«Los fieles tienen derecho a saber cómo usamos los recursos en la Santa Sede»
«Los fieles
tienen derecho a saber cómo usamos los recursos». Así lo asegura el P. Juan
Antonio Guerrero Alves, sj, Prefecto de la Secretaría para la Economía (SPE),
en una entrevista con los medios de comunicación del Vaticano, donde da cuenta
del estado de las cuentas de la Curia Romana en el balance de 2019.
(Vatican.news/InfoCatólica) Andrea Tornielli entrevista al
P.Guerrero en la que explica cuál es la situación actual económica del
Vaticano, cómo funciona el Óbolo de San Pedro y aborda también los escándalos
financieros recientes:
PADRE GUERRERO,
USTED ACABA DE PRESENTAR EL BALANCE DE LA CURIA AL CONSEJO DE ECONOMÍA. MUCHOS
PIDEN AL VATICANO QUE PONGA EN MARCHA UNA OPERACIÓN DE TRANSPARENCIA, PARA
EXPLICAR, A LOS FIELES Y A LOS QUE NO LO SON, EL ESTADO DE SUS CUENTAS. ¿QUÉ
PUEDE DECIRLES A TRAVÉS DE NOSOTROS?
Los
que piden transparencia tienen razón. La economía de la Santa Sede
debe ser una casa de cristal. Esto es lo que el Papa nos pide. Este es el
compromiso de la SPE y el mío propio, y esto es lo que veo en los otros
organismos de la Curia. Por eso se puso en marcha una reforma. Por eso se han
cambiado algunas reglas. Por eso se aprobó el Código de Contratas. Estamos
avanzando en este camino. Los fieles tienen derecho a
saber cómo usamos los recursos en la Santa Sede. No somos propietarios, somos custodios de los
bienes que hemos recibido. Por eso, al presentar el balance de 2019, queremos
explicar a los fieles, de la manera más comprensible posible, cuáles son los
recursos de la Curia Romana, de dónde proceden y cómo se utilizan.
TAL VEZ VALGA LA
PENA DAR ANTES UN PASO ATRÁS. EXPLICAR EN PRIMER LUGAR DE QUÉ ESTAMOS HABLANDO.
A VECES HAY CONFUSIÓN ENTRE LA CURIA DE ROMA Y TODA LA IGLESIA. A VECES ENTRE
LA CURIA Y EL VATICANO. ¿QUÉ ES LA CURIA?
Es verdad. Entonces: en primer lugar lo que presentamos no es el balance de la
Iglesia. Hay conferencias episcopales,
diócesis, parroquias, congregaciones e institutos religiosos e infinidad de
obras de la Iglesia, repartidas por todo el mundo, que no entran en el balance
de la Santa Sede. Y tampoco las que presentamos son las
cuentas de todo el Vaticano, que incluyen también, por ejemplo, el
balance de la Ciudad del Vaticano, es decir, la Gobernación, el IOR, el Óbolo
de San Pedro, y un buen número de Fundaciones que colaboran con los
dicasterios. Todas estas instituciones presentan sus resultados e informan a
las autoridades correspondientes. Lo que hemos presentado al Consejo
de Economía es el balance de la Curia Romana,
es decir, de la Santa Sede en sentido estricto: sesenta entidades
al servicio del Papa en su misión de guía de la Iglesia, en su servicio de unidad en la caridad, es
decir, de evangelización, comunicación, promoción del desarrollo humano
integral, educación, ayuda a las Iglesias en dificultad, formación del clero,
etc.
¿POR QUÉ DEFINE EL
BALANCE DE LA SANTA SEDE COMO UN «BALANCE DE MISIÓN»?
