Estos días, en los corrillos
romanos, se ha comentado la posibilidad de que monseñor Fellay acepte que la
FSSPX se integre en la Iglesia como una prelatura personal. En mi opinión, si
esa fraternidad se incorpora a la Iglesia, la institución canónica que mejor se
adapta a esa realidad es la del ordinariato personal.
Si la fraternidad se convirtiese
en una prelatura, como algunos han dicho, eso afectaría negativamente a la
imagen del Opus Dei. Pues inevitablemente lo que se estaría trasladando a la
gente común es la idea de que las prelaturas son instituciones-refugio para
realidades eclesiales problemáticas. No es así. Pero difícilmente se evitará
esa sensación.
Pero mi opinión es que el Opus
Dei puede respirar tranquilo, la fraternidad será un ordinariato personal, pues
es el molde jurídico que mejor se adapta a lo que ya son ahora.
Ahora bien, prosiguiendo con el
artículo de ayer, ¿por qué los neocatecumenales no son una prelatura?, ¿por qué
no lo son los Heraldos del Evangelio? Podríamos citar más ejemplos. ¿Es el
tamaño el criterio? Todos dirán que no. Pero no veo qué es lo que diferencia a
los Heraldos o a los Legionarios de Cristo respecto al Opus Dei para no ser una
prelatura: tienen laicos casados, laicos consagrados, clero y un superior para
todo el mundo.
Quiero dejar claro, una vez más,
que considero al Opus Dei una de las instituciones que más bien ha hecho y hace
a la Iglesia. Pero su peculiaridad en el ordenamiento jurídico de la Iglesia
parece fruto únicamente de una decisión personal, más que un acto que refleje
el ser de las cosas.
¿Sería bueno que el Camino
Neocatecumenal fuera una prelatura personal? Sí, sería bueno si queremos
escoger el camino más corto (la recta) entre la situación actual y el perfecto
desastre. Ciertamente sería el camino más rápido en dirección hacia un
barranco. Si en la Iglesia los superiores de cada realidad asociativa dotada de
clero gozasen de una autoridad episcopal y fuesen ordenados como obispos, el
resultado final sería una sinfonía de instrumentos desafinados.
A los grandes amantes del
Derecho, no se les ha pasado por alto a lo largo de la Historia, la magistral
estructura jurídica de la Iglesia Católica. Cualquier desviación de los pilares
maestros del edificio conllevaría una peligrosa inclinación del edificio.
Precisamente, lo peculiar del
obispo es ser pastor de todos, no de un grupo inserto dentro del rebaño. Si
desplazamos el peso de la masa en el edificio, después necesitaremos
contrafuertes. El edificio se mantendrá en pie, pero ya no tendrá la primigenia
estructura simple y sencilla. En este caso, los contrafuertes serían las
intervenciones directas de la Curia Romana y la posterior aparición de
legislación delimitadora. La multiplicación de prelaturas implica la colocación
de grandes pesos entre los pilares maestros.
Hasta ahora todo ha funcionado bien, porque el Opus Dei es una
institución ejemplar formada por miembros ejemplares. Si las carmelitas
descalzas juegan al parchís, todo será una armonía celestial, aunque las reglas
del juego sean poco claras. Pero, como legislador civil o canónico, yo
preferiría legislar para truhanes y conspiradores.
P.
FORTEA
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