martes, 22 de noviembre de 2016

LA CARTA DE UN CURA A UNA PORNOSTAR: ENTIENDO TU SUFRIMIENTO


Carta a Amarna Miller, actriz de pornografía
Vimema

Estimada Amarna:

Me presento, mi nombre es Patxi Bronchalo, y soy cura. Un cura de pueblo. Uno de esos que llamas “guardianes de la moral” (parecemos sacados de Dragones y Mazmorras). Uno mas.

En mis cuatro años como sacerdote he tenido de todo, muchísimas alegrías, también momentos difíciles, y no puedo más que dar gracias por quien soy. Ni un solo día me he arrepentido de seguir a Dios.

Quería escribirte al hilo del anuncio del Salón Erótico de Barcelona que se ha hecho viral en Twitter [Nota del editor: En el video, Amarna califica a la sociedad española de hipocresía, y tiene escenas y acusaciones especialmente fuertes contra la Iglesia por los casos de abusos sexuales a menores, así como algunas que pueden constituir blasfemia referidas a la Virgen María]. Parece un tema extraño para que yo opine. Nunca he buscado los vídeos que haces, solo quiero comentar el anuncio. Sé que me arriesgo a burlas de todo tipo por ser cura, pero bueno, las redes sociales tienen estas cosas.

Al igual que tú, veo con preocupación la situación de nuestro país. Más allá de lo que sale en las noticias, cada día trato con el sufrimiento de las personas. Ya te imaginarás. Familias que han perdido sus casas, jóvenes y mayores que han perdido su trabajo, emigrantes a los que aquí nadie parece querer, personas de todo tipo rotas por problemas familiares de lo más variado. Suena duro hasta decirlo: casi no hay un solo día en el que no vea a una persona llorar.

También estoy de acuerdo contigo en que vivimos rodeados de hipocresía. Es verdad. No es un problema español, es un problema de la humanidad. Las personas tendemos a pensar unas cosas y decir otras. No es nada nuevo que descubramos ahora.

Los cristianos nos apoyamos en el Evangelio de Jesucristo y, más de la mitad de sus páginas son para decirnos que mucho cuidado con ser “fariseos”, son una llamada a la valentía, a la autenticidad. y a la coherencia.

A los curas se nos acusa muchas veces de andar diciendo a todo el mundo lo que tiene que hacer, cómo tiene que vivir, lo que está mal… como si fuéramos mejores que nadie. Tenemos esa fama, aunque la mayoría de la gente se sorprende muchísimo cuando conoce a uno de nosotros personalmente. No somos bichos raros. Hasta caemos bien.

Y detrás de esa acusación que se nos hace hay en una gran verdad que no debemos olvidar nunca, que es la de que debemos ponernos en la piel del otro antes de hablar.

Sólo haciendo esto se puede ver que el sufrimiento y el dolor son los gritos del alma que se ahoga. Como te dije, los curas solemos ver a menudo este grito. No nos podemos engañar.

No somos solo carne. Lo que elegimos con nuestra libertad física, lo que nos hacen los demás a nosotros con la suya, tiene consecuencias en el alma, en la vida misma.

Gran parte del dolor que me encuentro es en mujeres. He conocido prostitutas con heridas profundísimas, marcadas ya para toda su vida por haber sido tratadas día tras día como objetos en vez de como personas. Ninguno de los que las usaron se pusieron en su piel.

He conocido mamás con sufrimientos atroces tras un aborto (de eso nadie suele hablar), aún muchos años después de que sucediera. Ninguno de los que las recomendaron abortar se puso en su piel, y pocos saben ahora qué hacer para que vuelvan a estar bien.

He conocido personas rotas por la pornografía. En ambos lados. Detrás de la pantalla conozco muchos hombres que son adictos, que por esa adicción han perdido a su mujer y sus hijos.

El porno funciona igual que una droga, cada vez reclama más contenido y contenido más fuerte para saciar a quien lo consume. Creo que con los años veremos aún más consecuencias. Y me atrevo a decir algo más, aunque sé que es políticamente incorrecto: no nos engañemos, la pornografía y la pederastia tienen mucho que ver.

Del lado de tu pantalla pude conocer el testimonio de una chica. Es de las personas que más he visto sufrir en mi vida. Sus heridas familiares de la infancia y juventud la llevaron a ese mundo, pensaba que era una especie de liberación, que trabajando así se la quería y valoraba. Una gran mentira. Tratada como un trozo de carne en un mercado sin amor. Ella lo decía, solo el amor puede llenar el alma. Y yo me pregunto, ¿eso es feminismo?, ¿así se libera la mujer? Algo falla.
No pretendo pasarme la vida diciendo a cada uno lo que tiene que hacer, es solo que conocido mucho dolor y tengo que contarlo. No te conozco, no sé si piensas mal de todos los curas, si has conocido alguno.

