La adolescencia… «A
nuestra juventud le gusta el lujo, está mal educada, se burla de la autoridad y
no respeta en absoluto a los ancianos. […] contradicen a sus padres. Hablando
en plata: son muy malos…».
«El mundo en el
que vivimos ha alcanzado una fase crítica. Los hijos ya no obedecen a sus
padres. Por lo visto, el fin del mundo no está ya muy lejos».
Dos
frases sobre la adolescencia, que parecen muy actuales, ¿no? Pues la primera es de
Sócrates, alrededor del año 450 antes de Cristo, y la segunda ¡Es de una tablilla sumeria del año 3000 antes de Cristo!
¿Por qué la adolescencia y la juventud han despertado siempre tanta resistencia
entre los adultos a lo largo de la historia? ¡Pues porque los adolescentes
pasan por una fase de transición entre los 12 y los 19 años aproximadamente, en
la que ni ellos mismos se soportan!
PERO, ¿QUÉ ES LA ADOLESCENCIA?
La adolescencia es una edad
complicada, es una edad crítica, en el sentido de que provoca crisis de nervios
a los padres, y crisis de identidad para los que las transitan. Pero para todos
es una edad «incómoda», «molesta» y varios
adjetivos más, no tan castos y puros como estos.
Los niños, de pronto dejan de
ser niños, y comienzan a «madurar» (es un modo de decir) para convertirse en
adultos. Y como ya no son niños, los tratamos como adultos, y como todavía no
son adultos, ¡responden como niños!
El cuerpo de los adolescentes
sufre una transformación tremenda. Especialmente en los caracteres sexuales
secundarios, que preparan el cuerpo de la niña para convertirse en el futuro en
madre, y el cuerpo del niño… Bueno… ¡Pobres niños!
Como
muestra el divertido video de hoy de un modo muy simpático, comienzan una
transformación horrible. Les cambia
la voz, el cuerpo «les queda grande» y se
tropiezan hasta con su propia sombra. Se vuelven huraños, irritables, les sale
acné por la explosión hormonal.
La voz pasa por varios
falsettos antes de acomodarse a una más gruesa que la que tenían hasta ese
momento. Y los pelos… ¡Les crecen pelos por todos
lados, pobres muchachos!
¿QUIÉN ES ESE QUE VEO EN EL ESPEJO?
El video hace especial
hincapié en el bigote, pero todo el cuerpo del «pequeño
hombrecito» sufre esas horribles transformaciones. Hasta ellos mismos se
ven feos, y no se reconocen en el espejo. Por eso también la adolescencia es
una época en la que baja la autoestima, y en la que los varones se vuelven
irritables, malhumorados, tristes, etc.
No es una cosa menor. Estos
futuros hombres la están pasando realmente mal, y requieren que estemos atentos
a sus necesidades y sentimientos. Mucho más que antes y después
de esta edad crítica.
LAS TRISTEZAS DE SER Y NO SER EN LA ADOLESCENCIA
Como te conté recién, la
adolescencia es una edad de transición. Si hacemos las cosas razonablemente
bien, dura alrededor de siete años. Si las hacemos mal, puede durar mucho
tiempo más. Pero siendo una edad de transición, es una edad también en la que
se pierden algunas cosas y se ganan otras.
Se pierde el «ser niño», que es una pérdida enorme. Porque los
niños son como criaturas mágicas, que pueden ser todo, pero… ¡no son nada! Si le preguntamos a un niño menor de
10 años qué quiere ser, tendríamos respuestas súper divertidas, desde
astronautas hasta bomberos espaciales.
Pero una vez que llegan a la
adolescencia, esa fantasía y creatividad se pierde. El adolescente tiene que
restringir esa indefinición absoluta de la niñez en la estrechez de un marco.
Para ser adulto tiene que dejar de ser todo, para ser algo concreto.
Y
los adolescentes sufren enormemente por esa elección vocacional. ¿Y si me equivoco? ¿Y si lo que elijo no es lo que
me gusta? ¿Y si después me aburro? Eso, sumado a la inseguridad propia de tener que tomar una decisión tan
trascendente hace que estén aterrorizados. Literalmente. Les da miedo elegir, y
les da más miedo no elegir.
¡MALAS ELECCIONES!
Como el cerebro del
adolescente está madurando, es un cerebro en continuo cambio. Ese cambio
continuo genera muchos efectos indeseables: a los
ya dichos cambios del cuerpo, le suceden muchos cambios de comportamiento, y
esos cambios de comportamiento están muy relacionados con la toma de
decisiones.
