Tarde te amé, oh Hermosura siempre
antigua y siempre nueva, tarde te amé!
He aquí que tú estabas dentro de mí y
yo fuera de mí mismo. Te buscaba afuera, me precipitaba, deforme como era,
sobre las cosas hermosas de tu creación.
Tú estabas conmigo, pero yo no estaba
contigo; estaba retenido lejos de ti a través de esas cosas que no existirían
si no estuvieran en ti.
Has clamado, y tu grito ha
quebrantado mi sordera; has brillado, y tu resplandor ha curado mi ceguera; has
exhalado tu perfume, lo he aspirado, y ahora te anhelo a ti.
Te he gustado, y ahora tengo hambre y
sed de ti; me has tocado, y ardo en deseo de la paz
que tú das.
Cuando todo mi ser esté unido a ti,
ya no habrá para mí dolor ni fatiga. Entonces mi vida, llena de ti, será la
verdadera vida. Al que llenas tú, lo aligeras; ahora, puesto que todavía no
estoy lleno de ti, soy un peso para mí mismo…
¡Señor, ten piedad de mí!
Mis malas tristezas, luchan contra
mis buenos gozos; ¿saldré victorioso de esta lucha?
¡Ten piedad de mí, Señor! ¡Soy tan
pobre!
Aquí tienes mis heridas, no te las
escondo.
Tú eres el médico, yo soy el
enfermo.
Tú eres la misma misericordia, yo soy
miseria.
-SAN AGUSTÍN-
Publicado por Wilson f.
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