Porque vinculo el dinero con
la misión. ¿Para qué sirve? Por eso en la
presentación del balance intentamos explicar cómo se utilizan los recursos, con
qué propósito, para qué misión. Es decir, queremos que el balance explique cómo
la Santa Sede utiliza sus recursos para cumplir su misión, su servicio a la
misión del Santo Padre. Luego hay otro aspecto. La Santa Sede no
funciona como una empresa o un Estado, no busca beneficios o excedentes. Por lo
tanto, es normal que tenga un déficit. Casi todos los dicasterios son de hecho «centros de coste»: llevan a cabo un servicio que no se
vende ni se patrocina. Evitar el déficit no es el objetivo de la
Santa Sede. Su espíritu es otro. Pensamos que el objetivo es que los costos
correspondan a tener todo lo necesario para el servicio de la misión que se nos
ha confiado. En este sentido es deseable que podamos tener
mucho si es mucho lo que ayuda al servicio que tenemos que dar. En otras
palabras, no podemos ignorar cuál es la justa necesidad de recursos y cuáles
son los recursos disponibles: debemos ser prudentes
económicamente. Pero tampoco podemos pensar y actuar solo a partir de
ellos; a veces debemos dar más de lo que tenemos para cumplir nuestra misión: debemos tener audacia misionera. De lo que tenemos
que ocuparnos es de si el déficit es sostenible y de si se financia adecuadamente
a largo plazo. Hay tantas necesidades en el mundo. Debemos confiar en la
Providencia, que actúa a través de la generosidad de los fieles.
¿CUÁL ES LA MISIÓN,
ENTONCES, EN TÉRMINOS CONCRETOS?
La misión de la Santa Sede, de
la Curia Romana, no es sólo la caridad del Papa, entendida como una especie de
ONG que recibe donaciones y las distribuye donde se necesitan. La Iglesia hace
mucho, muchísimo para ayudar a los necesitados. La mayor parte de esta ayuda se
hace a nivel local, en las parroquias y diócesis. Y la Curia también hace
mucho. La misión principal de la Santa Sede es contribuir a
llevar el mensaje del Evangelio a los confines del mundo comunicándolo, mediando en situaciones en las que
se vuelve opaco, con la asistencia a los necesitados, con la asistencia a los
necesitados, trabajando por el bien de la humanidad, sosteniendo a las Iglesias
locales en dificultad, comunicando el Magisterio del Papa, buscando la unidad
en la doctrina y la liturgia, arbitrando en los conflictos dentro de la
Iglesia, fomentando la reflexión sobre ciertos temas, estableciendo un diálogo
de alto nivel, dando orientaciones a las Iglesias locales, etc. La «caridad del Papa» expresa en todas estas formas
el amor del Papa por la Iglesia y la Iglesia por el mundo.
¿CUÁLES SON LAS
CIFRAS DEL BALANCE CONSOLIDADO DE 2019?
Como ya he dicho en el pasado,
se mire por donde se mire, la Santa Sede no es una gran
entidad económica. Tuvimos ingresos de 307 millones de euros, gastamos 318
millones de euros. Nuestro déficit es de 11 millones. Tenemos un patrimonio neto de 1.402 millones de
euros. Hay muchas escuelas secundarias en los Estados Unidos que tienen un
volumen mayor que el de la Curia Romana indicado en este balance.
¿Y POR LO QUE
RESPECTA AL BALANCE DE TODO EL VATICANO?
Como dije al principio, la
Curia no es todo el Vaticano. Sumando el balance de la Gobernación, del Óbolo,
del IOR, del Fondo de Pensiones y de las Fundaciones que ayudan a la misión de
la Santa Sede, se obtiene un patrimonio neto de unos 4.000 millones de euros. Si tuviéramos que consolidar todo, en 2019 no habría déficit, ni tampoco
en 2016, último año en que se consolidaron todas estas cuentas. Sin embargo, no quiero decir que
no tengamos dificultades y que con esta crisis del coronavirus no tendremos
otras más grandes.
VOLVAMOS A LA CURIA,
¿CUÁLES SON SUS FUENTES DE INGRESOS?
En
2019, el 54%, o sea 164 millones de euros, se generó a partir de su mismo
patrimonio.
La actividad
comercial (visitas a las catacumbas, que a diferencia de los museos forman
parte de la Santa Sede, producciones vendidas por el Dicasterio para la
Comunicación, Librería Editora Vaticana, etc.) y los servicios (tasas de
ciertos certificados, tasas académicas de instituciones universitarias, etc.)
aportaron el 14%, es decir, 44 millones de euros. Las entidades vaticanas que
no se consolidan en este balance (IOR, Gobernación, Basílica de San Pedro)
contribuyeron con el 14% de los ingresos, 43 millones. Y las donaciones de las
diócesis y de los fieles ascendieron a 56 millones de euros, el 18%.
