En Perú: pese a los gases
lacrimógenos, evitó más violencia.
Pasó el
29 de diciembre en Perú: una manifestación contra un proyecto minero llamado "Tía
María" degeneró en episodios de violencia en el distrito Cocachacra, en
Islay. Incluso algunos manifestantes
entraron con violencia dentro de la parroquia local.
El párroco, José Caselli Sandoval, decidió entonces salir a la calle a frenar la escalada de violencia entre manifestantes y policía antidisturbios con una cruz bien grande, visible y pesada y revestido con los ornamentos litúrgicos (la protesta le había sorprendido en adoración ante el Santísimo con unos jóvenes).
En medio del disturbio, mientras personas agresivas de entre los mineros lanzaban piedras y la policía respondía llenando la calle de gases lacrimógenos, el párroco se colocó en medio de la plaza, interponiéndose entre facciones de manifestantes y los agentes antidisturbios.
“Le pido a Dios la paz, que mis hermanos se manifiesten sin violencia física ni verbal. Pongamos un alto a esto”, invocó con voz entrecortada y visiblemente afectado por los gases lacrimógenos.
No fue una escena breve: el sacerdote, recoge la prensa local, "soportó todo valientemente, sin quejarse, y permaneció en el lugar desde las 18:00 horas, hasta muy entrada la noche, cuando se pudo controlar la contienda".
En los días posteriores muchas personas le han felicitado por su coraje y esfuerzo por reducir la violencia del momento. Él ha explicado en su cuenta de Facebook como lo vivió, con estas palabras:
»Gracias por la preocupación y la solidaridad en la oración. Quiero expresar que mi participación en esta manifestación fue porque deseo que vivamos en paz.
»Todos tenemos derecho a expresar nuestras ideas, y ese día ambos grupos sociales salieron a expresarse, pero de pronto perdieron el control y comenzaron a agredirse.
»En ese momento un grupo de jóvenes y yo estábamos en el templo, en adoración frente al Santísimo Sacramento.
»De pronto, en un momento, el santuario es invadido por gente que entra a refugiarse en medio de gritos y asustados... He continuado la oración y luego de un momento, procedí a salir, dejando a la gente en el templo y yo saliendo a la plaza portando una cruz, símbolo de nuestro Señor Jesucristo, Príncipe de Paz.
»Me he colocado en una esquina de la plaza y luego en el centro de la pista en medio del conflicto, a favor de ninguno, para orar a Dios pidiendo el don de la paz, porque no está bien que se peleen hermano contra hermano.
»Y me he dirigido a los que estaban más cerca a mí y les he pedido que suelten las piedras y los palos que portaban, y que no contesten violencia con violencia; y eso les pido a todos pues ¡Somos hijos de un mismo Padre, ¡Dios! Respetémonos, y hagamos conocer nuestros diferentes puntos de vista, pero en paz.
En el nombre del Señor Jesús, reciban la paz.
»Como Pastor de este pueblo, les quiero a todos, también a los que perdieron el control y no sabían lo que hacían, y deseo que vivan como hermanos y si hay derechos vulnerados, hagan respetar la ley usando las vías correspondientes y ante quien tiene competencia para ello. Nuevamente, la paz sea con ustedes. Amén.
El párroco, José Caselli Sandoval, decidió entonces salir a la calle a frenar la escalada de violencia entre manifestantes y policía antidisturbios con una cruz bien grande, visible y pesada y revestido con los ornamentos litúrgicos (la protesta le había sorprendido en adoración ante el Santísimo con unos jóvenes).
En medio del disturbio, mientras personas agresivas de entre los mineros lanzaban piedras y la policía respondía llenando la calle de gases lacrimógenos, el párroco se colocó en medio de la plaza, interponiéndose entre facciones de manifestantes y los agentes antidisturbios.
“Le pido a Dios la paz, que mis hermanos se manifiesten sin violencia física ni verbal. Pongamos un alto a esto”, invocó con voz entrecortada y visiblemente afectado por los gases lacrimógenos.
No fue una escena breve: el sacerdote, recoge la prensa local, "soportó todo valientemente, sin quejarse, y permaneció en el lugar desde las 18:00 horas, hasta muy entrada la noche, cuando se pudo controlar la contienda".
En los días posteriores muchas personas le han felicitado por su coraje y esfuerzo por reducir la violencia del momento. Él ha explicado en su cuenta de Facebook como lo vivió, con estas palabras:
»Gracias por la preocupación y la solidaridad en la oración. Quiero expresar que mi participación en esta manifestación fue porque deseo que vivamos en paz.
»Todos tenemos derecho a expresar nuestras ideas, y ese día ambos grupos sociales salieron a expresarse, pero de pronto perdieron el control y comenzaron a agredirse.
»En ese momento un grupo de jóvenes y yo estábamos en el templo, en adoración frente al Santísimo Sacramento.
»De pronto, en un momento, el santuario es invadido por gente que entra a refugiarse en medio de gritos y asustados... He continuado la oración y luego de un momento, procedí a salir, dejando a la gente en el templo y yo saliendo a la plaza portando una cruz, símbolo de nuestro Señor Jesucristo, Príncipe de Paz.
»Me he colocado en una esquina de la plaza y luego en el centro de la pista en medio del conflicto, a favor de ninguno, para orar a Dios pidiendo el don de la paz, porque no está bien que se peleen hermano contra hermano.
»Y me he dirigido a los que estaban más cerca a mí y les he pedido que suelten las piedras y los palos que portaban, y que no contesten violencia con violencia; y eso les pido a todos pues ¡Somos hijos de un mismo Padre, ¡Dios! Respetémonos, y hagamos conocer nuestros diferentes puntos de vista, pero en paz.
En el nombre del Señor Jesús, reciban la paz.
»Como Pastor de este pueblo, les quiero a todos, también a los que perdieron el control y no sabían lo que hacían, y deseo que vivan como hermanos y si hay derechos vulnerados, hagan respetar la ley usando las vías correspondientes y ante quien tiene competencia para ello. Nuevamente, la paz sea con ustedes. Amén.
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