Lo que sí sé es que yo no te odio y entiendo que detrás de la piel puedes tener muchas heridas que te hacen sufrir. Rezo por ellas. Rezo por ti. Y rezo a Dios por todas las personas dañadas por la pornografía.
Cordiales saludos.
EL PORNO ES PARA PERDEDORES, PALABRA DE PAMELA ANDERSON
La ex conejita de Playboy declara: “Una experiencia sexual sana y placentera requiere intimidad y respeto. Y la dependencia a la pornografía destruye ambas cosas”


Pamela Anderson, la ex estrella de Baywatch (Guardianes de la Bahía) y conejita de Playboy, ha tomado una posición clara sobre los peligros de la pornografía.

El Wall Street Journal publicó una carta abierta, escrita junto al rabino Shmuley Boteach, en que Pamela afirma que el porno tiene “un efecto corrosivo sobre el alma del hombre y sobre su capacidad de ser un buen marido, y por lo tanto, un buen padre. Es un peligro público de una gravedad sin precedentes, dado que hoy quien quiera puede acceder a la pornografía de manera gratuita, fácil y anónima”.

O como dice Anderson sin medias tintas, “el porno es para perdedores”.

Pamela Anderson también lanzó un comunicado de prensa en mérito al artículo.

“Cuando hablo de los efectos dañinos del fácil acceso a la pornografía, lo hago por experiencia y con autoridad. Estoy feliz de unir mis fuerzas a las del rabino Shmuley para sensibilizar a la opinión pública sobre las vidas inocentes que el porno ha destruido, sobre las relaciones que ha debilitado. Es necesario hace algo inmediatamente”, afirma.

“Una experiencia sexual sana y placentera requiere intimidad y respeto. Y la dependencia a la pornografía destruye ambas cosas”, asegura.

“Estoy trabajando para discutir este tema fundamental, y para proteger a las personas vulnerables que se han vuelto esclavas de la industria del sexo y de las relaciones en donde hay violencia”.

Un cambio sorprendente, el de Pamela Anderson, una mujer que aparecía en las portadas de Playboy más que ninguna otra modelo, y cuya carrera en el mundo de la pornografía duró 22 años.

Su toma de posición contra la industria que la volvió famosa es el resultado de una dura vida, y es la respuesta a los recuerdos de la explotación sexual que siguen atormentándola.

Según una entrevista reciente al New York Times, Anderson fue “abusada por una babysitter de los 6 a los 10 años, violada por un hombre de 20 años y pico cuando ella tenía 12 y nuevamente violada a los 14 años por su novio y sus 6 amigos”.

En 2014 dio vida a la Pamela Anderson Foundation, que lucha por los derechos animales y humanos y está activa en causas como Denuncia del tráfico de seres humanos o en la institución de un “Teléfono rosa contra la violencia doméstica”.

El artículo fue publicado en un momento en que los medios principales comenzaron a hablar de los peligros de la pornografía.


A principios de este año, el gobernador del estado de Utah, Gary R. Herbert, firmó una resolución que declaró la pornografía un problema de salud pública que puede llevar a una amplia gama de cuestiones sanitarias y sociales”.

El famoso actor Terry Crews confesó su dependencia a la pornografía y hace algunas semanas Elizabeth Smart se unió a la campaña, confesando que durante su secuestro “la pornografía volvió aún peor el infierno que estaba viviendo”.

El partido republicano también declara que “la pornografía, con sus efectos devastadores, sobre todo en los niños, ha degenerado en una verdadera crisis de salud pública. Está destruyendo la vida de millones de personas”.

Además, Anderson y Boteach han citado el reciente escándalo en el que está involucrado el ex parlamentario Anthony Weiner: “Si alguien tiene aún dudas sobre la devastación que provoca la pornografía en las personas más cercanas a quien es dependiente, basta ver el matrimonio destrozado entre Weiner y Huma Abedin. Una separación que ella ha llevado adelante… en total shock, después que el ex parlamentario mandara una foto obscena de su hijo de cuatro años a un desconocido”.

Los dos están buscando llevar adelante una “revolución sensual”, en donde el sexo esté acompañado de una relación de amor, y no sea más un espectáculo para ver.

