Nunca, con tan pocas palabras, se había dicho tanto…
*
Abandona la vía segura y cómoda. Lánzate a la ruta incierta, llena de enigmas e
inseguridades, y hazlo solitariamente. Dios te acompañará y te dirá qué camino
tomar.
* Cuando
puedas, di en tu oración: “Señor, que se haga tu
voluntad, no la mía, que la libertad que me diste sea acorde a tus designios.”
* Dios es
el Escritor. La vida es la obra. El mundo el teatro. Y nosotros los actores.
Con nuestra libertad, decidimos qué clase de papel representaremos, si uno
mediocre o uno que se merezca una ovación de pie, o incluso si queremos o no
actuar. Dios nos pone el libreto, la obra y el escenario, pero depende de
nosotros hacer una representación digna de premiación.
* ¿Para
qué estamos en esta vida? No podía ser más simple: ¡Para crecer!
* Señor:
nada está claro, pero todo está decidido. Simplemente abre las puertas e indica
la ruta, que yo te seguiré.
* Un
coche no siente compasión si ve a un niño pobre. Tampoco siente amor por nadie.
Una cosa no puede sentir tristeza, cariño o ilusión. Entonces, si un coche, una
gran casa, ropa de diseñador, aparatos electrónicos o joyas está tan alejados
de nuestra naturaleza ¿Cómo podemos esperar que nos hagan felices?
* Te
falta todo para rezar: Tiempo, gusto, valor, conocimiento para hacerlo.
Recuerda entonces estas palabras: “No tener nada
que decir, no importa. No saber decir nada, tampoco importa. No tener gusto en
rezar, nada importa tampoco. No tener ganas de rezar, lo mismo da. Lo que
importa es tener el deseo de encontrar al Señor por sí mismo, y aunque se esté
delante de El como un tronco, ¡Estar allí! Estoy delante de Vos, estoy en Vos.”
* La vida
es sencilla, no fácil.
* Dijo
Simone de Beauvoir, “al suprimir a Dios nos hemos
quedado sin el único interlocutor que realmente valía la pena”.
* La
crisis de fondo no está en cómo expresarse en la oración sino en qué expresar.
* Con
frecuencia, se prefiere la seguridad a la libertad.
* Se han
aceptado como criterios de vida la inmediatez, la eficacia y la rapidez. Por
contraste, la vida de fe es lenta y exige una constancia sobrehumana, su
adelanto es oscilante y no se le puede comprobar con métodos exactos de medición;
en consecuencia nos sentimos defraudados, confusos y como perdidos en una
selva. ¡Animo! Que los tiempos de Dios no son nuestros tiempos, ni sus caminos
nuestros caminos. Y sin embargo, siempre se las arregla para que lo
encontremos.
* Lucha
sí, pero lucha con paz. Trabajo sí, pero trabajo con alegría.
* La
felicidad no está en tener o no tener, sino en aceptarlo todo con paz.
*
Seguramente que el día del juicio no se nos va a preguntar que noticias
curiosas leímos o cuanto sabemos sino qué obras buenas hicimos.
* Padre
nuestro, el celestial, haz que seas reconocido como Dios, haz que Tu Reino
venga, haz que Tu voluntad se cumpla en la tierra así como se cumple en los
cielos. Danos hoy el pan que necesitamos, perdónanos nuestras deudas como
nosotros ya hemos perdonado a los que nos han ofendido. No nos expongas a la
tentación, más líbranos del mal. El Reino, el Poder y la Gloria son tuyos, por
los siglos de los siglos. Amén.
* Hay
oraciones hermosas, y devocionarios muy completos, pero aprende a realizar tus
propias oraciones, incluso a escribirlas y te darás cuenta de que rezarás desde
el fondo de tu corazón.
* ¿Vas a
rezar? Siéntate en una silla con la espalda derecha, entrelaza tus manos,
respira tranquilamente, relaja tensiones y nervios, suelta recuerdos e
imágenes, concéntrate, y entonces simplemente di: “Aquí
estoy”.
* Toma la
Biblia y al leerla escucha a Dios. Cuando aparezcan nombres propios como
Israel, Jacob, Samuel, Moisés, sustitúyelos por tu propio nombre personal,
pensando y sintiendo que el Señor se está dirigiendo a ti con tu propio nombre.
Aprende a ser un personaje más del Evangelio.
* Lee la
Biblia lentamente, saboréala gozosamente, medítala cordialmente, aplícala
diligentemente.
* ¿No
tienes ganas de orar? ¿Sientes aridez? ¿Te ataca una aguda dispersión?
¡Escríbele una carta al Señor! Toma lápiz y papel y comienza a escribirle. Convertirás
esa sequedad en atención y en fervor.
* Para
orar no siempre tienes que decir algo: Pon frente a ti un crucifijo mientras
escuchas a Bach, y simplemente déjate llevar a las alturas.
* Señor:
que el “Yo” se convierta en “Tú”.
* Que tu
vida sea una oración.
* La
oración no es meditación intelectual. No es lectura piadosa ni monólogo.
Tampoco es un simple ejercicio de piedad. No se trata de un rito comunitario.
La oración no es una obra puramente humana. La oración es una pausa, un
diálogo, pero sobre todo un cambio.
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