El mundo civilizado
y en particular el mundo científico, tienen una concepción racional de la
historia y, por tanto, busca llevar una cronología precisa, aspira a
identificar pruebas a la hora de afirmar la veracidad de un hecho histórico y a
evitar toda contradicción interna a la hora de relatar un hecho pasado.
La historiografía budista es
todo lo contrario: es mitológica, no presta
atención alguna a la cronología, está llena de palmarias contradicciones
internas y no tiene ningún reparo en violentar abiertamente la razón, la
evidencia o el sentido común, como se ve en el hecho de que no hay acuerdo ni
siquiera sobre los trazos elementales de la vida del “Segundo Buda”, Gurú
Rinpoché, cuya vida conoce diversas versiones: la versión “clásica” y otras dos
muy diferentes: la versión Tibetana-Bön y un relato basado en crónicas indias y
tibetanas tempranas, como admite H. Thompson, el devoto biógrafo del Gurú. A
estos relatos, se debe sumar las inverosímiles y contradictorias (entre ellas)
biografías del Gurú Rinpoché llamadas “tesoros” que, según la superstición
budista, fueron inspiradas o dictadas por el mismo Gurú biografiado –lo cual se
funda en que el Gurú dijo que él le daría un texto-tesoro autobiográfico
a cada generación-, las cuales son tan disparatadas que el mismo H. Thompson
reconoce que no necesariamente son fieles a los hechos históricos e, incluso,
advierte que los intentos de leer los “tesoros” como si fueran documentos
históricos llevan por mal camino. Lo cierto es que el caos historiográfico es
tan visceral que el Prof. F.A. Bischoff halla poca justificación para afirmar
que Gurú Rinpoché haya alguna vez existido.
Ante semejante alud de contradicciones internas, Jamgon Kontrul, cuyo sentido
de la Historia –como admite Thompson- puede parecer caótico, pretende resolver
pragmáticamente el problema, presentando los diversos relatos sobre el Segundo
Buda dejando librado todo al gusto de cada lector. Todo es tan confuso que,
como admite Thompson, la historiografía tibetana presenta al Gurú Rinpoché como
estudiante de todos los máximos maestros, incluido Ananda, el primo de Buda.
El budista H. Thompson, que trata de historiar la vida de G. Rimpoché, admite
que los relatos más tradicionales del pasado tienen solo débiles huellas de lo
que esperamos de las historias –una presentación objetiva, imparcial y
verificable de los hechos. Estas carencias historiográficas del budismo son tan
graves que H. Thompson admite que parecería que entre todos los grupos que se
reúnen a los pies de Buda, el grupo de los historiadores será frecuentemente el
que se vaya con las manos más vacías. Thompson confiesa que todo esto puede ser
fuente de serias perplejidades para los modernos lectores. El tema es tan serio
que, como reconoce Thompson, el budismo mahayana y el budismo tántrico jamás
produjo siquiera un solo historiador o reportero entre sus grandes escolásticos
o maestros de meditación. Thompson, candidateándose al manicomio, propone una
solución a este problema: la conciencia budista está más allá de los confines
de la historia humana, por ende es irracional esperar que el budismo se ocupe,
más allá de un nivel elemental, de una verdad relativa, material e histórica.
Pero, el nivel de irracionalismo anti-científico del budismo no se limita al
campo de la historia, sino que se extiende a otras áreas, como la geografía y
la cosmología, a tal punto que, según el budismo, hay incontables universos y
muchas cosas absurdas más, como ser islas de ogros y dioses subterráneos. Hoy,
los budistas quieren defenderse con frases como esta: «El
Buda no vino al mundo a enseñar geografía». De todos modos, el mismo
Thompson, budista convencido, admite que nadie cree en ninguna de las versiones
de la cosmología budista, mas Thompson, ideologizado, no ceja de atribuirle al
Buda «una elaborada versión del universo».
El budismo es una mentira.
¡Que Dios nos libre del budismo!
BIBLIOGRAFÍA:
Zangpo, N. (H. L.
Thompson), Guru Rinpoché. His Life and Times, Snow Lion, New York 2002.
Bischoff, FA (1978). Ligeti,
Louis, éd. “Padmasambhava is-il un personnage historique?". Colloque Csoma
de Körös Memorial . Budapest: Akadémiai Kiadó: 27-33
Padre Federico
LOS DIOSES MALOS DEL
BUDISMO TIBETANO
Para el budismo tibetano, hay muchos dioses. Ahora bien, estas
deidades son consideradas imperfectas, esto es, seres en vía de purificación y
en proceso de alcanzar la iluminación. Por ende, son dioses viciosos, que,
según la mitología tibetana, a menudo despliegan su furia contra los seres
humanos.
1.- PRIMACÍA (E
INEXISTENCIA) DEL BUDA
Como ya se dijo, Buda prima
sobre todo el panteón de divinidades. Él es
el-que-está-sobre-todos-los-dioses. Él no es como un dios, sino que es
más que un dios. De todos modos, la visión budista es muy paradójica ya que, si
bien Buda es más que todos los dioses, Buda no es nada. En efecto, la doctrina
de la vaciedad, en la cual reside el mismo eje teorético-metafísico del
budismo, es tan extrema que implica que nada (ni siquiera Buda) existe. Esto
es, al fin de cuentas, para el budismo, Buda no existe. Y nunca existió.
2.- PERVERSIONES
DIVINAS
Los dioses budistas son viciosos. Por eso, el budismo tibetano
permanentemente previene contra los dioses iracundos («wrathful
deities») y exhorta a los fieles a que le rindan culto latreútico a
estas perversas divinidades, pues de lo contrario, ellos piensan, éstas se
vengarán terriblemente contra los pobres budistas.
3.- DIOSES
TRANSITORIOS
Ellos creen que los dioses budistas son dioses por un tiempo, luego del
cual se reencarnan en otro tipo de ser (hombre,
demonio, fantasma, piojo,…) según haya sido su comportamiento. De todos
modos, en este caso, más que de “reencarnación”, habría
que hablar de “conversión” ya que los dioses
serían inmateriales (si bien los pintan de modo antropomórfico).
(Continuará…)
Que Dios nos
libre del budismo.
Padre Federico
Highton, S.E.
27/III/MMXX
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