El desafío está dirigido sobre todo a los hombres: “Esfuércense: no se dejen arrastrar por la pornografía”.

Y los dos escriben que “se necesita entender y hacer entender a nuestros hijos que el porno es para perdedores. Es aburrido, es un desperdicio de energía y no lleva a nada”.
7 RAZONES PARA TIRAR LA PORNOGRAFÍA A LA BASURA
Ya es hora de dejar de tolerar su presencia en nuestras vidas.

Ronald Grant Archive

Olvídense de virus del zika o el ébola, el porno es la auténtica plaga que corroe nuestra sociedad. Es una epidemia de masas y una crisis sanitaria pública de gran extensión.
La gran mayoría de los hombres admiten verlo de forma regular. Abogados, médicos, sacerdotes, esposos, quien sea.

Y a pesar de los mejores esfuerzos por parte de los padres, todos los niños estarán expuestos al porno más pronto o más tarde. Tal y como han destacado algunos expertos, no es una cuestión de “si sucederá o no”, sino de “cuándo”.

Me hubiera encantado poder decir que los hombres católicos están menos expuestos que el resto de la sociedad, pero sería falso. Los católicos y, de forma más amplia, todos los cristianos consumen tanta pornografía como los no cristianos. Es trágico.

Podría haber continuado eludiendo la cuestión, pero todos sabemos que la pornografía es un auténtico problema. Así que, ¿qué podemos hacer? Deberíamos devolver al porno al lugar de donde salió: a la basura. Sin piedad.

Si la pornografía convive en nuestra vida, tenemos que poner un revólver contra su cabeza y apretar el gatillo. Dejemos de engañarnos, ya es hora de dejar de tolerar su presencia en nuestras vidas. Hay que ser implacable y pasar a la acción. Aquí tenéis una recopilación de las mejores razones por las que es necesario neutralizar el porno en nuestro día a día.
  1. El porno ofende a las mujeres de verdad
En la mayoría de ocasiones, tenemos la impresión de que el porno es algo inofensivo. Nos engañamos pensando que a las mujeres de esos videos les agrada lo que son y que participan en esa actividad por elección. Eso es meridianamente falso. Una mentira.

Son innumerables las actrices porno que han abandonado esta industria y han dado testimonio de sus problemas físicos y psicológicos, de la coerción que tuvieron que soportar. Innumerables las automutilaciones, las depresiones, los intentos de suicidio. Todas confiesan con vehemencia que ser una estrella del porno era una absoluta miseria, bien lejos de ser divertido.
  1. El porno mata el amor
Cuántos matrimonios se han roto a causa de la pornografía. Algunos hombres consiguen ocultar que consumen porno, otros lo ven abiertamente. En todos los casos, es algo que destruye la intimidad de una pareja. Ver porno es como clavar un cuchillo profundamente en el corazón del cónyuge. Le hace perder toda la confianza. El porno le transmite que ella nunca será tan buena, que no está capacitada para satisfacerte.

El porno transforma vuestros votos matrimoniales en una broma. Siembra las semillas de la amargura y el resentimiento. Provoca en tu compañera un profundo dolor emocional y espiritual. Hombre, si de verdad sientes amor en tu corazón hacia tu mujer, deja de ver porno.
  1. El porno os hace apreciar menos el sexo
Una encuesta reciente ha revelado que un número creciente de hombres prefiere la pornografía al sexo real. ¿Por qué? Porque es más sencillo. Con sólo un clic podéis acceder a una amplísima colección de mujeres de todo tipo, bien dispuestas, por decirlo de alguna forma, y que hacen cosas que ninguna esposa en su sano juicio haría jamás. Ni siquiera es necesario preocuparse de dar placer a otra persona, en el porno todo gira en torno a ti.

En comparación, el sexo auténtico podría parecer casi un trabajo pesado. En este sondeo reciente, muchos hombres señalan que incluso tienen dificultades para sentir cualquier cosa en sus relaciones sexuales con una mujer real. Dicho de forma clara: el porno arruina vuestra vida sexual.
  1. El porno desnaturaliza vuestra visión de la mujer
La forma más eficaz de distorsionar vuestra imagen de la mujer es ver pornografía. En el porno, las mujeres son objetos, marionetas. No tienen emociones ni necesidades particulares, en otras palabras, no tienen alma. Son únicamente un premio. Simplemente, no es posible observar a una mujer aguantando semejante violencia, ver cómo se la deshumaniza de la forma más horrible en innumerables pantallas, y luego pretender seguir conservando una visión saludable de la mujer. Es obviamente imposible.

