Melchorita era una alma santa, ella era una mujer de la chacra, costeña y tejedora de junco y cañabrava. Muy bondadosa y preocupada por las personas de su entorno. Fue piadosa y cercana a los cultos católicos, guardiana de la iglesia, escuchaba los problemas de la gente, brindaba consejos y esperanza; era catequista.
Fue hermanada a la congregación de san Francisco de Asís. La Melchorita era muy devota del Divino niño. Se cuenta que en su huerta, cada tiempo de Navidad, germinaba una plantita que daba tres hermosas flores fraganciosas. Pasadas las fechas desaparecía la planta hasta el año siguiente; ella era muy feliz con esta señal.
Fue víctima de un cáncer de pecho que se generalizó, estuvo bien atendida por las monjas del hospital San José de Chincha. Pese a que su cuerpo estaba afectado por la enfermedad, ella no se quejaba y recibió muchas visitas en su lecho de hospital, como por un mes, tiempo en que falleció, los primeros días de diciembre, cuando las monjas le habían rezado un rosario en comunidad.
Al cabo de su muerte, una señora declaró que la había encontrado en la calle, que Melchorita le dio un sombrero: el último que he trabajado ya no voy a hacer más; hecho que no era posible pues ella estuvo postrada en cama.
Nació el 6 de enero de 1895, en San Pedro de Grocio Prado, cerca de Chincha, donde transcurrió su vida. Ella vivió 57 años, falleció en 1951, en olor de santidad; se cuenta que en su ataúd se volvió muy hermosa y exudaba olor perfumado. Su proceso de beatificación está detenido pero ella es -sierva de Dios- y santa en el corazón provinciano, pues los años pasan y demuestra ser intercesora de Dios concediendo favores espirituales y materiales a sus devotos.
Hoy día se celebra 125 años de su nacimiento. Como todos los años en su casa muchas cuadrillas de bailarines zapatean y danzan sones afroperuanos, celebrándola.
Melchorita, sierva de Dios, ruega por nosotros.
Oración.
Señor dador de todo bien que ofreciste a nuestro pueblo en tu sierva
Melchora Saravia Tasayco admirables ejemplos de vida cristiana, particularmente
en humildad y caridad; concédeme el favor que te pido…, y la alegría de ver
confirmada su santidad mediante la beatificación. Amén.
Alejandro
Smith Bisso.
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