viernes, 6 de septiembre de 2019

CUANDO EL CAMINO ES EL PROBLEMA PARA ANDAR


Acojo la petición para que hable algo acerca del Sínodo de la Amazonia. Aunque sobre este tema ya he dedicado un post, diré algunas cosas más para los que me quieran escuchar.

No importa si el sínodo es sobre la Amazonia o sobre la jungla tropical africana, lo que realmente está sobre la mesa es que ahora mismo hay dos posturas eclesiales en pugna por el alma de la Iglesia. Y ese es el asunto, el gran asunto. Y lo demás son ramificaciones menores.

Y está claro que el tema que afecta al núcleo no se va a dirimir en ese sínodo. Estoy cierto de ello porque el instrumentum laboris es, además, increíblemente largo. Todos los que hemos estado en reuniones del clero bien sabemos que si se quiere que los curas no saquen los pies del tiesto lo que hay que hacer es darles muchas páginas de trabajo para la reunión, muchos puntos. La discusión morirá tanto por la prisa como por la necesidad por acabar con tantos puntos.

En este futuro sínodo, más que reunirse a dialogar, van a reunirse a producir y producir matices y más matices a un camino ya fijado de antemano sobre temas accesorios, sin tomar el toro por los cuernos. Lo que va a haber es ruido de sables y de más sables chocando. No un diálogo fructífero, sino un mero choque de sables porque el modo en que se ha planteado la reunión no favorece el diálogo, sino un mero enfrentamiento en cuestiones menores.

Justo es decir que el instrumentum (el carril) no ha sido fijado de modo, precisamente, aséptico y neutral. El encuentro ya nace descarrilado porque la vía férrea es precisamente el obstáculo para el encuentro de las mentes. Un instrumentum inmenso (en tamaño) que no aborda el asunto nuclear, que se parece más a un ring de boxeo. Si lo que se quería era crear un laberinto donde perderse, el resultado ha sido óptimo.

Alguien dirá que la acción del Espíritu Santo puede sorprender. Sí, sin duda. Pero no favorece esa acción divina el reunir a muchos individuos y apabullarlos con tantas páginas de trabajo, con páginas que favorecen la lucha esquivando el alma profunda que ha producido el texto y que, encima, no han sido redactadas de modo neutral. El resultado de ese encuentro resulta previsible. Como ya dije, en mi primer post, lo que hay que replantearse es el entero método para conformar cualquier sínodo futuro.

Sí, sería bueno, sin ninguna duda, una sana, productiva y caritativa discusión de las dos grandes posturas eclesiales sobre los grandes temas. Pero lo que no conviene hacer es sortear los problemas eclesiales y encima reunir a los integrantes en un pequeño campo preparado para favorecer una batalla. Y que conste que me parece muy bien que se discuta cómo defender la ecología o qué papel tiene la religión natural no revelada o cuestiones sociales. Nada de eso me parece mal que se discuta. Pero, con toda humildad, este sínodo, tal como está planteado, solo va a favorecer la crispación.

Los que han producido el instrumentum hablando de inculturación ¿es que desconocen qué van a hacer los medios de comunicación televisivos, los blogs y las webs? Incluso Caperucita probablemente debió tener más reparos antes de adentrarse en el bosque del lobo que los redactores del instrumentum al lanzarse a una batalla campal amazonico-universal. Esto va a ser algo parecido a Viernes 13 pero con peritos, obispos y tal.

Pero estos que hablan de inculturación parece que desconocen que estamos en este momento concreto del siglo XXI. ¿A quién se le ocurre echar cien litros de sangre de buey en aguas infestadas de tiburones? Pero no sé, a lo mejor ahora se incultura así.

P. FORTEA

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