NO PEDIMOS EN LA ORACIÓN PARA OBLIGAR A DIOS QUE CAMBIE SUS PLANES, LO CUAL ES IMPOSIBLE.
Ni para informarle de lo que necesitamos, pues Él ya lo sabe.
Ni para convencerle para que nos ayude, pues lo desea más que nosotros
mismos.
Pedimos porque Él quiere que lo hagamos para colaborar con Él en lo que quiere concedernos.
Dios ha determinado concedernos algunas cosas a condición de que se las pidamos bien, o sea, vinculándolas a nuestra oración.
No se trata de que Dios cambie su voluntad, sino de que nosotros cumplamos la condición que Él ha señalado para concedernos tales gracias».
LA DOCTRINA CATÓLICA ENSEÑA:
a)
que para salvarnos es necesario orar;
b) que sin orar no podemos permanecer mucho tiempo sin pecado;
c) que, aun para muchas cosas humanas, es muy necesario o conveniente la
oración;
d) que si oramos frecuentemente pidiendo a Dios nuestra salvación, nos
salvaremos seguro.
Dice San Pablo que con la oración se pueden vencer todas las tentaciones.
Si pedimos bien una cosa necesaria para nuestra salvación, la eficacia es segura.
Dice Santo Tomás que la oración es infalible si se pide bien algo necesario para la salvación eterna.
Si pedimos la salvación de otro, la eficacia depende de la libre voluntad del otro; pero nuestra oración le conseguirá gracias de Dios para facilitar que él se incline hacia el bien. Pero no sólo pedir. También hay que alabar y adorar a Dios.
(Para Salvarte, P. Jorge Loring)
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