Apoyemos a los necesitados.
Por: Mónica Muñoz | Fuente: Catholic.net
Creo que falta mucho para que el tema principal
del día sea otro. Estamos pensando que la situación de confinamiento se ha
alargado demasiado y tenemos en mente solo un pensamiento: que se acabe la pandemia y podamos volver a nuestras
actividades. Y es muy válido que tengamos este deseo, a nadie le gusta
estar encerrado y menos en fin de semana, aunque, para estas alturas, todos los
días parecen domingo. Sin embargo, espero que nos hayamos hecho un propósito
muy en serio: cambiar las actitudes negativas en
positivas, desde ahora y para toda la vida.
Y es que este momento histórico es una prueba de
que no estamos preparados para lo inesperado, lo cual llega en el momento más
inoportuno, quizá cuando creemos que nada puede empañar nuestra felicidad,
porque, al más puro estilo de las telenovelas, cuando todo va mejor, de repente
ocurre un evento que nos saca de balance: un
accidente, la pérdida del empleo, una muerte. O quizá, algo no trágico,
pero sí muy impactante: un embarazo, un cambio de
ciudad, un ascenso en el trabajo, en fin, que la vida está llena de sorpresas,
no siempre agradables, es cierto, pero que son parte de ella.
Por ello, debemos estar preparados, aunque,
sinceramente, no tenemos esa costumbre en nuestro país, lo cual no es raro,
porque en nuestra cultura, no creemos que valga la pena angustiarse antes de
tiempo, por eso no compramos seguros de vida o de gastos médicos mayores, los
de automóvil sí porque es indispensable para los coches nuevos y, por lo menos,
uno de daños a terceros en caso de algún percance, sin embargo, no entra en
nuestra mentalidad la prevención. Y qué decir del ahorro, nos hemos hecho a la
idea de que, en lugar de guardar dinero, es preferible adquirir una deuda, que
nos costará el doble o hasta el triple de la cantidad inicial, para poder
liquidarla.
Y todo se convierte en un círculo vicioso que
tiene remedio, únicamente es cuestión de organizarse. Por ejemplo, lo que no es
necesario, no lo compremos, pero, si ya teníamos la intención de hacer el
gasto, separar esa cantidad y ponerla en una alcancía o cuenta de débito, hay
instituciones que facilitan crear una cuenta para fomentar el ahorro. Si
tenemos pensado hacer un viaje, aunque sea corto o a algún lugar cercano,
calculemos el dinero que vamos a necesitar y pongamos por escrito qué
necesitamos hacer para alcanzar nuestro objetivo, desde la cantidad semanal que
tenemos que guardar hasta las acciones que debemos realizar para no fallar
ninguna semana, incluyendo si podemos hacer algún trabajo extra para aumentar
el ingreso, no importa que no sea mucho, pero que nos motive a llegar a nuestra
meta.
Y pensar, en el camino, en hacer algo por las
personas menos afortunadas, pues esta vida debe tener un sentido, no hemos
venido sólo a generar ingresos, gastarlos y pasarla bien. Espero que estos días
de encierro nos estén ayudando a considerar las acciones que debemos llevar a
cabo para ser más solidarios y misericordiosos. Ayer escuchaba la meditación
del evangelio dominical, en el que se nos invitaba a creer sin ver, sin
embargo, esa fe se tiene que transformar en obras para agradar a Dios, como
Cristo nos enseñó: “sean misericordiosos, como mi
Padre es misericordioso”, dice otro pasaje de la escritura.
Algunos tienen de más y su deber es compartir,
es cierto, pero el que tiene poco, también debe pensar en los que tienen menos
y aprender a administrarlo para compartir con ellos lo poco. Porque lo
importante para el Señor es la acción, no la cantidad. Ahora que estamos
atravesando dificultades, es cuando debemos poner en práctica lo que predicamos
de palabra. Ese sería un estupendo cambio de actitud negativa en positiva,
porque no es lo mismo estar en el ruedo que ver los toros desde la barrera,
diría el refrán. Muchas personas necesitan de nosotros, busquemos instituciones
o grupos que se estén encargando de recolectar víveres para entregarlos a
quienes verdaderamente lo necesiten, no esperemos que alguien más venga a
hacerlo por nosotros, si muchos nos solidarizamos con los que menos tienen,
estaremos actuando en justicia y con misericordia, además, podremos evitar que
se conviertan en delincuentes o atenten contra su vida, pues el ser humano que
cae en la desesperación, es capaz de todo.
Apoyemos a los necesitados y demos ese cambio de
actitud desde ahora, no esperemos a que termine la contingencia sanitaria. Y
pensemos de verdad que, si al final de esta prueba, salimos a la calle para
volver a lo mismo, entonces no hemos entendido nada.
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