viernes, 16 de marzo de 2018

¡HORROR! LA BIBLIA SE COPIÓ… (PARTE 2)



En la entrada anterior comenzamos a explicar por qué no debemos ponernos nerviosos cuando se dice que los relatos de la Biblia fueron copiados de otras fuentes de la antigüedad. Por mucho tiempo fue muy fácil hacer este tipo de acusaciones, pero hoy, cuando las fuentes originales están disponibles en línea, la gran mayoría de los supuestos plagios se desvanecer al leer el texto original y encontrar que el relato mismo es diferente.
Superado esa simple prueba, todavía hay casos donde surge cierta correlación entre el relato bíblico y el mito.
PASO 3: COINCIDENCIAS NO IMPLICA COPIA
Los mitos son relatos que, de cierta forma, definen una cultura. De algún modo resuenan con su audiencia, porque reflejan y explican una parte de su vida diaria. El dios más importante será de un pueblo guerrero será el de la guerra, y sus sagas serán las que se repitan una y otra vez. Si otra cultura se desarrolla en torno al comercio y la navegación, esos relatos tendrán más importancia en sus mitos. A nadie debería sorprender, entonces, que los relatos de la Biblia reflejen aspectos la vida que eran comunes en la época en que se escribieron.
Por ejemplo, quien se entera de primera vez de la vida se Sargón de Acad, y crea que la Biblia es un libro que cayó del cielo, puede quedar sinceramente sorprendido, hasta conmovido por ciertos puntos de contacto entre ese personaje y Moisés. Según la leyenda, al nacer Sargón fue puesto en una cesta por su madre, una sacerdotisa que lo concibió en secreto, y depositado en el río. La corriente lo llevó hasta el palacio, donde fue rescatado por el jardinero, quien lo rescató y le enseñó su oficio. Siendo jardinero, la diosa Istar se enamora de él y eso basta para que ascienda al trono.

