN
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¡Oh Santísima e Inmaculada Virgen María, tiernísima
Madre nuestra y poderoso Auxilio de los Cristianos! Nosotros nos consagramos enteramente a tu dulce amor y a tu santo
servicio. Te consagramos la mente con sus pensamientos, el corazón con sus
afectos, el cuerpo con sus sentidos y con todas sus fuerzas, y prometemos obrar
siempre para la mayor gloria de Dios y la salvación de las almas.
Tú, pues, ¡oh Virgen incomparable! que
fuiste siempre Auxilio del Pueblo Cristiano, continúa, por piedad, siéndolo
especialmente en estos días. Humilla a los enemigos de nuestra religión y
frustra sus perversas intenciones. Ilumina y fortifica a los obispos y
sacerdotes y tenlos siempre unidos y obedientes al Papa, maestro infalible;
preserva de la irreligión y del vicio a la incauta juventud; promueve las
vocaciones y aumenta el número de los ministros, a fin de que, por medio de
ellos, el reino de Jesucristo se conserve entre nosotros y se extienda hasta
los últimos confines de la tierra.
Te suplicamos ¡oh dulcísima Madre! que no
apartes nunca tu piadosa mirada de la incauta juventud expuesta a tantos
peligros, de los pobres pecadores y moribundos y de las almas del Purgatorio: sé para todos ¡oh María! dulce Esperanza, Madre de
Misericordia y Puerta del Cielo.
Te suplicamos, gran Madre de Dios, que nos enseñes a imitar tus
virtudes, particularmente la angelical modestia, la humildad profunda y la
ardiente caridad, a fin de que, por cuanto es posible, con tu presencia, con
nuestras palabras y con nuestro ejemplo, representemos, en medio del mundo, a
tu Hijo, Jesús, logremos que te conozcan y amen y podamos, llegar a salvar
muchas almas.
Haz, ¡oh María Auxiliadora! que todos
permanezcamos reunidos bajo tu maternal manto; haz que en las tentaciones te
invoquemos con toda confianza; y en fin, el pensamiento de que eres tan buena,
tan amable y tan amada, el recuerdo del amor que tienes a tus devotos, nos
aliente de tal modo, que salgamos victoriosos contra el enemigo de nuestra
alma, en la vida y en la muerte, para que podamos formarte una corona en el
Paraíso. Así sea
6. NOVENA MARIANA
Hay muchas novenas que puedes rezar a las distintas advocaciones de la
Virgen María que hay en el mundo. Una de ellas, de la que se dice es
especialmente poderosa, es la novena a la Virgen Desatanudos,
rezada con el Rosario o como oración diaria durante nueve días.
7. MEDALLA MILAGROSA
La Medalla Milagrosa fue entregada a
Santa Catalina Laboure, una humilde religiosa vicentina. En una revelación la
Virgen le dijo que siempre está ofreciendo gracias y bendiciones “a todos aquellos que me invocan como Madre”, y
ofreció su protección y gracias del Cielo a quienes lleven esta medalla con
devoción.
8. LLEVAR EL
ESCAPULARIO DE LA VIRGEN DEL CARMEN
La Virgen del Carmen entregó un escapulario de
color marrón a San Simón Stock, religioso carmelita inglés,
cuando estaba en peligro de muerte. A través del escapulario la Virgen le
ofreció protección divina “del fuego del infierno”.
Del mismo modo, todos los fieles que tras consagrarse a la Santísima
Virgen María por la inscripción en la Orden Carmelita, lleven el escapulario,
recibirán esta la gracia de no morir en condenación. Quien viste el escapulario
debe procurar tener siempre presente a la Santísima Virgen y tratar de copiar
sus virtudes, su vida y obrar como Ella, siguiendo su respuesta al ángel: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu
palabra”.
9. LECTURA ESPIRITUAL
Se recomienda leer sobre las vidas de los santos
dedicados a la Santísima Madre, las maravillas del
Rosario y otras devociones marianas. La inspiración que sirvió de guía a los
autores también ayudará a que el lector profundice su amor por Nuestra
Santísima Madre.
10. ORACIONES MARIANAS
Además del “Ave María” está el "Memorare” o “Acuérdate”
de Santa Teresa de Calcuta, una oración que la santa rezaba
nueve veces y que cosechó poderosos resultados.
“Si alguna vez te sientes angustiado durante el
día, llama a la Virgen, solo di esta sencilla oración: María, Madre de Jesús,
por favor sé una madre para mí ahora. Debo admitir que esta oración nunca me ha
fallado”, dijo la santa.
ACUÉRDATE
Acuérdate, ¡oh piadosísima, Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que
han acudido a tu protección, implorando tu auxilio haya sido abandonado de Ti.
Animado con esta confianza, a Ti también yo acudo, y me atrevo a
implorarte a pesar del peso de mis pecados.
¡Oh Madre del Verbo!, no desatiendas mis súplicas,
antes bien acógelas benignamente. Amén
Redacción ACI Prensa
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