En este momento, la maduración
del cerebro concentra sus energías en esa especialización que tan necesaria es
para llegar a la vida adulta. Pero la corteza prefrontal, aquella parte del
cerebro involucrada en tomar decisiones es la última en madurar.
No
ocurre lo mismo con las mujeres adolescentes. Ellas «maduran antes» en la toma de
decisiones, y por eso se las considera más maduras que los varones de su edad.
Pero en el caso de los varones adolescentes, estos harán tonterías, muchas
tonterías.
Y cuando se les pregunta ¿En qué pensabas cuando hiciste aquello problemático y
extremadamente tonto? La respuesta habitual (y verdadera) es ¡No estaba
pensando en nada!
¡PERO LA ADOLESCENCIA ES TAMBIÉN GENIAL!
Es la edad de los grandes
desafíos, del idealismo, del corazón soñador
y soñador de sueños grandes. ¡Es la edad
en la que nos comemos el mundo, en la que todo nos parece posible! San
Juan fue elegido por Nuestro Señor como discípulo con apenas 13 años, y fue el
discípulo amado.
La adolescencia es una edad en
la que los chicos deben ser llamados a la santidad, porque esos grandes sueños
son todavía posibles. Santo Domingo Savio, Ceferino Namuncurá, y hoy, más
cercano, Carlo Acutis, son ejemplos de que los sueños grandes. Los
sueños de santidad concreta y profundamente vivida no solo son posibles en la
adolescencia, sino que no hay otro camino para los jóvenes que no pase por las
estrellas.
Si proponemos a los
adolescentes sueños pequeños, es posible que los cumplan. Pero su alma está
sedienta de infinito, y como no miden los riesgos, son capaces de una entrega
sin límites, una entrega sincera y generosa. ¡Tenemos
que proponerles que vuelen alto, que se dejen llevar a aguas profundas por
Nuestro Señor, que invita a los corazones jóvenes a soñar en grande!
ESPERANZA EN MEDIO DE LA DESESPERANZA
El papa Francisco, en su
exhortación apostólica dirigida a los jóvenes «Christus vivit», dice tres cosas preciosas. Una, que los jóvenes son «El Ahora de Dios». ¡Qué frase más preciosa! ¡No son para nada el mañana, ni
tienen que esperar para estar cerca de Dios! Están ahora, en el corazón
del Padre, y el padre los ama con amor de predilección.
La segunda cosa preciosa que
dice el papa, es que los jóvenes ven caminos donde
todos los demás ven murallas. Y que son la esperanza de un mundo
desesperanzado. ¡Realmente, los adolescentes y
jóvenes nos ayudan a buscar caminos de encuentro, caminos de reconciliación y
de paz! Y la tercera cosa que dice el papa me gustaría citarla textual,
porque me parece de una genialidad absoluta. Dice así: «Para
Él realmente eres valioso, no eres insignificante, le importas, porque eres
obra de sus manos. Por eso te presta atención y te recuerda con cariño. Tienes
que confiar en el «recuerdo de Dios: su memoria no es un «disco duro» que
registra y almacena todos nuestros datos, su memoria es un corazón tierno de compasión, que se regocija eliminando
definitivamente cualquier vestigio del mal».
No quiere llevar la cuenta de
tus errores y, en todo caso, te ayudará a aprender algo también de tus caídas.
Porque te ama. Intenta quedarte un momento en silencio dejándote amar por Él. Intenta acallar todas las voces y gritos interiores y quédate un instante
en sus brazos de amor».
LOS ADOLESCENTES Y JÓVENES NECESITAN ESTE MENSAJE
Necesitan saberse amados,
necesitan saber que a pesar de sus errores, equivocaciones y malas decisiones,
Dios los ama. Y los espera, como el Padre Misericordioso esperó al hijo pródigo.
Necesitan saber que a pesar de sus rarezas, de sus «bigotes
y brazos largos», de su voz cambiante y de su ánimo también inquieto,
sus familias los aman, y que nada de lo que pase durante estos años difíciles
va a ser un impedimento para amar.
Como propósito personal,
podríamos proponerte que leas la exhortación apostólica dirigida a los jóvenes. Tanto si eres adolescente como si te toca estar
cercano a ellos, involucrado en su educación o atención pastoral.
Escrito por Andrés D' Angelo








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