Reflexión sobre el valor de nuestra familia.
LA
FAMILIA Y YO
OBJETIVO:
Reflexionar
sobre el valor de nuestra familia. ¿Cómo es?, ¿cómo nos gustaría que fuera?,
¿qué podemos hacer nosotros para lograr que se asemeje a ese ideal? Comprender
y perdonar, en vez de juzgar.
MATERIAL:
Plumones
y tres hojas de papel para cada uno.
DINÁMICA:
Esta
dinámica consta de tres pasos…. nuestra relación con papá, con mamá y con
nuestros hermanos. En los tres pasos, vamos a contestar las mismas preguntas
que aquí sugieren. Pedir mucha sinceridad. Si se juzga conveniente, al
terminar, se eligen por parejas y se comenta lo que escribieron y dibujaron.
Respetar a quien no quiera platicarlo.
1. ¿Cómo
siento mi relación con papá? ¿Por qué?
¿Estoy contenta con ella?
¿Siento que me quiere, que me comprende, que me respeta?
¿Puedo platicar con él? ¿Lo conozco realmente?
¿Y yo, lo quiero, lo comprendo, lo respeto, me intereso por él?
¿Cómo me gustaría que fuera mi relación con papá?
¿Qué puedo hacer yo para mejorarla?
¿Estoy contenta con ella?
¿Siento que me quiere, que me comprende, que me respeta?
¿Puedo platicar con él? ¿Lo conozco realmente?
¿Y yo, lo quiero, lo comprendo, lo respeto, me intereso por él?
¿Cómo me gustaría que fuera mi relación con papá?
¿Qué puedo hacer yo para mejorarla?
(Dibuja
ahora a tu papá y a ti, según sientas tu relación actual con él…. de la mano,
distantes, abrazados, dando órdenes, platicando, etc.)
2. ¿Cómo
siento mi relación con mamá? ¿Por qué? (continuar el cuestionario)
3. ¿Cómo
siento mi relación con mis hermanos? (continuar cuestionario)
Como esta
dinámica es muy profunda, hay que dar el tiempo suficiente, no presionar. Si es
necesario, la información del tema se deja hasta la próxima clase.
Tradicionalmente
hemos esperado que la familia sea ese lugar donde podemos encontrar amor,
comprensión y apoyo, aún cuando todos los demás nos fallen; el lugar donde
podemos refrescarnos y cargarnos de energía, para poder enfrentarnos al mundo y
sus problemas. Ese lugar donde somos amados y aceptados, no por lo que hacemos
y por qué tan bien lo hacemos, sino simplemente por ser, por haber nacido, por
ser personas.
Si en la
dinámica, nosotros descubrimos que vivimos todo eso, bien, tu trabajo será
mantener y acrecentar la riqueza de esa relación familiar.
Sin
embargo, es probable que muchos de nosotros no estemos muy satisfechos con
nuestra relación familiar actual, que, al menos en algunos aspectos,
quisiéramos que fuera diferente. Y esto no es difícil de explicar. Si tomamos
en cuenta que nuestra familia está formada por personas que tenemos algo en
común, que es la sangre, pero que somos totalmente diferentes, pues no existen
dos personas iguales, con distinta manera de pensar, de sentir, de ser, con
necesidades personales que satisfacer y que van cambiando con la edad y la
realidad que vive cada quien, con derechos y obligaciones, con expectativas
diferentes, y conviviendo juntos casi las 24 horas, vemos por qué esa relación
que debería ser lo máximo, es tan difícil, qué diferente es aceptar a una amiga
por una o dos horas, que a un hermano todo el día.
La
pregunta aquí es, ¿creemos que la familia es necesaria? ¿qué pasaría si no
tuviéramos familia? ¿Qué sentiríamos si un día, al regresar de la escuela, nos
encontráramos con la noticia de que todos habían muerto en un accidente? A
veces es bueno pensar en esto, pues nadie sabe lo que tiene hasta que lo ha
perdido.
Por tanto,
si consideramos que la familia es necesaria, ¿valdrá la pena estar todos los
días renegando, deseando que todos sean diferentes, envidiando a otras
familias, o habrá otra forma de vivir más en paz y feliz? Es cierto que
nosotros no escogimos a nuestra familia… ellos tampoco pudieron escoger a sus
hijos o hermanos… fue en esta familia que Dios quiso que naciéramos…. y si
queremos ser felices, conviene que aprendamos a florecer donde hemos sido
plantados.
Relación
con papá y mamá, nuestra primera relación al nacer, fue con ellos. Ellos nos
enseñaron a caminar, a hablar y todas aquellas cosas que nos fueron ayudando a
crecer. Sin su cuidado, sin su cariño, no habríamos podido vivir. La vida misma
la recibimos a través de ellos. ¿Por qué pues es a veces tan difícil esta
relación? Hay varios por qués… Estamos creciendo, y hemos descubierto que papá
y mamá son seres humanos, con necesidades y limitaciones, con conductas que no
nos agradan, y no los seres omnipotentes que creíamos que eran.