Nota Bene: las mujeres son seres humanos auténticos con necesidades psicológicas, emocionales y espirituales auténticas, por si alguien lo duda. Tienen un alma que vivirá para siempre, merecen vuestro respeto, vuestra protección y no exclusivamente la lujuria a la que las condiciona el porno.

Hombres, ¿queréis de verdad ver a vuestra hermana en Cristo ser tratada como un producto de carnicería? Porque eso es exactamente lo que pasará si consumís porno. Dejaríais de ver a una mujer más allá de las meras apariencias y no percibiríais la imagen de Dios que habita en ella. Más bien al contrario, empezaréis a fantasear con todas como si no fueran más que vulgares muñecas hinchables. Es un error, una pesadilla, hacia donde el porno os conduce directamente.
  1. Y empeora con el tiempo
El porno se convierte rápidamente en algo muy adictivo, como el crack o las metanfetaminas. Y como toda drogadicción, empeora con el tiempo. Por supuesto, podéis consumir porno inocentemente, pero un día u otro comenzaréis a pedir más y lo necesitaréis cada vez más. Con el tiempo, os harán falta escenas cada vez más extremas para excitaros. Tal vez incluso un día veréis cosas que anteriormente os habrían horrorizado.

Imagino que habréis leído ya artículos sobre agresiones sexuales a niños. ¿Habéis visto lo fácil que es odiar a los agresores? Sin embargo, no comenzaron directamente así. Muy a menudo, se encuentra en el origen de estos crímenes un consumo excesivo de pornografía. Pero el agresor no pudo ni supo deshacerse del porno, igual que vosotros no podéis ni sabéis suprimirlo.
  1. El porno os roba la alegría de vivir
El porno os deja un regusto a culpabilidad y miserabilismo. No importa cuánto nos mintamos a nosotros mismos, en el fondo sabemos que la pornografía está mal. Cada vez que lo miramos, perturba nuestra conciencia. Incluso si nos confesamos sobre este tema de vez en cuando, el riesgo de sucumbir de nuevo nos desalienta y nos deprime y nos desespera.

Antes o después, el diablo nos empujará a abandonar por completo nuestra vida interior, simple y llanamente. “La lucha es en vano”, nos susurrará al oído, y añadirá: “Tira la toalla”. Pronto, seremos como Adán en el jardín del Edén, ignorantes de la presencia de Dios. Jesús no desea que dirijamos nuestra vida de esta forma. Él nos redimió con su sangre preciosa para traernos paz y alegría de vivir en abundancia, pero no en el miedo ni en la vergüenza. Si deseáis redescubrir la verdadera felicidad que procura la vida espiritual, eliminad el porno.
  1. El porno os convierte en esclavos
Antes de ser bautizados, éramos esclavos del Maligno. Dirigidos por nuestras pasiones y codicias, éramos manipulados para formar parte de un miserable rebaño. Pero Cristo nos redimió y, una vez bautizados, literalmente nos liberó de nuestra condición de esclavos para devolvernos a la libertad que otorga la presencia de Dios. Si te bautizas, mueres frente al pecado y vives frente al Señor. Vives en la libertad de Cristo, “ya no eres un esclavo, sino un hijo” (Gal 4:7).

El problema es que nos hacemos muy rápido dependientes de nuestros pecados y, de esta forma, entramos voluntariamente al servicio del demonio. Es como el hijo de un rey que baja al mercado de esclavos a hacer sus compras. Es perverso por definición.

Abrazad vuestra libertad como hijos de Dios, sacudíos del yugo que os inflige el diablo. Tirad el porno a la basura.

Sed implacables

Jesús era profundamente dulce, es un hecho, excepto con una cosa: el pecado. Cuando se enfrentaba al pecado, Jesús no mostraba ninguna piedad. ¿Su método? Cortar por lo sano, de una vez por todas. Nadie se codea con el pecado en el Cielo, nos dice Cristo, todo lo contrario, “los que usan la fuerza pretenden acabar con él” (Mt 11, 12).

¿Sois lo bastante radical con el pecado en vuestra vida cotidiana? Deberíais. Los que tienen cáncer no toleran su presencia, igual que los que sufren ébola o lepra se enfrentan a sus enfermedades. Así que, ¿por qué demonios toleráis el pecado?


Hombres, si reconocéis ser adictos al porno, no tratéis de negociar con la adicción. Eliminadlo de vuestra vida, disparadle a sangre fría. Demostrad quién es el jefe. Combatidle como si vuestra vida dependiera de ello porque, en muchos aspectos, de eso se trata en realidad.

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