Lo que san Agustín
señalaba como una posibilidad, hoy lo vemos convertido -y bien sufrido- en su
más evidente REALIDAD: estamos gobernados por una “banda de ladrones". El
“sería” se ha convertido en ES. “No hay más cera que la que arde".
Este hombre
Santo lo veía como posibilidad, atendiendo a los instintos que están
permanentemente presentes en el hombre, dañado por el pecado; pero, en su
época, había bastante más Justicia práctica y practicada por los poderes
públicos que hoy en día. A los hechos históricos me remito.
El que los quiera valorar de
otro modo, está en su perfecto derecho: caso de que exista un derecho a
empecinarse en el error, que me da que NO.
Con todo, siempre será “su” problema, nunca
el mío.
Lo cierto y verdad es que lo
denuncia san Agustín es la realidad más que visible, o la “foto fija” de lo que son, ya desde su mismo
inicio, las democracias liberales occidentales; porque no hay mejor descripción
-acusación, más bien- que las retrate con mayor realismo. Se salva en gran
medida y muy por encima de todas las demás, la de EEUU. La única.
¿Por qué el
Estado se convierte en una “banda de ladrones"? Desde el momento -su mismo
inicio, insisto-, en que pierde de vista la JUSTICIA.
Se “revista” de BIEN
COMÚN, de justicia DISTRIBUTIVA, o de
cualquier otro de los presupuestos del “gobierno de
la Polis", como decían los griegos y copiaron, a su modo, los
romanos. Por cierto: todo esos términos -Bien común, Justicia distributiva,
Derecho, Propiedad- han desaparecido hasta del lenguaje de estas “democracias” tan salvajemente dictatoriales e
inhumanas.
Hasta las Revoluciones
francesas, con los gobiernos monárquicos, existía la idea clara -clarísima- de
que la Autoridad es única y exclusivamente de Dios: Él tiene la MAJESTAD y el PODER:
es Rey de Reyes y Señor de los que
dominan. Y “lo delega” en
las personas que “detentan la potestad": por
lo mismo, potestad VICARIA, pues no son el origen de su Poder, sino que LO
ADMINISTRAN. Y, administradores, darán estrecha cuenta. Cae de su peso: Dame cuenta de tu administración.
¿Por qué? Porque, por recibirlo de Dios
-el sistema da en el fondo lo mismo- deben ejercerlo en SU NOMBRE. Y Él les pedirá cuenta, y muy estrecha: mucho más que a los demás como es obvio, de tan lógico…
Todo este esquema de gobierno
-de mandar y obedecer; de pedir cuentas a los gobernantes desde las instancias ad hoc para
ello, que las había (el “Justicia de Aragón” es
un ejemplo de libro, de libro histórico); de rendir cuentas a sus Cortes y a
sus súbditos de tal ejercicio; etc.-, se viene abajo VIOLENTAMENTE,
con miles de muertos solo en París en sus mismos inicios; acrecentado luego con
el “régimen del TERROR” -"bautizado”
así por fuerza de los hechos-; y continuado, hasta su consolidación, con la
guerra civil que se montó en Francia.
El “gobierno
del pueblo para el pueblo", ha pasado a definirse como “to’ pa’l pueblo", y se ha transmutado, como
por arte de magia -nadie debe tener la culpa, fijo- en la “dictadura de las mayorías": más supuestas que otra
cosa, porque son “minorías que se imponen por la fuerza -bruta o
“ilustrada"- a las mayorías", con todos los chanchullos que estamos
viendo y padeciendo; cada vez en mayor escalada de iniquidad en este país,
antes España: para qué nos vamos a ir más lejos.
La traducción exacta de esto y
en lo que acaba es: “to’ pa’ mi". Ahí
está Iglesias advirtiendo sobre los ahorrillos del personal, que son, por
definición del tal Iglesias -nada que ver con lo eclesial-, del Estado, O sea: “pa’ mí, Gracias". Déjalos en el banco, que
te quedarás sin ná’. Al tiempo. Y tendrás
que seguir pagando a Hacienda, por su.
Pero “en
todas partes cuecen habas": todos los gobiernos del mundo occidental son
meras FOTOCOPIAS unos de otros, por mor del NOM: masones de raíz, tronco,
ramas, hojas y frutos… Todo puro veneno y corrupción. La única
excepción, insisto, es USA, y no siempre: ahí están
los “demócratas” para demostrarlo.
Antes de esas Revoluciones, se
podía acudir, por ejemplo, al término JUSTICIA,
y se podía hablar en nombre de la LIBERTAD,
porque se sabía lo que era la PERSONA, la única realidad, después de Dios, que
debía ser respetada. Por eso se tenía claro porque sin la primera, la Justicia,
la segunda, la Libertad, no podía ni tener voz. Así lo hizo la francesa, y
hasta la propia revolución marxista en Rusia gritaba estas palabras: que en
boca marxista ya son ganas de gritar…
Y se podía acudir, porque
significaban algo. Algo OBJETIVO, fuera de
las manipulaciones personales o colectivas. Por tanto, eran términos que TODOS entendían de la misma manera, y eran
palabras con una carga semántica común para todos, por encima de todos, y en
todas las ocasiones.