Estamos
buscando ser independientes, romper el cordón umbilical que nos une a ellos.
Nos molesta que nos cuiden tanto, que no comprendan que queremos más libertad,
más permisos.
Esperamos
mucho de ellos. Como que el hecho de habernos traído al mundo, los obliga a
hacernos y a darnos todo. Nuestra necesidad de amor, de comprensión, de ser
importantes para ellos, es insaciable.
Nos
deslumbra y emociona tanto el mundo exterior, los amigos, las nuevas
experiencias, que la casa y la familia nos ahogan.
Todo esto
es bien natural, es parte de nuestro crecimiento.
Así pues,
tenemos dos opciones: vivir en guerra con ellos, o buscar formas para vivir en
armonía. Una cosa tenemos que tener bien clara…. si nuestra felicidad depende
de que papá y mamá cambien y sean como nosotros queremos que sean, hemos
decidido ser infelices, pues nosotros podemos cambiar nuestro mundo, pero no el
mundo de los demás, si ellos no quieren. ¿Estaríamos dispuestos a cambiar a
como cada miembro de la familia quiera? ¿Podríamos darle gusto a todos?
¿Qué se
requiere en una familia para que haya armonía y paz? Se requiere comprensión,
comunicación, respeto y sobre todo, amor.
a)
COMPRENSIÓN. Nuestra
canción favorita es que nadie nos comprende, que papá y mamá son unos
anticuados, que no comprenden que ya no somos niños, que queremos más libertad,
que los tiempos han cambiado, etc. Todo eso es cierto…. más, ¿nos comprendemos
nosotros a nosotros mismos? Pedimos que nos comprendan cuando nosotros no nos
comprendemos. Y, ¿qué tanto comprendemos nosotros a mamá y a papá? ¿hemos
tratado de entender su manera de ser? ¿nos hemos puesto en sus zapatos? Si por
ejemplo, no nos gusta que papá tome, ¿nos hemos puesto a pensar por qué lo
hace?, le hemos preguntado con interés y cariño, ¿por qué toma? Si mamá anda
seguido de mal humor, ¿qué le pasa? Es tan fácil convertirnos en jueces y
criticar. Si nosotros queremos ser comprendidos, tenemos también que
comprender.
b)
COMUNICACIÓN. La única
manera de que nuestros papás y hermanos sepan realmente cómo nos sentimos y qué
pensamos, es comunicándoselos. La única manera de conocer a fondo a papá y mamá
y a nuestros hermanos, es platicando con ellos de lo que sienten, piensan y el
por qué de algunas conductas que a nosotros no nos gustan. Comprender no es
aprobar. Si no estamos de acuerdo en algunas cosas, como por ejemplo permisos,
hay que dialogar, para tratar de llegar a un acuerdo. Lo que pasa es que cuando
nos niegan algo, en lugar de hablarlo con serenidad, nos enojamos, damos
portazos o levantamos la voz y con eso estamos demostrando que no somos dueños
de nuestras emociones y que posiblemente no somos responsables como para
obtener el permiso deseado.
Muchas
veces pensamos: ni para qué intento hablar con ellos, nunca me escuchan. No es
conveniente adelantarnos a juzgar y cerrar la oportunidad de dialogar.
Escojamos el momento oportuno y vayamos abiertos a escuchar también su punto de
vista. Si nosotros estamos convencidos de que lo que pedimos es bueno para
nosotros, es casi seguro que lograremos convencer a nuestros papás.
Los papás
aprenden a ser padres a través de sus hijos y de lo que de ellos aprenden. Qué
triste que en muchos casos la única comunicación que existe entre papás e
hijos, son órdenes y regaños, o cuando hay que pedir permisos o dinero.
c)
RESPETO. ¿Qué
significa para nosotros “Honrar a tu padre y a tu madre”? ¿Será llevar serenata
y regalos el diez de mayo? ¿o el Día del padre?
Honrar
quiere decir: respetar, considerar.
Respetar
a nuestros papás es respetar su manera de ser, de pensar de sentir, de actuar.
Es no ponernos en plan de jueces. Respetar su unicidad. Es no burlarnos de sus
fallas o tratarlos en forma grosera. Es ayudarlos y motivarlos en su tarea de
papás. Es hacer florecer en nosotros todo lo bueno que han sembrado. Así como
nosotros nos sentimos felices aquella vez en la escuela, que sembramos un
frijol y que germinó y brotó una nueva plantita, así se sienten felices y
recompensados los papás, cuando ven que sus hijos van creciendo y superándose.
