EL MIEDO A QUE LAS COSAS SEAN PARA SIEMPRE.
Antes se
compraban cosas que duraran toda la vida. La misma publicidad te aseguraba esa
condición de permanencia eterna. Nuestras casas están llenas de objetos que
parecen fósiles. Nos invitan siempre a mirar hacia atrás, el recordar el
pasado. Pero la vida cambia constantemente, como al agua del rio. Y la
tentación de negar los valores, las verdades permanentes, los principios
morales es constante. Todo es líquido, precario, voluble, efímero… Entonces, ¿cuáles son nuestros asideros, nuestras seguridades, la
Verdad inmutable…? No es ninguna banalidad plantearnos esta cuestión.
Algunos dan por sentado que no hay nada eterno, todo es fungible casi de
inmediato. Hoy somos así, ¿pero seremos igual
mañana?
Bauman
fue el profeta de la “modernidad líquida”. Y
tras él se han ido por el desagüe convicciones que se consideraban eternas. En
una declaración al periódico “La Vanguardia” dice:
“Hoy la mayor preocupación de nuestra vida
social e individual es cómo prevenir que las cosas se queden fijas, que sean
tan sólidas que no puedan cambiar en el futuro. No creemos que haya soluciones
definitivas y no sólo eso: no nos gustan. Por ejemplo: la crisis que tienen
muchos hombres al cumplir 40 años. Les paraliza el miedo de que las cosas ya no
sean como antes. Y lo que más miedo les causa es tener una identidad aferrada a
ellos. Un traje que no te puedes quitar. Estamos acostumbrados a un tiempo
veloz, seguros de que las cosas no van a durar mucho, de que van a aparecer
nuevas oportunidades que van a devaluar las existentes. Y sucede en todos los
aspectos de la vida. Con los objetos materiales y con las relaciones con la
gente. Y con la propia relación que tenemos con nosotros mismos, cómo nos
evaluamos, qué imagen tenemos de nuestra persona, qué ambición permitimos que
nos guíe. Todo cambia de un momento a otro, somos conscientes de que somos
cambiables y por lo tanto tenemos miedo de fijar nada para siempre.
Probablemente su Gobierno, como el del Reino Unido, llama a sus ciudadanos a
ser flexibles. ¿Qué significa ser flexible? Significa que no estés comprometido
con nada para siempre, sino listo para cambiar la sintonía, la mente, en
cualquier momento en el que sea requerido. Esto crea una situación líquida. Como
un líquido en un vaso, en el que el más ligero empujón cambia la forma del
agua. Y esto está por todas partes”. (La Vanguardia,
9.1.2917).
Tiene
razón en algún sentido. El presente se nos va de las manos. La vida es
cambiante. Pero precisamente por esta inconsistencia de muchas realidades de la
vida, necesitamos pilares permanentes en los que nos podamos apoyar. Las
grandes obras de arquitectura y arte están ahí, a pesar de los años, porque se
sustentan en fuertes pilares que no se ven, pero están ahí permanentemente. Se
realizaron pensando en el presente y en el futuro. Hoy admiramos su
consistencia en el tiempo. El ir humano también tiene sus raíces profundas,
solidas, que lo convierten en el protagonista del tempo hoy de la historia.
Es verdad
que la naturaleza, y por tanto el ser humano, está en continua evolución.
Permanece el ser, diríamos que el esqueleto, pero todo el organismo está
cometido a una evolución constante que hace que permanezcamos vivos. Cuando la “maquinaria” de la vida se para se hace presente
la muerte. Una naturaleza muerta es una naturaleza sin alma, un fósil, unos
restos, ya no líquidos sino sólidamente varados como un barco abandonado en la
playa de la historia.
Debemos
renovar constantemente nuestros esquemas mentales, como el agua de la fuente
siempre nueva, pero sin olvidar que la fuente es permanente.
Jesucristo
dice: A vino nuevo odres nuevos. Hay
que evitar que revientes los odres y desparramen la riqueza del vino. Esto
quiere decir que le Verdad siempre es una novedad que hay que estrenar cada
día. La doctrina es permanente, lo que cambia es el lenguaje, el modo de
presentarla. No podemos caer en la rutina de las frases hechas, de los
argumentos empobrecidos.
Todo ello
hay que tenerlo en cuenta en la predicación, en la catequesis, en la formación
doctrinal. Hay que presentar lo permanente con jun ropaje novedoso, que sin
faltar a la verdad doctrinal la hace atractiva.
A quien
piensa que la vida cristiana consista sólo en una serie de cumplimientos, el
Papa Francisco recordó que «ser cristiano significa
dejarse renovar por Jesús en una nueva vida». Ser cristiano significa
dejarse renovar por el Espíritu Santo, convertirse en vino nuevo.
En la
vida cristiana, y también en la vida de la Iglesia, existen estructuras
caducas. Es necesario renovarlas. Es un trabajo «que
la Iglesia siempre ha hecho, desde el primer momento». La Iglesia —agregó— siempre
ha ido adelante de este modo, dejando que el Espíritu Santo sea quien renueve
las estructuras.
Quien lleva adelante estas novedades —prosiguió
el Papa— es desde siempre el Espíritu Santo. Por
ello, el Pontífice recordó el día de Pentecostés, subrayando la presencia de
María junto a los apóstoles. Concluyendo la homilía el Obispo de Roma hizo una
invitación: pedir «la gracia de no tener miedo de
la novedad del Evangelio, de no tener miedo de la renovación que realiza el
Espíritu Santo, de no tener miedo a dejar caer las estructuras caducas que nos
aprisionan. Y si tenemos miedo sabemos que con nosotros está la madre». Ella,
como dice la más antigua antífona, “protege con su
manto, con su protección de Madre”».
En una
cultura que llaman liquida, debemos construir la fortaleza de la doctrina sólida,
defendiendo la verdad de los ataques de la novedad sin consistencia. Hay que
dar seguridades recias. Recordemos lo que dice San Pablo: Todo lo puedo en aquel que me da la fuerza (Filipenses
4,13).
RECORDEMOS AQUEL BELLO
POEMA DE SAN JUAN DE LA CRUZ:
Qué bien sé yo la fonte
que mana y corre, aunque es de noche.
1. Aquella eterna fonte está escondida, que bien sé yo do tiene su manida,
aunque es de noche.
2. Su origen no lo sé, pues no le tiene, más sé que todo origen de ella
tiene, aunque es de noche.
3. Sé que no puede ser cosa tan bella, y que cielos y tierra beben de
ella, aunque es de noche.
4. Bien sé que suelo en ella no se halla, y que ninguno puede vade allá,
aunque es de noche.
5. Su claridad nunca es oscurecida, y sé que toda luz de ella es venida,
aunque es de noche.
6. Sé ser tan caudalosos sus corrientes. que infiernos, cielos riegan y las
gentes, aunque es de noche.
7. El corriente que nace de esta fuente bien sé que es tan capaz y
omnipotente, aunque es de noche.
8. El corriente que de estas dos procede sé que ninguna de ellas le
precede, aunque es de noche.
9. Aquesta eterna fonte
está escondida en este vivo pan por darnos vida,
aunque es de noche.
10. Aquí se está llamando a las criaturas, y de esta agua se hartan, aunque
a oscuras porque es de noche.
11. Aquesta viva fuente que deseo, en este pan de vida yo la veo, aunque es
de noche.
La
Verdad es líquida si la queremos llamar así, pero mana de una fuente que es muy
sólida, aunque sea de noche.
Juan García Inza
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