Dice el Catecismo de
la Iglesia Católica en su numeral 2068:
El Concilio de Trento enseña que los diez mandamientos obligan a los cristianos
y que el hombre justificado está también obligado a observarlos (cf DS
1569-1670). Y el Concilio Vaticano II afirma que: “Los
obispos, como sucesores de los Apóstoles, reciben del Señor […] la misión de
enseñar a todos los pueblos y de predicar el Evangelio a todo el mundo para que
todos los hombres, por la fe, el bautismo y el cumplimiento de los
mandamientos, consigan la salvación”
Dice el Catecismo de
la Iglesia Católica en su numeral 2072:
Los diez mandamientos, por expresar los deberes fundamentales del hombre hacia Dios y hacia
su prójimo, revelan en su contenido primordial obligaciones graves. Son básicamente inmutables y su obligación
vale siempre y en todas partes. Nadie podría dispensar de ellos. Los
diez mandamientos están grabados por Dios en el corazón del ser humano.
Dice Amoris Laetitia
en su punto 301:
… ya no es posible decir que
todos los que se encuentran en alguna situación así llamada «irregular» viven en una situación de pecado
mortal, privados de la gracia santificante. Los límites no tienen que ver solamente con un eventual desconocimiento
de la norma. Un sujeto, aun conociendo bien la norma, puede tener una
gran dificultad para comprender «los valores
inherentes a la norma» o puede estar en condiciones concretas que no le
permiten obrar de manera diferente y tomar otras decisiones sin una nueva
culpa.
Bien, donde pone “norma", entiéndase mandamiento de Dios. El
contexto es el de las relaciones adúlteras (divorciados vueltos a casar), y el
sexto mandamiento del Decálogo es muy claro: «No
cometerás adulterio» (Ex 20, 14; Dt 5, 17).
Amoris Laetitia pretende que
un sujeto, aun conociendo bien el
mandamiento -o sea, no hay ignorancia invencible- sobre el adulterio,
puede seguir adulterando sin culpa.
La cuestión es: lo
que vale para el sexto mandamiento, ¿no vale para los demás?
¿Se puede ser
bautizado y no amar a Dios sobre todas las cosa sin culpa?
¿Se puede ser
bautizado y tomar el nombre de Dios en vano y caer en idolatría sin culpa?
¿Se puede ser
bautizado y no santificar el Día del Señor sin culpa?
¿Se puede ser
bautizado y deshonrar a padre y madre sin culpa?
¿Se puede ser
bautizado y ser un asesino sin culpa?
¿Se puede ser
bautizado y ser un adúltero sin culpa?
¿Se puede ser
bautizado y ser un ladrón sin culpa?
¿Se puede ser bautizado
y ser calumniador y mentiroso sin culpa?
¿Se puede ser
bautizado y desear lo ajeno sin culpa?
Según Amoris
Laetitia, sí se puede.
Y ahora yo pregunto a todos aquellos -cardenales, obispos, sacerdotes,
religiosos, teólogos, catequistas, simples cristianos de a pie- que sostienen
que Amoris Laetitia se puede interpretar conforme a la enseñanza previa de la
Iglesia, en base a una supuesta hermenéutica de la continuidad: ¿de qué van ustedes? ¿A quién
quieren engañar?
Puedo entender, aunque no
compartir, el silencio. Puedo entender, aunque ya tampoco compartir, que se
buscara una explicación a lo inexplicable. Puedo entender el miedo a provocar un cisma, a enfrentarse a una
realidad -la de un Papa “enseñando” algo
radicalmente contrario a las Escrituras y la Tradición- que parece que hace
saltar en pedazos el ministerio petrino. Por cierto, convendrán ustedes conmigo
en que el que atenta contra tal ministerio no es el que denuncia el error de un
Papa sino el Papa que lo comete.
Lo que no puedo entender es
que se nos tome por imbéciles y se nos
quiera hacer creer que lo que es no es, o que lo que no es, es. No nos
mientan.
La posibilidad de que un ángel
o un apóstol, tanto más un sucesor de apóstol, nos anuncie otro evangelio
diferente queda establecida en la epístola de San Pablo a los Gálatas. Y
también deja claro lo que cabe hacer:
Pero aunque
nosotros mismos o un ángel del cielo os
anunciásemos un evangelio diferente del que os hemos predicado, ¡sea anatema!
Como os lo
acabamos de decir, ahora os lo repito: si
alguno os anuncia un evangelio diferente del que habéis recibido, ¡sea anatema!
Gal 1,8-9
Y ante eso, vuelvo a preguntar
a los mismos de antes: ¿qué
es para ustedes más importante? ¿la fidelidad a quien nos pretende anunciar un
evangelio diferente o la fidelidad a Cristo?
¿Acaso podrá salvarse un adúltero por el mero
hecho de seguir las palabras erradas de Francisco? ¿Podrá salvarse un
idólatra? ¿Podrá salvarse un asesino?
¿Dónde queda la fe? ¿Dónde la moral? ¿dónde el sacrificio de Cristo
para salvarnos del pecado? ¿Dónde la
gracia de Dios que nos hace libres para cumplir su voluntad?
¿Cisma? No, no hay peligro de cisma. Hay una apostasía muy real que está
teniendo lugar ante nuestros ojos. Pero es más fácil o cómodo mirar para otro lado y engañar a los
débiles en la fe para que sigan el camino del error.
Cristo preguntó:
“…Cuando venga
el Hijo del Hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?” Luc 18,8
Yo pregunto: ¿encontraría
Cristo fe católica sobre la tierra si regresara hoy?
Sí, en estos:
El dragón se enfureció contra
la mujer y se marchó a hacer la guerra al resto de su descendencia, a aquellos que guardan los mandamientos de Dios y
mantienen el testimonio de Jesús. Ap 12,17
Levántate Señor, y
defiende tu causa.
Ruega por nosotros, Santa
Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor
Jesucristo.
Luis Fernando
Pérez Bustamante
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