VATICANO, 07 Ene. 16 / 10:18 am (ACI).- Al retomar hoy la Misa habitual que celebra
en la capilla de la Casa Santa Marta donde reside, el Papa Francisco reflexionó
sobre la necesidad que tiene cada persona de reconocer si su vida gira en torno al espíritu de Dios o
del “otro, del anticristo”.
En su homilía el Papa desatacó
que “permanecer en Dios es un poco el alcance y el estilo de la vida cristiana”
porque un cristiano “es el que permanece en Dios”, el que “tiene en sí al
Espíritu Santo y se deja guiar por Él”.
Al mismo tiempo, el Apóstol Juan
afirma que es necesario poner “a prueba a los espíritus, para comprender si
provienen, verdaderamente, de Dios. Y esta es la regla cotidiana de vida que
nos enseña Juan”.
“¿Pero qué quiere decir poner a
prueba a los espíritus?”. No se trata de “fantasmas”. Sino de “probar”, ver
“qué sucede en mi corazón”, cuál es la raíz “de lo que estoy sintiendo ahora, y
de dónde viene”. Esto es poner a prueba para saber si lo que “siento viene
de Dios” o de otro, “del anticristo”.
Según señala Radio Vaticano, el
Papa dijo que la mundanidad es “el espíritu que nos aleja del Espíritu de Dios
que es quien nos hace permanecer en el Señor”. Por tanto ¿cuál es el criterio
para “hacer un discernimiento correcto acerca de lo que sucede en mi alma?”.
San Juan da uno solo: “todo espíritu que reconoce a Jesucristo que vino en
la carne, es de Dios, y todo espíritu que no reconoce a Jesús, no es de Dios”.
“El criterio es la Encarnación.
Yo puedo sentir tantas cosas dentro, incluso cosas buenas, ideas buenas. Pero
si estas ideas buenas, estos sentimientos, no me conducen a Dios que se ha
hecho carne, no me conducen al prójimo, al hermano, no son de Dios. Por esta
razón, Juan comienza este pasaje de su Carta diciendo: ‘Este es el mandamiento
de Dios: que creamos en el nombre de su Hijo, Jesucristo, y que nos amemos
recíprocamente’”.
Francisco
afirmó que podemos hacer “tantos planes pastorales” e imaginar nuevos “métodos
para acercarnos a la gente”, pero “si no seguimos el camino de Dios que vino en
la carne, del Hijo de Dios que se ha hecho hombre para caminar con nosotros, no
estamos en el camino del buen espíritu: es el anticristo, es la mundanidad,
es el espíritu del mundo”.
“¡Cuánta
gente encontramos en la vida que parece espiritual!: ‘Pero, ¡qué persona
espiritual, ésta!’; pero no hables de hacer obras de misericordia. ¿Por qué?
Porque las obras de misericordia son precisamente lo concreto de nuestra
confesión, que el Hijo de Dios se ha hecho carne: visitar a los enfermos, dar
de comer a quien no tiene comida, cuidar a los descartados… Obras de
misericordia: ¿por qué? Porque cada hermano nuestro, que debemos amar, es carne
de Cristo. Dios se ha hecho carne para identificarse con nosotros. Y con el que
sufre, es Cristo quien lo sufre”.
El Papa
alentó luego a “no dar fe a todo espíritu y estar atentos poner a prueba a los
espíritus para saber si provienen verdaderamente de Dios”.
“El
servicio al prójimo, al hermano, a la hermana que tiene necesidad”, que
“tiene necesidad incluso de un consejo, que tiene necesidad de ser escuchado”,
“estos son los signos de que vamos por el camino del buen espíritu, es decir,
el camino del Verbo de Dios que se ha hecho carne”.
Para
concluir, el Pontífice exhortó a pedir “al Señor hoy la gracia de conocer bien
qué cosa sucede en nuestro corazón, qué cosa nos gusta hacer, es decir, lo que
a mí me toca más: si el espíritu de Dios, que me lleva al servicio de los
demás, o el espíritu del mundo que gira en torno a mí mismo, a mis cerrazones,
a mis egoísmos, a tantas otras cosas… Pidamos la gracia de conocer qué cosa
sucede en nuestro corazón”.
La
Primera Lectura de hoy
I Juan 4:19--5:4
19 quien
teme no ha llegado a la plenitud en el amor. Nosotros amemos, porque él nos amó
primero.
20 Si
alguno dice: «Amo a Dios», y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien
no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve.
21 Y
hemos recibido de él este mandamiento: quien ama a Dios, ame también a su
hermano.
1 Todo el
que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y todo el que ama a aquel
que da el ser ama también al que ha nacido de él.
2 En esto
conocemos que amamos a los hijos de Dios: si amamos a Dios y cumplimos sus
mandamientos.
3 Pues en
esto consiste el amor a Dios: en que guardemos sus mandamientos. Y sus
mandamientos no son pesados,
4 pues
todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo. Y lo que ha conseguido la
victoria sobre el mundo es nuestra fe.
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