“Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis” (Mt.19,14)
“Al
que haga tropezar a uno de estos pequeñitos que creen en mí, mejor le sería que
le colgaran al cuello una piedra de molino, y que se ahogara en lo profundo del
mar.” (Mt. 18,6)
La noticia de esta expresa y escandalosa prohibición del gobierno del Chaco a pocos días de comenzado el año lectivo
no debe pasar desapercibida a todo argentino, y en especial a los cristianos.
Como sabemos, siempre se
cocina la rana lentamente; las atrocidades no se cometen de un día para otro, y
por eso es preciso estar alertas ante
los pasos lentos pero sin pausa que va dando la Revolución –siempre
anticristiana- para arrancar de raíz todo vestigio de Dios de las almas.
Hace un par de décadas muchos
sostenían con mucha autosuficiencia que “es
imposible que en Argentina se apruebe el aborto”, y hoy vemos lo que
vemos. Pero la muerte de los más inocentes no es sino la punta
de un gran iceberg que no se sostiene sin la corrupción sistemática de las
almas, por medio de políticas
educativas que –sin importar el nombre del títere de turno en el poder- apuntan
en todo a formar un hombre desarraigado: primero de
su patria, y luego de Dios. Todo ello, inevitablemente nos recuerda las típicas
persecuciones históricas al gusto de la Masonería, por más “abierta” que
se la quiera presentar hoy, lavándole la imagen.
Contando desde hace dècadas con
la complicidad de muchos miembros de la Conferencia Episcopal para el
destronamiento de Cristo colocando en su lugar a la diosa democracia, el
relativismo fue dando paso al indiferentismo religioso y al laicismo más
grosero, desembocando irrevocablemente en un ateísmo militante sin disimulos.
Se comenzó por vaciar de toda
lectura sobrenatural las asignaturas humanas, luego se redujo toda formación
religiosa al buenismo social al amparo del modernismo y liberacionismo; se
banalizó –cuando no fue suprimida- la liturgia, mientras su lugar fue
progresivamente ocupado por la celebración de las principales efemérides
masónicas en fiestitas, discursos y carteleras, todo ello con el beneplácito de
instituciones católicas que luego de formar parte del ditirambo, se alarmaron
hipócritamente cuando su alumnado un buen día se tiñó de “verde”…De esas aguas, estos lodos.
Porque cuando la fe no ha
impregnado toda la vida y se la quiere sostener como una flor en el ojal, a
título meramente decorativo, basta un viento fuerte para que se desprenda y
caiga marchita. Llegados a este punto, no debe sorprender que se
implemente una “escoba” para barrer todo
rastro, que ha quedado por el piso gracias a la desidia de quienes debíamos
haberla hecho brillar como estandarte. Sería bueno escuchar algún pedido de
perdón por estas culpas, y cada uno de nosotros ha de ver su parte.
Y efectivamente, parece haber
llegado ya la etapa del “barrido” oficial,
comenzando subrepticiamente por las provincias más pobres y tal vez más
desprevenidas, como es el caso del Chaco, ubicada en la frontera del Noreste
argentino, una de las regiones con menos católicos del país, víctima del
sincretismo tolerado bajo la difusa idea de “religiosidad
popular” que sale en procesión por la Virgen mientras eleva altares a
los cultos diabólicos del Gaucho Gil (estimulado inclusive por más de un
sacerdote y obispo argentino) o de “san La Muerte”.
Habiendo considerado el
terreno propicio, pues, la Subsecretaría de Niñez,
Adolescencia y Familia a
través de la circular interna Nº 15, y de la Directora de Fortalecimiento
Integral de la Familia (sic!), Andrea Mir, comunicó recientemente a los jefes
de los departamentos de Fortalecimiento Familiar y Promoción Integral del
Adolescente; y por su intermedio a los dispositivos dependientes de los mismos
(CIFFs, Residencias Juveniles y Centros de Adolescentes) que “está terminantemente PROHIBIDO instar a
los niños, niñas y adolescentes a rezar (repetición de fórmulas preestablecidas
como el “Padrenuestro”.) o realizar oraciones espontáneas en el marco que
cualquier actividad de los dispositivos, o a cantar o escuchar canciones
religiosas, o realizar
gestos, signos o celebraciones con connotaciones religiosas, bajo ninguna
circunstancia, pues la opción por un credo religioso es privativo de los
NNA en su entorno familiar, y no forma parte de la misión de esta Dirección ni
de la Subsecretarìa de Niñez Adolescencia y Familia el adoctrinamiento religioso de los
destinatarios de las mencionadas instituciones, conforme la atención laica
prevista por la normativa del Decreto Nº 616/11. En todo caso,
podría expresarse agradecimiento o celebración en general por “la vida”, “la
alegría”, “la amistad”, u otras expresiones que no impliquen opción escrita por
un determinado credo religioso.”
Es evidente que esta señora
toma recaudos para que nadie ose hacer “proselitismo"…
Pero hablando seriamente, lo
cierto es que mientras se deberían tomar tantas medidas concretas de seguridad
y bienestar para niños y adolescentes, es muy significativo que a los
pregoneros del “prohibido prohibir” les preocupe tanto la oración en
los jóvenes, como para “prohibirla terminantemente”, sin eufemismos. Sin duda
los hijos de las tinieblas dan una amarga lección a los hijos de la Luz, sobre
la tremenda importancia de los gestos,
signos y celebraciones a la hora de formar las almas más
delicadas.
Aunque muchos católicos hayan
dejado de reparar en su importancia, ellos están alertas: al padre de la
Mentira le asusta la fe de nuestros niños, así que será cuestión de reforzarla,
sobre todo en esta Cuaresma.
Más allá de que se tome nota y
con la mayor celeridad posible, se tomen las medidas pertinentes para la
repudiar semejante medida (alguna protesta episcopal no vendría mal), urge
sobre todo que quienes aún no han caído en la cuenta, se despierten y adviertan
el tenor de la guerra que hoy vivimos.
Al enemigo no le importan sólo
los adultos, sino sobre todo los niños. No le importa sólo asesinar sus
cuerpos (aborto), sino corromper sus costumbres (ESI), y para que el campo esté
completamente libre, secar sus almas lo más
tempranamente posible hasta implementar el más crudo materialismo ateo en esta
patria mariana.
¿De
nosotros qué busca? El desaliento. Pero por sombrío que resulte
el panorama, no es hora de lamentos, sino de redoblar el testimonio decidido en
Resistencia.
¡Viva Cristo Rey y
su Madre, nuestra Reina!
Mª Virginia








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