Por: Alison González Andrade | Fuente: Catholic.net
¿Sabías que es en la juventud en donde alcanzamos
las más grandes idealizaciones en nuestra vida?
ESTAMOS EN ESE
MOMENTO DE LA VIDA EN DONDE LO PODEMOS SOÑAR TODO ¡LO QUE SEA!
Podemos visualizarnos estudiando en tal universidad, yéndonos de
mochilazo a "X" país, trabajar en
una empresa o incluso crear la nuestra. Colaborar para las más nobles causas,
encontrar al amor de nuestra vida, hacer las amistades con quienes compartir
todos nuestros logros.
¡EN POCAS PALABRAS,
PODEMOS HACERLO TODO!
Pero la pregunta es: ¿Qué es lo que
quieres? ¿En qué quieres invertir todos estos años?
Hay tantas opciones e inimaginables escenarios en donde podemos visualizarnos.
Antes que puedas pensar en alguna respuesta, me gustaría que reflexiones
sobre lo siguiente: Tienes una vida y esa vida fue
creada para algo. Tu vida tiene un sentido de existencia. No puedes simplemente
dejar que el tiempo te coma y avances al compás de la rutina.
“You have one shot” tienes una sola oportunidad
para hacer bien las cosas. Si Dios supiera que una vida
no es suficiente, entonces nos hubiera dado más. Sin embargo no es así. Él sabe
que con una sola nos basta para encontrar el motivo que le da sentido a cada
instante de nuestra vida.
Personalmente, te cuento que he pasado por momentos de incertidumbre.
Desde no saber qué estudiar, ni en donde, hasta actualmente, no saber a qué me
quiero dedicar profesionalmente.
Dicha incertidumbre no es porque no tenga idea de lo que quiero hacer,
sino todo lo contrario, ¡lo quiero hacer TODO! Por
momentos me dan ganas de ser abogada y velar por la justicia de los más
indefensos, luego quiero ser empresaria y cuidar a mi gente e incluso me he
planteado la vida religiosa para dedicarme a Jesús de tiempo completo.
Te comparto un fragmento de Santa Teresita, cuando lo leí, no pude
contener las lágrimas, ella había pasado por la misma incertidumbre en la que
nosotros nos podemos encontrar: “Siento la vocación de guerrero, de sacerdote, de apóstol, de doctor, de
mártir. En una palabra, siento la necesidad, el deseo de realizar por ti,
Jesús, las más heroicas hazañas… Siento en mi alma el valor de un cruzado, de
un zuavo pontificio. Quisiera morir por la defensa de la Iglesia en un campo de
batalla.”
¡SANTA TERESITA LO QUERÍA HACER TODO!
Dios ha permitido que en nuestros corazones se gesten los anhelos más
grandes, ¿Y sabes qué? El alma estará inquieta hasta que satisfaga todos esos
deseos.
Observa la energía y pasión que encerraba Santa Teresita en su corazón…
es la misma que llevamos dentro al querer trascender en esta tierra.
“Siento en mí la vocación de sacerdote, ¡con qué
amor, Jesús, te llevaría en mis manos cuando, al conjuro de mi voz bajaras del
cielo!
Siento vocación de apóstol… quisiera recorrer la
tierra, predicar tu nombre y plantar tu cruz gloriosa en suelo infiel.
Quisiera ser misionera no sólo durante algunos
años, sino haberlo sido desde la creación del mundo y seguirlo siendo hasta la
consumación de los siglos…”
Santa Teresita se planteó muchos escenarios apetecibles, sin embargo
ninguno era la respuesta. Su corazón lo anhelaba todo.
¿NO TE HAS SENTIDO
ASÍ? CON GANAS DE COMERTE EL MUNDO, CON GANAS DE ENTREGARLO TODO, DE VER EL
CAMBIO SIN QUE PASE OTRA GENERACIÓN. ¿NO QUIERES SER PARTE DE LA HISTORIA Y
TENER ANÉCDOTAS INIGUALABLES QUE CONTAR A TUS NIETOS?
San Pablo en la carta a los corintios nos da la respuesta a esta
incertidumbre.
“Hay diversidad de carismas, pero el espíritu es el
mismo. Hay diversidad de servicios, pero el Señor es el mismo. Hay diversidad
de ACTIVIDADES pero uno mismo es el Dios que activa todas las cosas en todos…
en todo caso, anhelen los carismas más valiosos y todavía les voy a mostrar un
camino más excelente: Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los
ángeles… aunque tuviera el don de hablar de parte de Dios y conociera todos los
misterios y toda la ciencia… aunque mi fe fuera tan grande como para trasladar
montañas, si no tengo AMOR nada soy.
Aunque repartiera todos mis bienes a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, de nada me sirve.”
¡ES EL AMOR! ESTAMOS
HECHOS PARA PLENIFICARNOS EN EL AMOR!
Podemos ser los mejores arquitectos, podemos tener la mejor empresa,
incluso podemos tener la más bella familia, pero si no tenemos Amor, de nada
nos sirve.
El camino es el amor. El camino es la entrega total de tu ser al
servicio de los demás por amor al otro y sobre todo por amor a nuestro Señor.
Como decía San Agustín: “Ama y haz lo que quieras.”
Pero ama de verdad, sin condición, sin límite. Déjate guiar por el Amor
y no des otra cosa que el amor mismo.
Deseo que en esta cuaresma puedas descubrir el gran amor de Dios y que
arda en tu corazón. Aprovecha este tiempo para volcar todo tu ser a Dios y de
una vez por todas entregarte a Él.
Te comparto la conclusión a la que llegó Santa Teresita: “Comprendí que el amor encerraba en sí todas las
vocaciones, que el amor lo era todo, que el amor abarcaba todos los tiempos y
lugares… en una palabra, ¡que el amor es eterno!
Entonces, al borde de mi alegría delirante, exclamé: ¡Jesús, amor mío… al fin he encontrado mi vocación! ¡Mi
vocación es el amor!”
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