PASEMOS AHORA A LOS
GASTOS. ¿CUÁNTO CUESTA LA CURIA, CÓMO SE DISTRIBUYEN SUS COSTOS?
Podríamos dividir los costos
en tres bloques: lo que hemos llamado «asset
management» es 67 millones de euros, el 21% de los costos, e incluye
18 millones de euros en impuestos y 25 millones de euros gastados en el
mantenimiento de los edificios. Podríamos decir que estos 67 millones de euros
son lo que nos cuesta generar los 164 millones de euros de ingresos que
mencioné anteriormente y que se derivan de la propiedad. Los servicios y la
administración representan el 14% de los gastos. Y los gastos de la misión
absorben el 65% de los gastos. En general, lo que más me llamó la atención
cuando conocí mejor la Curia es que hacemos mucho con poco. He examinado los
balances de varios países y regiones, no he encontrado nada comparable a
mantener 125 nunciaturas y misiones permanentes en el mundo con 43 millones de
euros, con la relevancia, la capacidad de mediación y la propuesta de la Santa
Sede. Publicar un diario muy conocido, como L'Osservatore Romano, transmitir
las 24 horas del día en 40 idiomas, como lo hacen Radio Vaticano y Vatican
Media, generar noticias y explicarlas como hace Vatican News, gastando 45
millones de euros: No he encontrado parangones en el mundo de la comunicación. El mensaje del Evangelio debe llegar a los confines del mundo y, en la
medida de lo posible, es deseable que llegue en la lengua propia de cada pueblo y de manera que pueda ser comprendido en su
propia cultura. También es interesante ver cómo la comunicación de la Santa
Sede se ha modernizado en los últimos años, incluso reduciendo los costos.
Todavía más, si miramos la Biblioteca, o los archivos o la arqueología
cristiana, que se ocupan de un patrimonio no sólo de la Iglesia, sino de la
humanidad, y lo comparamos con instituciones similares: podemos decir que lo
hacen con dignidad y, relativamente, con poco. Lo mismo puede decirse de las
instituciones universitarias, etc. Siempre que encuentro un término de parangón
con otras instituciones similares o comparables, me parece que la
Santa Sede hace mucho con poco, gracias a tantas personas que trabajan con
enorme generosidad. No quiero decir que no tengamos que mejorar en
muchas cosas. Pero también hay que destacar que hay mucho bien hecho.
EL DÉFICIT DE 2019,
IGUAL A 11 MILLONES, ES MUCHO MENOR QUE EL DE 2018, IGUAL A 75 MILLONES. SE
PUEDE VER QUE EL RESULTADO SE HA LOGRADO A TRAVÉS DE LAS INVERSIONES. MIENTRAS
QUE EL DÉFICIT OPERATIVO ES DE 68 MILLONES, COMPARADO CON LOS 88 MILLONES DE
2018.
Las finanzas cubren, como
usted observa, parte del déficit operativo. Además, en la comparación, deben
ser eliminados algunos costos e ingresos que eran extraordinarios en 2018 o
2019.Neutralizar estos «one timers» resultaría
en un déficit de 22 millones de euros en 2019 comparado con 50 millones de
euros en 2018. Ya he dicho que no podemos considerarnos simplemente generadores
de déficit. Nuestra misión siempre tenderá a producir déficits,
no generará suficientes ingresos. Es un
servicio que no hacemos con fines de lucro. Debemos encontrar una manera de
sostener la misión a largo plazo.
¿CUÁL ES LA LÍNEA EN
ESTE FRENTE?
No bastan solamente los
controles necesarios orientados al ahorro y a la contención de gastos para
reducir el déficit. En la Santa Sede hay muchas
entidades que hacen mucho con poco. El
ahorro debe ir acompañado de un examen de los ingresos, es decir, de las
inversiones, ya sean muebles o inmuebles, a fin de buscar una optimización.
