Acojo la petición para
que hable algo acerca del Sínodo de la Amazonia. Aunque sobre este tema ya he
dedicado un post, diré algunas cosas más para los que me quieran escuchar.
No importa si el sínodo es sobre
la Amazonia o sobre la jungla tropical africana, lo que realmente está sobre la
mesa es que ahora mismo hay dos posturas eclesiales en pugna por el alma de la
Iglesia. Y ese es el asunto, el gran asunto. Y lo demás son ramificaciones
menores.
Y está claro que el tema que
afecta al núcleo no se va a dirimir en ese sínodo. Estoy cierto de ello porque
el instrumentum laboris es, además, increíblemente largo. Todos los que
hemos estado en reuniones del clero bien sabemos que si se quiere que los curas
no saquen los pies del tiesto lo que hay que hacer es darles muchas páginas de
trabajo para la reunión, muchos puntos. La discusión morirá tanto por la prisa
como por la necesidad por acabar con tantos puntos.
En este futuro sínodo, más que
reunirse a dialogar, van a reunirse a producir y producir matices y más matices
a un camino ya fijado de antemano sobre temas accesorios, sin tomar el toro por
los cuernos. Lo que va a haber es ruido de sables y de más sables chocando. No
un diálogo fructífero, sino un mero choque de sables porque el modo en que se
ha planteado la reunión no favorece el diálogo, sino un mero enfrentamiento en cuestiones
menores.
Justo es decir que el instrumentum (el carril) no ha sido fijado de
modo, precisamente, aséptico y neutral. El encuentro ya nace descarrilado
porque la vía férrea es precisamente el obstáculo para el encuentro de las
mentes. Un instrumentum inmenso (en
tamaño) que no aborda el asunto nuclear, que se parece más a un ring de boxeo.
Si lo que se quería era crear un laberinto donde perderse, el resultado ha sido
óptimo.
Alguien dirá que la acción del
Espíritu Santo puede sorprender. Sí, sin duda. Pero no favorece esa acción
divina el reunir a muchos individuos y apabullarlos con tantas páginas de
trabajo, con páginas que favorecen la lucha esquivando el alma profunda que ha
producido el texto y que, encima, no han sido redactadas de modo neutral. El
resultado de ese encuentro resulta previsible. Como ya dije, en mi primer post,
lo que hay que replantearse es el entero método para conformar cualquier sínodo
futuro.
Sí, sería bueno, sin ninguna
duda, una sana, productiva y caritativa discusión de las dos grandes posturas
eclesiales sobre los grandes temas. Pero lo que no conviene hacer es sortear
los problemas eclesiales y encima reunir a los integrantes en un pequeño campo
preparado para favorecer una batalla. Y que conste que me parece muy bien que
se discuta cómo defender la ecología o qué papel tiene la religión natural no
revelada o cuestiones sociales. Nada de eso me parece mal que se discuta. Pero,
con toda humildad, este sínodo, tal como está planteado, solo va a favorecer la
crispación.
Los que han producido el instrumentum hablando de inculturación ¿es que desconocen qué van a hacer los medios de
comunicación televisivos, los blogs y las webs? Incluso Caperucita
probablemente debió tener más reparos antes de adentrarse en el bosque del lobo
que los redactores del instrumentum al
lanzarse a una batalla campal amazonico-universal. Esto va a ser algo parecido
a Viernes 13 pero con peritos, obispos y tal.
Pero estos que hablan de
inculturación parece que desconocen que estamos en este momento concreto del
siglo XXI. ¿A quién se le ocurre echar cien litros
de sangre de buey en aguas infestadas de tiburones? Pero no sé, a lo
mejor ahora se incultura así.
P. FORTEA
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