REVELACIÓN PRIVADA A LA BEATA ELENA AIELLO
La Justicia
divina reclama la satisfacción de tantas ofensas y maldades que cubren la
tierra y no se puede tolerar más.
Por: n/a | Fuente: PortaLuz.org // Religión en Libertad
Por: n/a | Fuente: PortaLuz.org // Religión en Libertad
El 2 de abril de 2011 Su Santidad Benedicto XVI reconoció formalmente un
milagro atribuido a la intercesión de Sor Elena Aiello, fallecida en 1961. El día de la Santa
Cruz, 14 de septiembre de 2011 fue beatificada en Cosenza (Calabria, Italia).
Su amor y fidelidad a Dios, señala la web Portaluz, le
habían hecho merecedora de compartir los estigmas de Cristo.
Pero esta mística del siglo XX recibió además ocasionalmente el don de profecía que le
permitió por ejemplo advertir el trágico final de Benito Mussolini; y también
el privilegio de recibir revelaciones místicas… cuyos
contenidos advierten a la humanidad y urgen a la conversión.
Una de esas revelaciones, quizá la más conocidas es aquella que recibió el Viernes Santo de 1954 y que en lo
medular es de gran actualidad, en la crisis que atraviesa la Iglesia.
Le advierte en ella la Santísima Virgen María: “El
hogar, fuente de la fe y de santidad, está manchado y destruido. Los hombres
continúan viviendo ciegos en sus pecados. Cerca está el azote que
limpiará la tierra del mal. La Justicia divina reclama la satisfacción de
tantas ofensas y maldades que cubren la tierra y no se puede tolerar más. Los
hombres obstinados en sus culpas no se vuelven a su Dios. La gente no se
somete a la Iglesia y desprecia a los sacerdotes por haber muchos malos entre
ellos, que son causa de escándalos”.
Seguidamente la Madre de Dios le señala qué hacer ante esa situación: “Levanta la voz, hasta que los sacerdotes de Dios
presten oído a mi mensaje, y avisen a los hombres que el tiempo está
cerca, y si no se convierten a Dios con oraciones y sacrificios, el mundo se verá
envuelto en una nueva guerra (…)”.
“Hacen falta oración y sacrificios -continúan las
revelaciones-, que vuelvan a los hombres a Dios y a mi Corazón Inmaculado.
Propaga todo esto por el mundo, como eco verdadero de mi voz. Hazlo saber
porque ayudará a salvar muchas almas e impedirá mucha destrucción en la Iglesia
y en el mundo”.
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