Ninguna
conexión con el celibato
Mons. Jordi
Bertomeu reitera que «afirmar la conexión directa de la homosexualidad con la
pederastia a partir de los datos antes subrayados, no solo comporta la comisión
de una gran injusticia, sino la criminalización de una determinada identidad
sexual», pero reconoce que «se habla incluso de tres veces más probabilidades
de cometer el delito de pedofilia entre sacerdotes homosexuales»
(InfoCatólica) Mons. Jordi Bertomeu (Tortosa,
1968) es Oficial de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Fue uno de los «enviados especiales» a Chile a realizar el
informe sobre abusos sexuales por algunos clérigos y religiosos, junto con el
obispo de Malta, Mons. Charles Scicluna.
Ha concedido a la Revista Palabra una entrevista sobre la relación entre el
celibato y los abusos de menores.
Para sus respuestas se basa en
los 6.000 casos de abusos denunciados por las víctimas entre 2001 y 2019, con
los procedimientos que puso en marcha Benedicto XVI. Se trata de casos que
habrían sucedido en los últimos 50 años referentes a los delicta graviora:
uno de los delitos más graves que pueden cometerse en la Iglesia.
NINGUNA RELACIÓN CON
EL CELIBATO
Mons. Bertomeu
resalta que:
No hay ninguna evidencia de
que el celibato sacerdotal cause directamente alguna adicción sexual desviada,
tal como demuestran aquellos casos de hombres o mujeres que, por circunstancias
de la vida deben vivir como célibes.
Además, el celibato nunca ha
sido considerado como un parámetro relevante para identificar a los abusadores.
Más bien, la mayor parte de abusadores son hombres casados. Los sacerdotes,
hombres mayoritariamente célibes (si se excluye a los sacerdotes católicos de
rito oriental y otras excepciones, como los sacerdotes del Anglicanorum coetus,
ex pastores protestantes) se suelen caracterizar y se recurre a ellos,
precisamente, por su equilibrio psicológico, por su disponibilidad y entrega
desinteresada a todos, no solo a los fieles católicos.
Y compara los datos con otras
confesiones cristianas sin ministros célibes.
Sin embargo, los datos que
ofrecen otras iglesias cristianas y no cristianas, sin ministros sagrados
célibes, desmienten dicha afirmación. Así, por ejemplo, la Unity Church de Australia,
con 240.000 miembros, sin jerarquía y con clero masculino y femenino casado
escogido democráticamente, ha sido noticia recientemente por sus 2.500 casos de
abusos de menores. Tales datos contrastan con los de la Iglesia católica, con
466.000 sacerdotes y 6.000 casos denunciados ante la Congregación para la
Doctrina de la Fe.
CELIBATO, ORIGEN
EVANGÉLICO
Además de hacer una bella
defensa del celibato en su dimensión espiritual y humana, Mons. Bertomeu
recuerda el origen evangélico del celibato
Los estudios históricos del
cardenal A. Stickler o de H. Jedin han demostrado no solo el origen evangélico
del celibato, sino su inmediato desarrollo teológico ya en padres de la Iglesia
de la talla de Clemente de Roma e Ignacio de Antioquía, ambos del s. I. El canon
33 del Concilio de Elvira (s. IV), no inventa una «ley
del celibato» hasta entonces inexistente en la vida de la Iglesia, sino
que fue la respuesta a una necesidad de clarificar algunas situaciones de hecho
surgidas tras la desorganización propia del tiempo de las recurrentes
persecuciones martiriales. La posterior reforma gregoriana del s. XI y las
disposiciones sobre el celibato del 2º concilio de Letrán (1139) tampoco se
entenderían sin considerarlas como una vuelta a las raíces por fidelidad al Evangelio
de Jesucristo.
Si la vivencia del celibato ha
sido siempre contracultural, también lo es hoy aún más con independencia de la
crisis actual de los abusos sexuales de menores cometidos por clérigos. Nuestra
sociedad necesita muchos jóvenes que muestren a todos la bondad de vivir un
amor verdadero, casto y libre. Vivir la consagración como «unción» y no simple «función»
estimula a todos, particularmente a los que han recibido la vocación
matrimonial, a entregarse sin desfallecer a pesar de las dificultades
cotidianas. Los sacerdotes son llamados, por tanto, a entregarse con un amor
totalizante para ser «signos» de un amor más real que cualquier utopía: al
respecto, siendo la ordenación una entrega para toda la vida, ninguna iglesia,
ni tan siquiera las orientales, casa a aquellos que ya son clérigos.
LA MAYORÍA DE LOS
CASOS SON RELACIONES HOMOSEXUALES
Ciñéndose a los datos que los
que dispone la Congregación para la Doctrina de la Fe, confirma la cifra del
80% de casos homosexuales, que durante un tiempo ha sido negado por un grupo
ideologizado y fanatizado:
Recientes datos estadísticos
observados al tratar los diversos casos de abusos sexuales de menores, aún muy
parciales y científicamente poco sólidos, permiten sin embargo alertar sobre el
alto número de menores de sexo masculino abusados por sacerdotes (alrededor de
un 80%; insistimos, siempre según los escasos datos de los que se dispone en la
Congregación para la Doctrina la Fe, la competente para tratar dichos delitos).
Se habla incluso de tres veces más probabilidades de cometer el delito de
pedofilia entre sacerdotes homosexuales.
Respecto a esos datos no
ofrece una explicación clara, y se limita a decir que «no
hay relación directa entre homosexualidad y pedofilia o entre esta última y un
'estilo progresista' de clero».
Asegura, por tanto, que no
todos los homosexuales son pederastas o que no hay que criminalizar una
identidad sexual:
«afirmar la
conexión directa de la homosexualidad con la pederastia a partir de los datos
antes subrayados, no solo comporta la comisión de una gran injusticia, sino la
criminalización de una determinada identidad sexual»
Sin embargo, sí apunta a una
posible «subcultura homosexual» en determinados ambientes:
«Más bien, solo
es posible afirmar que una cierta subcultura homosexual propia de algunos
grupos clericales y presente en ciertos seminarios o noviciados, con la
consiguiente tolerancia hacia los comportamientos homosexuales activos, puede
llegar a derivar en la pederastia. Son situaciones que merecerían mayor atención
por parte de los pastores, que cuentan con los medios pastorales y
disciplinares para invitar con el ejemplo, la palabra e incluso la coacción a
una vida casta que no suponga un peligro ni escándalo para el mismo sacerdote y
para la Iglesia».
Ya es mucho más de lo que
hasta hace poco se negaba. También es de destacar que en la entrevista no
afloró como causa, ni principal, ni tangencial, el tan manido y etéreo
clericalismo que tan presente estuvo en los últimos años como causa de los
abusos.
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