martes, 17 de diciembre de 2019

¿EL YOGA ES SÓLO UN DEPORTE? EXMAESTRA RESPONDE


Rosa María Ramírez, exmaestra de yoga y quiromasajista, explica los riesgos espirituales que implica la práctica del yoga, ya que no se trata solamente de un ejercicio físico, sino que cada una de las posturas que se realizan es una adoración o llamada al demonio.
HM Televisión ha publicado un vídeo titulado “El yoga, el gran engaño”, en el que Rosa María Ramírez, exmaestra de yoga y quiromasajista, junto con Juan Sánchez Requena, también examestro de yoga con un máster en naturopatía, explican por qué el yoga no es sólo una práctica deportiva, sino que es esencialmente “espiritual”.
“El yoga no es una actividad ni un deporte, sino que es espiritualidad”, asegura Ramírez.
“El yoga bajo el concepto de ejercicio físico, que son las asanas, que es por donde suele entrar todo el mundo, porque necesitan hacer ejercicio físico, está muy bien disfrazado, asegura Ramírez.
La exmaestra de yoga explica que una de las primeras cosas que se enseña en el yoga es “un rezo u oración en donde se dice de manera repetitiva y alargando la palabra ‘Om’. Esto ya es un llamamiento” y subraya que de una forma muy sutil, con nuestro cuerpo estamos adorando a deidades o al demonio”.
Cada postura, también llamadas “asanas”, representa a una deidad o a un demonio, afirma.
Según precisa Ramírez, una de las “asanas” más frecuentes es “el saludo al sol”. “Había que hacer esa serie mirando para el norte, para el sur, para el este y para el oeste, 108 veces por sitio. Es la serpiente, la cobra. Esto es un llamamiento a lo grande”, explica.
Otra postura conocida como “la flor de loto” es, según afirma Ramírez, una adoración “al dios Shiva y esto es un llamamiento a Kundalini”.
“Kundalini es la serpiente, el dragón. Ellos le llaman de otra manera, pero es el demonio y se trata de despertar esa energía sutilmente”, explica el exmaestro de yoga Juan Sánchez Requena.
“Es repetir una frase, una palabra constantemente, sin ser consciente de que estamos adorando y llamando al diablo. Ponen una música de fondo bonita, te va gustando cada vez más, e incluso fuera de las clases de yoga sales cantando sin ser consciente del gran error que estás cometiendo”, explica Ramírez.
Al inicio y al fin de la clase de yoga se hace un saludo llamado “namasté”, que según apunta Ramírez significa “yo me inclino ante lo divino que hay en ti. Llega el punto en el que te crees que eres dios”.
Según explica Rosa María, ella como maestra de yoga hacía a sus alumnos “repetir esos mantras” sin ser consciente. “Les decía que se iban a sentir muy bien, les decía que todas las mañanas al levantarse dijeran delante del espejo: “Yo sé que soy dios, yo sé que soy feliz” y eso les haría sentir mejor”.
En el vídeo de HM Televisión también se recoge el testimonio de Mairead Bernal, que asegura que cuando practicaba yoga no desconocía que “rendía culto a un dios falso y que estaba pecando contra el primer mandamiento”.
“Pensaba que estiraba mi cuerpo, me hacía sentir bien por un rato, pero no me daba cuenta de la parte espiritual del yoga”, y que estaba permitiendo a los espíritus malignos entrar en mi vida así”, explica Bernal.
En ese sentido, también subraya que al conocer más sobre la fe católica se dio cuenta de que “el culto nos hace más semejantes de quien adoramos. Si adoramos al Santísimo es para hacernos más como Él. Cuando haces yoga estas negando que tú estás creado a imagen y semejanza de Dios”.
CÓMO SALIERON DEL YOGA
En entrevistas anteriores Rosa María Ramírez y Juan Sánchez Requena explicaron cómo dejaron el yoga.
Sánchez Requena fue uno de los primeros maestros de Rosa María y vivió una profunda conversión que le hizo avisar a todos sus antiguos alumnos de los peligros de la nueva era (new age).
“Cuando te metes en este tipo de terapias, adquieres estos supuestos dones que no son tales dones, sino que es el demonio actuando a través de ti para ‘curar’ a esas personas, para que esas personas se enganchen y te traigan a más gente”, explicó Ramírez en una entrevista anterior, también a HM Televisión.
“Es como un callejón sin salida, no sabes a quién acudir, pedir ayuda. Por vergüenza o miedo que te tachen de loca. ¿Cómo vas a ver al demonio? Pues sí, lo ves y viene a visitarte porque viene a cobrarse esos impuestos, porque antes te ha ayudado y se los cobra con intereses. Cada vez peor”, explicó.
Rosa María pasó un periodo muy duro de gran inestabilidad física y emocional, provocado en gran parte por las prácticas relacionadas con la nueva era que llevaba a cabo.
Juan Sánchez Requena dio una conferencia sobre los peligros de la nueva era en los salones parroquiales de una iglesia e invitó a Rosa María que llegó antes de tiempo.
Ella entró en la iglesia justo en el momento de la consagración. Y ahí se convirtió. “Se me abrieron los oídos, los ojos, el entendimiento y conocí al sacerdote Antonio Salido, quien sin conocerme de nada me dio un abrazo y me hizo la señal de la cruz en la frente”, explicó.
Posteriormente comenzó un proceso de acercamiento a la fe que culminó dejando totalmente de lado las prácticas relacionadas con la nueva era. 
Redacción ACI Prensa

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