LIMA, 14 Nov. 16 / 11:27 am (ACI).- Durante la Misa de clausura del Año
de la Misericordia en la Catedral de Lima este 13 de noviembre, el Arzobispo de Lima y Primado del Perú, Cardenal Juan Luis Cipriani,
alertó que es importante darse cuenta de la necesidad que tienen la personas de
Cristo para vencer al demonio que hoy está más presente que nunca en el mundo.
“No seamos ingenuos, la presencia del mal es más
fuerte que nunca, el demonio se pasea, se pasea jugando a que no existe, se
pasea jugando a que todo es opinable, se pasea negando su presencia y nos
engaña”, dijo ante la presencia de miles
de fieles de parroquias, movimientos y hermandades de la Arquidiócesis que
llegaron a la Catedral de Lima.
El Arzobispo recordó que “toda esta
misericordia infinita del Señor se encuentra con la astucia del padre de la
mentira”.
“Misericordia -precisó
el Purpurado- no es pacifismo, misericordia no es
vivir pensando que no hay pecado y somos todos buenos, misericordia no es
criticar a los demás, misericordia es cruz, muerte, perdón, y el
maligno se disfraza de perdón, se disfraza de la persona comprensiva”.
Por eso, añadió, “hasta por ese motivo de
conveniencia necesito Jesús de Ti para vencer al maligno que anda en el mundo
destrozando las almas, las familias, los jóvenes, creando aparentemente un
mundo mejor en el que hay frialdad, mentira, odio, calumnia”.
“No te dejes vencer por el desánimo, Dios puede
más. Esa abundancia que tiene es el Espíritu Santo que no te abandona nunca. Lo
dice el Papa repitiéndolo: ‘Dios no nos abandona nunca. Dios no nos abandona
nunca, Jesús en Ti confío’. Hay que repetirlo para convencernos de su presencia
y de su acción’”, enfatizó el Purpurado
Asimismo, afirmó que “solamente esa
presencia de Dios permitirá que el mundo cambie. Podemos hacer muchas cosas
pero si no cambia el corazón, no cambia nada”.
“No podemos dejar, que ni un instante de pesimismo,
de crítica invada nuestra vida,
no podemos dejar que nos invada la falta de fe”, advirtió.
Por otro lado, el Primado del Perú reflexionó sobre el término del Año
Jubilar asegurando que al término del mismo, se empieza “un nuevo modo de caminar, en que la misericordia esté siempre en el
centro del alma”.
“Que sepan comprender a los que están alejados,
perdonar al que te ofende, visitar al que está sólo, corregir, enseñar al
ignorante, al que está equivocado pero siempre con esa comprensión, con esa
ternura, con esos ojos en el que Cristo se vuelve en cada uno, misericordia”, añadió.
Finalmente, el Arzobispo de Lima agradeció a los sacerdotes, religiosos
y religiosas y a todos los fieles por el esfuerzo realizado en el año jubilar,
y los invitó a encontrar a Dios en las cosas ordinarias del día que se
encuentran “en medio de nosotros, en el trabajo, en
la calle, en las comunidades, en la enseñanza”.
La Santa Misa fue concelebrada por los obispos auxiliares de Lima, Mons.
Adriano Tomasi y Mons. Raúl Chau; el obispo emérito de Chachapoyas, Mons. José
Ignacio Alemany; los vicarios de la Arquidiócesis, sacerdotes y diáconos.
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