La JUSTICIA era hacer LO JUSTO. En el caso de los gobiernos, GOBERNAR JUSTAMENTE. Y eso quería decir, gobernar
según Dios, porque “solo Dios es Justo",
Porque “solo Dios es Bueno". Era el mundo CRISTIANO que pretendía
organizarse, personal y colectivamente, para vivir según Dios: con las luces y las sombras de toda obra humana, que esto
no es el Cielo.
Ahora, en el mundo político y sus gobiernos, solo hay SOMBRAS, OSCURIDAD y MUERTE. O sea, INJUSTICIA y MALDAD.
En definitiva: PECADO.
Y si antes, en esas
condiciones, la obediencia era también LO JUSTO, ahora ya no: la Iglesia no se corta un pelo, en defensa de los más débiles y de los
más ofendidos por los abusos del Poder, para señalar como “deber de conciencia”
la resistencia y la desobediencia a las leyes INJUSTAS: las que actúan -van-
contra los mandatos de Dios y contra la persona. Es decir, contra la Ley
Natural y contra toda Moral; en consecuencia, contra el propio hombre.
Por estas dos razones son OFENSIVAS, y hay que DEFENDERSE
con toda LEGITIMIDAD MORAL.
“Una banda de
ladrones” o de “criminales” siempre son, de entrada un pequeño
grupo, nunca una MAYORÏA. Y actúan siempre
en beneficio propio. Un “beneficio” que se
construye CONTRA el BIEN
de los DEMÁS. Si roban, por ejemplo, a
alguien se lo quitan: nunca lo ponen de sus
bolsillos, porque ya no sería robar. Y si matan, no es porque se
suiciden: siempre “suicidan” a los demás.
En las democracias liberales
occidentales -con la “casta"-, o en los
regímenes marxistas -con el Partido y la “nomenklatura"-,
o en los regímenes dictatoriales bananeros -con los “listillos”
de turno, civiles y militares- solo se gobierna para ELLOS: la “casta", la “nomenklatura", o los
“listillos": o sea, para el “grupito": “la banda de
ladrones".
Y solo y siempre se ejercita “en beneficio propio": contra el BIEN COMÚN
necesariamente. Es decir: el ejercicio del
poder, del que se creen fuente y raíz -lo DEMOCRÁTICO es una mera pantomima
para el que, a estas alturas, aún se quiera dejar engañar: gente que existe, no
se crean-, es cien por cien INJUSTO, porque “los demás” solo están para ser
“utilizados” -usar y tirar-, que es la más brutal injusticia.
Pero lo que no podía sospechar
siquiera san Agustín, porque en su tiempo ni existía, era que “la banda de ladrones", en una nueva vuelta
de tuerca -más criminal aún-, se iba a convertir en una pura y dura MAFIA. Que esto son, pues en esto han quedado, los
gobiernos occidentales; o sea, las democracias liberales.
De ahí que el sistema ha
devenido, única y exclusivamente, en MENTIRA,
DELITO y CORRUPCIÓN: no hay otra cosa, y a cualquier
método vale. De este modo, la mentira, el delito y la corrupción ES el SISTEMA.
Un sistema cerrado en sí mismo y que no pretende ser otra cosa. Porque, con los
presupuestos en los que se apoya, no puede salir otra cosa.
Lo que están haciendo,
gobierno y ¿oposición? en este último mes es
de juzgado de guardia…, si aún hubiera juzgados que no estuviesen vendidos y no
participasen del sistema. Que lo dudo: están por la “ensoñación",
y no se han despertado
Es el bucle final que culmina
el “como si Dios no existiese”: si no existe Dios, solo existe el poder del
hombre enfermo de mentira, corrupción, falsedad y muerte. Los
nombres de los que nos gobiernan, y que pueblan este horizonte, los pueden
completar ustedes.
A mí me coge
demasiado asqueado.
PD. La
Iglesia, la auténtica, la de siempre, la que salió de las manos de Cristo y
quiere seguir en esas manos, NUNCA ha tenido miedo de llamar a las cosas por su
nombre, recordar la doctrina, velar por la buena marcha de las cosas y prevenir
a todo hombre, en general; y, si falta hacía, en particular también; y siempre
PUBLICAMENTE. Todo en orden a formar las conciencias y ordenar las vidas de las
gentes conforme a Dios. La Iglesia Católica ni calla, ni se esconde, ni se
desvirtúa.
Las palabras de san Agustín
que hemos recogido en el titulo son un botón de muestra, de los infinitos que
se podrían aportar.
José Luis
Aberasturi
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