“Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, Dios
no se muda, la paciencia, todo lo alcanza; Quien a Dios tiene nada le falta:
Solo Dios basta”, decía la gran Santa Teresa de
Jesús, la primera mujer Doctora de la Iglesia y fundadora de las Carmelitas Descalzas.
Santa Teresa nació en Ávila (España) el 28 de marzo de 1515. A los 18
años ingresó en el Carmelo y a los 45 años, buscando responder a las gracias
extraordinarias que recibía del Señor, emprendió una misión renovadora. Por
ello, junto a San Juan de la Cruz introdujo la gran reforma carmelitana.
A pesar de haber sido incomprendida, perseguida y hasta acusada en la
Inquisición, fundó nuevos conventos, optando por una vida más austera, sin
vanidades, ni lujos.
Sumergida muchas veces en éxtasis y con experiencias místicas, nunca
dejó de ser realista. Asimismo, siendo relativamente inculta, dialogó con
miembros de la realeza, personajes ilustres, miembros eclesiásticos y Santos de
su época para darles consejos, recibir ayuda, y llevar a cabo lo que se había
propuesto.
Cierto día dijo: "Teresa sin la gracia
de Dios es una pobre mujer; con la gracia de Dios, una fuerza; con la gracia de
Dios y mucho dinero, una potencia".
Santa Teresa, cuyos escritos son un modelo seguro en los caminos de la
plegaria y de la perfección, partió a la Casa del Padre un 4 de octubre de 1582
y con la corrección del Calendario Gregoriano, el día 15 de octubre. Fue
canonizada en 1622 y reconocida como Doctora de la Iglesia por el Beato Pablo
VI en 1970.
Con motivo del V Centenario del Nacimiento de Santa Teresa de Jesús, que
se celebró el pasado 28 de marzo, el Papa Francisco concedió un “tiempo jubilar” iniciado el 15 de octubre del
2014 y que concluye hoy.
Redacción ACI
Prensa
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