Este trabajo de colaboración, poco a poco, está llegando a su fin. En cuanto a
la cuestión de los ingresos, también debemos pensar en las donaciones. Las donaciones de los fieles, sumadas a las del Óbolo, contribuyen en un
35% a los gastos. Los fieles quieren contribuir
a la misión de la Iglesia, pero es imprescindible una política de transparencia
externa y de comunicación capaz de transmitir con precisión cómo utilizamos el
dinero que recibimos y administramos. Este es el objetivo que queremos
alcanzar, este es el camino por el que el Santo Padre nos ha dirigido. Esta es
la línea. Como es bien sabido, en los últimos meses se ha aprobado el Código de
Contratas. La esperanza es que, además de promover la transparencia, permita
también, gracias a la competencia, ahorrar. Es necesario tomar algunas medidas
en relación con el trabajo para tener personas más motivadas y responsables en
las tareas que se les encomiendan, una mayor movilidad, así como una mayor
eficiencia y una reducción de los costos. Tenemos que buscar modelos más
flexibles que recompensen el mérito, el esfuerzo y las capacidades
profesionales.
EN SU ENTREVISTA CON
VATICAN NEWS EL PASADO MES DE MAYO HABLÓ DEL PROYECTO DE CENTRALIZAR LAS
INVERSIONES. ¿CÓMO PROCEDE?
Hay
decisiones que requieren tiempo para ser aplicadas. Se está avanzando poco a
poco.
Según la
Constitución Pastor Bonus (1984), el APSA es el administrador de la Sede
Apostólica. En noviembre de 2018, el Papa pidió al cardenal Marx, coordinador
del Consejo de Economía, que centralizara las inversiones. Poco a poco nos
estamos moviendo en esta dirección. Este año hemos tenido muchas reuniones y
encuentros, hemos examinado muchos modelos posibles. Creo que hemos progresado
y que ha madurado la decisión de elegir un modelo aprendiendo de las buenas
prácticas de otros. Creo que es probable que para finales de este año o
principios del próximo se den los últimos pasos. La centralización permitirá
sin duda alguna una mayor transparencia y un control más preciso, además de dar
la posibilidad de invertir de forma unitaria, siguiendo la doctrina social de
la Iglesia, con criterios éticos, sostenibles, de buen gobierno y
profesionales. Hay que decir que la mayoría de las inversiones
están centralizadas en el APSA. Muchas otras inversiones
realizadas por instituciones vinculadas a la Santa Sede se realizan también a
través del IOR, que ofrece una garantía de control, transparencia y criterios
éticos. Es evidente que el IOR, que en los últimos años ha
recorrido un itinerario magnífico,
también debe tener un papel importante en la organización de
las inversiones de la Santa Sede. De hecho, la centralización debe combinarse
con la subsidiariedad: no todo puede ser
centralizado si queremos ser eficaces.
Usted habla de
inversiones como si no hubiera leído los periódicos de estas semanas...
Vivo en el presente. Leo los
periódicos. Es posible que, en algunos casos, la Santa
Sede no sólo haya sido mal aconsejada sino también estafada. Creo
que estamos aprendiendo de los errores o imprudencias del pasado. Ahora se
trata de acelerar, con el impulso decidido e insistente del Papa, el proceso de
conocimiento, transparencia interna y externa, control y colaboración entre los
diferentes dicasterios. Hemos incluido en nuestros equipos a profesionales del
más alto nivel. Hoy hay comunicación y colaboración entre los dicasterios de
contenido económico para abordar estas cuestiones. La colaboración es un gran
paso adelante. La Secretaría de Estado, el APSA y la SPE colaboran de buen
grado. Ciertamente podemos cometer errores, equivocaciones
o ser estafados, pero me parece más difícil que esto ocurra cuando trabajamos
juntos y actuamos con
competencia, transparencia y confianza entre nosotros.
¿CUÁLES SON LOS
RIESGOS PARA EL FUTURO?
Los grandes estados, empresas
y sociedades se encuentran en dificultades económicas. Sometidos a duras
pruebas por la crisis sanitaria y económica, están asumiendo créditos que serán
difíciles de pagar, están aplazando todos los pagos al futuro y tratando de
mantener la liquidez ante la incertidumbre que se avecina. Nosotros, que somos
pequeños no podemos no tener dificultades.
Dependemos del rendimiento de los bienes y de las donaciones y la crisis
repercute negativamente en ambos. Lo peor que podríamos hacer es no reconocer
la dificultad o elegir la opción «cada uno para
sí». Tenemos que caminar juntos. Debemos resistir. Resistir juntos,
compartir los sacrificios. Como ha dicho el Papa, la
crisis puede ser una situación privilegiada que nos haga mejores. También puede ser una oportunidad para introducir
los cambios necesarios que ya se han visto.