Respetar es cuidar de ellos cuando enferman o envejecen, y no hacerlos un lado
porque estorban.
Si
nosotros queremos que nos respeten nuestra manera de ser, necesitamos respetar.
Posiblemente
algunos de nosotros nos preguntemos, ¿cómo puedo yo sentir respeto hacia
alguien que me ha hecho daño? ¿o que me abandonó cuando era yo un niño? ¿o que
nunca me ha demostrado cariño? Etc., etc.
Aquí la
pregunta es: ¿y sirve de algo guardar enojo y resentimiento contra ellos? Ya
hemos hablado de lo que es un resentimiento. Cómo hace pesada la vida, cómo nos
priva de la felicidad. Aún cuando no entendamos el por qué de ciertas
conductas, hay que aprender a perdonar…. el perdón nos hace libres para
disfrutar la vida y para respetarlos, aunque no aprobemos lo que hacen. Ellos
no van a cambiar, si no quieren. Aprendamos a respetar, procurando que no nos
afecten y lastimen.
Y, si nos
hemos dado cuenta, que ser papás es una misión muy bella, pero que implica gran
responsabilidad por lo mucho que los papás influyen y afectan a sus hijos,
hagamos el propósito de prepararnos lo mejor posible para ser buenas mamás y
buenos papás el día de mañana.
De
nuestros papás tomemos todo lo bueno que tienen. Así como cuando una persona se
cambia de casa, escoge las cosas mejores para llevarlas consigo y regala o tira
lo que ya no quiere o no le sirve, así también nosotros podemos tomar lo que
más nos gusta de nuestros papás y hermanos, y no imitar aquéllo que nos lastima
o desagrada.
d)
AMOR.
El comprender, el compartir, el
respetar, eso es amar. El amor es el sentimiento más maravilloso que podemos
sentir. Y necesita ser demostrado, ya sea con caricias, palabras alentadoras,
sonrisas, etc. ¿Les decimos nosotros a papá y a mamá lo que los queremos? ¿y a
nuestros hermanos? No llevemos flores a los panteones. Hay que hacérselo saber
y sentir, ahorita que están vivos.
e)
OBEDIENCIA. El
respetar a nuestros papás significa también obedecerlos. ¿Obedecer siempre?
¿Obedecer en todo? Cuando fuimos pequeños nuestra experiencia de la vida era
muy escasa. Necesitábamos que papá y mamá nos marcaran el camino a seguir.
Ahora que hemos crecido, nos molesta que nos digan qué hacer. Casi siempre nos
rebelamos ante sus mandatos, como los hemos etiquetado de anticuados, ni
siquiera reflexionamos si lo que nos están pidiendo es lógico y conveniente.
No hay
que irnos a los extremos: rebeldes o totalmente sumisos. El mismo Jesús nos da
un claro ejemplo de cómo actuar. En su edad adolescente, toma una decisión
independientemente de sus padres; es su misión la que está en juego y debe
cumplirla, y así que se los hace comprender a sus padres, extrañados y
desconcertados. Pero no produce ruptura en sus relaciones familiares, no se
afirma destruyendo, sino que, tras el diálogo y explicación, perdura la unión,
la integración y la colaboración obediente.
Relación
con nuestros hermanos. ¿Por qué casi siempre estamos como perros y gatos? ¿Por
qué con los amigos mostramos nuestra mejor cara, y con los hermanos ni nos
sonreímos?
Es
probable que para valorar lo que es un hermano, necesitaríamos meternos en los
zapatos de alguien que es hijo único, para sentir la soledad. Cómo se comparten
las alegrías y las tristezas y hasta el trabajo de la casa, cuando son varios
hermanos.
ILUMINACIÓN
CRISTIANA DE LA REALIDAD
La
paternidad y la maternidad es un signo Eucarístico.
En la
Eucaristía, Jesús se nos presenta en forma de una mamá, puede decir lo mismo.
Ella se ha gastado levantándose desde muy temprano para hacer el lunch, para
tenernos ropa limpia, para asear la casa, para servirnos la comida caliente.
Un día,
esos papás serán ancianos, estarán acabados… y sus hijos, nosotros, estaremos
en la plenitud de la vida, con todo el vigor en nuestro cuerpo.
Cuántas
cosas podía haber hecho papá con su dinero, si no hubiera tenido que
mantenernos. Cuánto descanso y tiempo para hacer lo que quisiera, hubiera
tenido mamá, si no tuviera que cuidar de nosotros. Más ellos, gustosamente,
gastaron su vida, para darnos la vida. Un acto de amor constante, sin
vacaciones.
Fuente: Pastoral Juvenil Coyuca.
http://pjcweb.org
http://pjcweb.org
No hay comentarios:
Publicar un comentario