PARÍS, 14 Nov. 16 / 12:56 pm (ACI).- El Arzobispo de París en
Francia, Cardenal André Vingt Trois, presidió una Misa en la que recordó los
atentados del 13 de noviembre de 2015, en los que murieron más de 130 personas,
y aprovechó para hacer una profunda reflexión sobre el fin del mundo.
Sommes-nous construits par cette certitude que Dieu n’abandonne jamais
l’humanité ? #homelie
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— Cardinal Vingt-Trois
(@avingttrois) 14 de
noviembre de 2016
En la homilía de
la Misa que presidió el domingo 13 de noviembre en la Catedral de París,
el Cardenal meditó en el pasaje del Evangelio de San Lucas en el que Jesús
habla del fin de los tiempos.
“La manera en la que Jesús reacciona a este asunto
es particularmente importante para nosotros. Nos hace descubrir que lo que debe
conducir nuestra vida
no es imaginar lo que será el fin, sino afrontar a lo que es el presente”, resaltó el Purpurado.
“Imaginar un fin del mundo al modo de la ciencia
ficción puede generar buenas serie de televisión, ¡pero así no se vive! Cristo
nos dice: el fin del mundo no es un acontecimiento
indefinido, ¡es ahora! Hoy disponemos en el mundo, como lo conocemos, de
todos los signos de la precariedad de nuestra historia, de la violencia que
puede surgir entre los pueblos, de las catástrofes que pueden ocurrir”.
Los atentados ocurridos el año pasado, dijo el Cardenal, “han sido también un signo revelador de esta precariedad
en la que vivimos. Habituados como hemos estado a las varias décadas de paz en
nuestro territorio, la irrupción
violenta y salvaje de la muerte nos ha hecho reflexionar, nos ha ayudado
a tomar consciencia de los límites en los que se desarrolla la vida”.
Ante las tragedias que se viven en el mundo y que la humanidad ha
sufrido a lo largo de la historia, con los atentados de noviembre de 2015, el
Arzobispo cuestiona la reacción de los cristianos y si “tenemos
acaso en nosotros la capacidad de comprender que estos acontecimientos, además
de la gravedad de su realización concreta, son un signo de la fragilidad de nuestra vida”.
“¿Tenemos la sabiduría de comprender que a través
de estos acontecimientos, algo está en camino de cumplirse? Algo que no
conocemos aún, de lo que no vemos el plan completo, pero que la fe en la
Palabra de Dios nos permite vivir no como el fin del mundo sino como una etapa
en la relación que la humanidad está llamada a renovar con Dios poco a poco”.
De algún modo, continuó el Cardenal Vingt Trois, “nuestra capacidad de afrontar las dificultades de la existencia, no
solo cada uno por sí mismo sino afrontarlas juntos, haciendo eso la paz y la serenidad son un testimonio”.
“Si creemos verdaderamente que Dios no abandona a su pueblo, si
creemos verdaderamente que Dios no abandona a los hombres, si creemos en esta
palabra de Cristo ‘ni un cabello de nuestra cabeza se perderá’, no podemos
convertirnos en pueblos de angustia. Solo podemos convertirnos, con la ayuda de
Dios, en el pueblo de la serenidad y la paz”.
Sobre el miedo, el Cardenal dijo que es lógico experimentarlo porque es
humano, pero reiteró que por encima de ello debe primar en la persona la
certeza de que “Dios no nos abandona”.
Tras señalar que “no somos una humanidad
perdida, ni un pueblo sumido en el temor, ni un pueblo de víctimas”, el
Arzobispo de París enfatizó que “sí somos un pueblo
de hijos, un pueblo habitado por la fuerza de Dios, y es esta fuerza la fuente
de nuestra confianza. Es esta fuerza la
que debe convertirse en la fuente de nuestra paz”.
“Es esta fuerza la que debemos poner el servicio de
todos para tratar, si se puede, de pacificarlos, de reconfortarlos, de
devolverles un poco la esperanza y no dejar que se abandonen al juego de la
masacre y el terror”.
“Es por vuestra perseverancia lo que les guardará
la vida”, destacó el Cardenal Vingt Trois.
El recuerdo de las
víctimas de los atentados
Lo primero que debe hacerse en esta conmemoración, dice el Cardenal, es “rezar por las
víctimas, los que han muerto en estos atentados, los miembros de sus familias,
sus amigos, que viven con el futuro de este suceso terrible, lo que llevan aún
las secuelas en su carne”.
“También rezamos por el personal de servicio del
orden y de los servicios de seguridad que han sido muy solicitados en estos
momentos difíciles, y que siguen haciéndolo como lo pueden constatar al venir aquí”.
El Purpurado dijo que deben estar
más unidos que nunca y orar “para fortificar esta
capacidad de afrontar juntos las dificultades, para no instrumentalizarlas como argumento de combate
político sino para vivirlas como una prueba común que va más allá de los
compromisos, las convicciones de cada uno y que requiere de todos la capacidad
de asumir la realidad como gente libre y fuerte”.
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