Ya
todo el mundo da por supuesto que las procesiones de Andalucía serán
suspendidas. Ahora bien, aunque pudieran trasladarse a otra fecha situada meses
después, no sería lo mismo. Yo sugiero que las cofradías andaluzas se unan para
pedir a las autoridades, con una sola voz, el que esas procesiones tengan lugar
con la presencia, únicamente, de los cofrades que participan activamente en
esos actos, es decir, sin público.
El que
esas procesiones tuvieran lugar en las calles vacías les dotaría de un carácter
mucho más profundo. La gente asistiría emocionada desde sus casas, viéndolas en
las televisiones.
El que el
1% de la población participara en esas procesiones ya no va a cambiar mucho las
cifras de contagios. Mucho más del 1% está implicado en comercios de
alimentación, personal sanitario, fuerzas de seguridad, etc.
Y, sin
embargo, cuánto levantaría el ánimo de toda Andalucía ese símbolo de fe. Toda
España se sentiría tan feliz de ver por la televisión esas procesiones, esas
pruebas de fe. Todo el mundo, ¡todo el planeta!, contemplaría
esas procesiones en las noticias y se unirían de corazón a ellas. En todos los
países, no solo los católicos, gritarían en sus corazones: ¡Adelante!
Por
supuesto que, si pido que se haga esta petición a las autoridades, no lo hago
para levantar el ánimo de los andaluces, sino porque creo en Dios. Y, al final,
el que acabe esta epidemia está en sus manos.
He pedido
a los andaluces que hagan esta petición, ¿por qué
no he pedido lo mismo a los cofrades de otras partes de España? Pues
porque las procesiones en Andalucía, realmente, son otra cosa. Allí se viven
como en ningún lugar del mundo. Si alguien puede conseguir el levantamiento de
esta prohibición, son ellos.
Alguien me recordará que estamos en tiempo de
desastre nacional. Le contesto que, precisamente, por eso hay más razón para
que esas procesiones se lleven a cabo. ¡¡Ahora más
que nunca!!
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