¿Hay razones para pensar que el autor de Éxodo insertó elementos de la vida de Sargón en su texto? Claro que no.
De partida, notar que la leyenda de Sargón proviene del siglo VII a. C., más de mil años después de que Sargón viviera, y muchos siglos también después de Moisés. No es por tanto una conclusión clara decir que la Biblia copió la leyenda asiria. Es perfectamente posible que la dirección haya sido al revés: que los Asirios copiaran partes de la vida de Moisés, atribuyéndolas a su rey legendario.
Por otro lado, puede que nadie haya copiado nada. La exposición de niños era una práctica extremadamente común en la antigüedad, un aspecto de la vida reconocido y aceptado como inevitable. Sin ir más lejos, los espartanos dejaban a los infantes considerados no aptos para el combate para ser devorados por las fieras. En ese contexto cultural, no extraña que muchos niños fueran dejados en cestas a la suerte de un curso de agua, y no pocos habrán sido recuperados y adoptados por otras familias. A lo largo de los años, algunos deben haber sido recogidos por gente de palacio, y luego hacer grandes cosas en su vida. No es que un relato se copiara de otro, simplemente la vida era así de dura.
No podemos dejar de notar que ahí termina todo parecido entre Moisés y de Sargón. Sargón fue puesto en la cesta por su madre, una sacerdotisa, Moisés por su hermana; Sargón es recogido por un jardinero, Moisés por la hija del faraón; Sargón asciende al trono porque una diosa se enamora de él, Moisés huye y muere en el desierto; Sargón es recordado como conquistador, Moisés como legislador. En verdad, entre ambos no hay otro paralelo que el hecho de haber sido rescatados de las aguas de un río, lo que ni siquiera era poco común en ese tiempo.
PASO 4: ¿ES IMPORTANTE?
El punto que más quiero enfatizar, el punto de partida para entender la Biblia, es entender que es la Palabra de Dios, pero no es un libro que cayó del cielo. Fue escrito por Dios, pero también por hombres, que escribieron usando en el lenguaje de los hombres, para que fuera leído y comprendido por otros hombres. El autor humano de la Biblia no es un oráculo que balbucea frases inconexas que otro interpreta. Él también participa del texto, y se expresa a través de él usando las formas que son comunes en su cultura.
Con eso en mente, ¿Puede sorprender que en la Biblia existan expresiones que también aparecen en otros pueblos cercanos? Veamos un caso en particular.
Hasta 1834, la única información que existía sobre el imperio Hitita eran las numerosas menciones de este pueblo que había en la Biblia. No había escrituras ni ruinas que pudieran atribuirse a ellos, pero las Escrituras dejaban claro que habían sido un pueblo muy importante en la antigüedad. En ese año se descubren las primeras ruinas de este pueblo, y 50 años más tarde se establece que pertenecían a los mismos Hititas que aparecían en la Biblia. Nuevamente las Escrituras demuestran que son una fuente histórica confiable. Posteriormente se han descubierto numerosos textos hititas, y entre ellos un tratado de vasallaje que supuestamente presenta similitudes estructurales con los diez mandamientos. La conclusión que los ateos propusieron inmediatamente fue que los autores de la Biblia habrían plagiados estos tratados para escribir la Ley de Dios.
Si yo creyera que la Biblia cayó del cielo y recibiera esta información, seguramente me sentiría devastado. Pero sé que los autores de la Biblia hablaban el lenguaje de su tiempo, y por eso no tiene nada de extraño que usaran las mismas convenciones que se usaban en su época. Incluso si fue Dios mismo quien dictó el texto a Moisés para que él lo escribiera en la Tablas de la ley, lo lógico es que usara el lenguaje legal de ese tiempo, como base para su propia alianza, y así asegurarse de que los israelitas comprendieran lo que estaban aceptando.
Otro tanto podría decirse de algunos salmos de la Biblia que alaban a Dios con versos que al parecer serían similares a los encontradas en escritos de otras culturas cercanas. El libro de los Salmos es el cancionero que usaban los antiguos israelitas en sus ceremonias en el Templo de Jerusalén. Tal como hoy se suele adaptar la letra de canciones populares para cantarlas en la iglesia, puede que en la antigüedad los israelitas hicieron lo mismo con algún canto que los pueblos vecinos usaban en sus ceremonias. Si en definitiva ese salmo en particular terminó en la Biblia, no es tan importante como que está ahí por voluntad de Dios y qué significa para nosotros hoy.
A modo de conclusión, repasemos la lista de supuestos “Plagios en la Biblia” con que comenzábamos este artículo, para ver cómo se resuelve cada uno. Supuestamente la Biblia se copió:
§  De la epopeya de Gilgamesh en el relato del diluvio: El parecido se limita al tema del diluvio, algo común en todo el mundo (paso 3)
§  De la vida de Sargón de Acad en el Éxodo: El parecido se limita a al tema del niño puesto en una canasta en un río, algo de uso común en la época (paso 3).
§  De los pactos hititas en los 10 mandamientos: Se explica por la necesidad de dar a entender la naturaleza del texto (paso 4).
§  De los himnos cananeos en los salmos: Probablemente adaptación de otras culturas, proceso sin mayor importancia religiosa (paso 4).
§  De la leyenda de Buda en el nacimiento virginal de Jesús: No existe referencia a un nacimiento virginal, en el sentido cristiano, de Buda (paso 2).
§  De los mitos universales en la fecha de la navidad: Por la variación de los diferentes calendarios, tal afirmación no tiene sentido (paso 1).
§  De las religiones mistéricas en el bautismo: Los ritos que involucran sumergir en agua eran comunes en la antigüedad, tanto en el paganismo como en la religión israelita (paso 3).
§  Del dios pagano Mitras en la crucifixión: No existen referencias a una crucifixión de Mitras previas al cristianismo (paso 2).
§  Del dios pagano Horus en la resurrección: No es una resurrección en el sentido cristiano, sino que representa el ciclo constante de puesta y salida del sol (paso 2).
Pato Acevedo

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