El director general del Foro de la Familia Javier
Rodríguez, explicó que el uso de adjetivos descalificadores no es “nada nuevo”
sino que es “un inconveniente propio de cualquier compromiso con los valores,
las propias ideas y convicciones” y “ninguna etiqueta será impedimento para
abandonarlas”
Rodríguez publicó una carta en la que explicó que no es “nada nuevo” que al defender una convicción que no
sea compartida por la mayoría de las corrientes de pensamiento lleve implícita “la adjudicación de la etiqueta de “ultra” seguido de lo
que sea, independientemente de que esa convicción tenga su base en un
razonamiento lógico y sólido o no”.
Según precisó, esa calificación de “'lo que
sea’ que sigue al prefijo 'ultra' puede ser distinto en función de la
naturaleza de la convicción. Por ejemplo, si lo que se defiende es la libertad
religiosa, la laicidad frente al laicismo, lo más probable es que la etiqueta
sea ‘ultracatólico’”.
Por eso, también aseguró que “si lo que se
defiende es una protección específica de la institución matrimonial entre mujer
y hombre por el bien que aporta a la sociedad en cuanto al surgimiento y
crianza de nuevas vidas, o la libertad de educación que respete el derecho y
responsabilidad de los padres consistente en educar a sus hijos conforme a sus
creencias o valores, la etiqueta asignada suele ser la de ‘ultraconservador’”.
Algo que se repite con “muchos más ejemplos”.
Rodríguez explica también que esto es algo que ha sucedido “en todas las sociedades a lo largo de la historia”, ya
que siempre hay “una masa acrítica que sigue las
corrientes dominantes, normalmente sin dedicar demasiado tiempo a profundizar
en por qué se afirma lo que se defiende, sino que se adhiere a ello en función
del 'grupo' que lo impulsa, en una suerte de sentimiento de pertenencia a una
identidad colectiva”.
Aunque por el contrario también hay “una
minoría que sí profundiza en las cuestiones, que dedica tiempo a pensar de
forma crítica en las últimas razones y argumentos que sustentan las distintas
posturas y afirmaciones, provengan de donde provengan”.
“Son estas personas que piensan y razonan
antes de adherirse -o no- a cualquier corriente las que resultan incómodas para quienes están interesados en mantener una
masa social acrítica”, explica.
Rodríguez subraya que éstos son “los inconvenientes propios de
cualquier compromiso, en este caso el del compromiso con los propios valores, con las propias ideas y convicciones”.
Y que quien asume un compromiso “sabe de
antemano que habrá momentos difíciles”, por eso “uno
se compromete con aquello que realmente considera que merece la pena”, “con
aquello que considere lo suficientemente importante como para superar, en su
momento, los inconvenientes que se deriven por mantener dicho compromiso”.
Por eso plantea si la Familia, la Vida y la
Libertad “son susceptibles de una defensa convencida, a la luz de razonamientos
lógicos o si merece la pena afrontar las dificultades que se presenten por
mantenerse firme en esas convicciones”.
“Son preguntas que cada uno habrá de hacerse, que
exigen, como todo compromiso, un tiempo de análisis crítico, sereno y
profundo”, afirmó el director general del
Foro de la Familia.
Además insistió en que “siempre es buen
momento para pensar más, y siempre es buen momento para renovar nuestros
compromisos” también desde el Foro de la Familia, ya que, según afirmó, “son tan
contundentes las razones que nos llevan a defender nuestras causas que ninguna
etiqueta será impedimento para abandonarlas”.
Redacción ACI
Prensa
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