¿CUÁLES SON LAS
RAZONES DE LA SOLICITUD EFECTUADA A LOS DICASTERIOS EL PASADO ABRIL PARA QUE
TRANSFIRIERAN SU LIQUIDEZ AL APSA?
El Apsa es el dicasterio
concebido para administrar los recursos de todos los dicasterios. En abril,
dada la incertidumbre que representaba el confinamiento, lo señalé, sin saber
cuánto tiempo duraría, y anticipé que afectaría a los ingresos. Habíamos decidido no recortar las donaciones y ayudas a las personas e
Iglesias necesitadas - otros
podrían de hecho estar peor que nosotros - ni
los salarios de las personas que trabajan para la Santa Sede. Por eso las donaciones y la ayuda han
aumentado. El APSA tenía que pagar los sueldos, no sabíamos cuánto tiempo
duraría el confinamiento, ni si obtendríamos los ingresos esperados. Así que
pedimos a los dicasterios que mantuvieran su liquidez en el APSA.
¿ES CIERTO QUE LA
SECRETARÍA DE ESTADO PERMANECERÁ SIN «CARTERA» Y QUE SUS FONDOS SERÁN
ADMINISTRADOS POR EL APSA?
La
Secretaría de Estado lleva meses en este proceso. Está desarrollando su tarea.
Está haciendo un gran trabajo de claridad, transparencia y orden. Ha llevado todos sus fondos al IOR y al APSA y participará en
el proceso de centralización de las inversiones, con una gestión más técnica y
profesional. Esta afirmación sobre la pérdida de la «cartera», por lo que sé,
no es exacta. La gestión se hará de otra manera, como es el caso de otros
dicasterios que tienen cartera. En estos meses he visto que en el Vaticano,
como en el resto de la Iglesia, hay un respeto sagrado por el destino de los
fondos, por la voluntad expresada por los donantes. Cuando una
donación ha sido aceptada para un fin específico, ese fin se respeta. Muchos de
los fondos gestionados por la Secretaría de Estado han sido recibidos para un
fin específico, siempre vinculado naturalmente a nuestra misión. Si los fondos
son administrados por otro organismo, deben permanecer asociados a ese fin, con
los mismos beneficiarios.
¿PARA QUÉ SIRVE EL
ÓBOLO? ¿POR QUÉ SE LLAMA A LOS FIELES A ESTA COLECTA?
La ayuda de los fieles al
Óbolo es una forma concreta de colaborar con la misión del Santo Padre para el
bien de toda la Iglesia. En 2019, el fondo del Óbolo
cubrió el 32% de los gastos de la misión de la Santa Sede. En
cambio, la estructura y los servicios se cubren con fondos propios. La
recaudación del Óbolo fue de 53 millones de euros, de los cuales 10 millones de
euros se donaron para fines específicos. En otras palabras, el fondo colaboró
con la misión del Santo Padre por 66 millones de euros, 23 millones más de lo
recaudado. Ha sido así en los últimos años. Esto significa que también se ha
descapitalizado. Pero siempre para la misión a la que está destinado. El Óbolo
debe ser administrado con la sabiduría del administrador honrado, como se
invierten los talentos, como cualquier buen padre de familia, para garantizar
al Papa el ejercicio de su misión.
EL ASUNTO DEL
INMUEBLE DE LONDRES, SIN EMBARGO, DESORIENTA A MUCHOS.
Lo
entiendo. Es cierto. Por eso es importante que haya claridad, que haya
transparencia. Mientras tanto, puedo decir una cosa. Por lo que sé, las pérdidas de Londres no fueron cubiertas por el Óbolo, sino por otros
fondos de reserva de la Secretaría de Estado. Y otra cosa que me
gustaría decir para concluir: debemos estar siempre agradecidos al santo Pueblo
de Dios que ayuda a la misión del Papa. También por esto debemos ser
transparentes. Como ha escrito el Papa Francisco en su último mensaje a las
Obras Misionales Pontificias, «la Iglesia continúa,
desde siempre, yendo hacia adelante también gracias al óbolo de la viuda, a la
contribución de toda la multitud de personas que se sienten sanadas y
consoladas por Jesús y que, por ello, por su inmensa gratitud, donan lo que
tienen.». Nuestro deber es administrar su don con la honradez, la
prudencia y la previsión del buen padre de familia.
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