sábado, 15 de noviembre de 2014

ROMPECABEZAS DE NUESTRA EXISTENCIA


Muchas son las preguntas…, que el ser humano se formula por razón de su existencia. Dios cuando crea un animal lo dota de una clase de instintos que guían la vida de los animales, de la misma forma dota Dios a toda alma humana que crea de instintos equivalentes a los de los animales y además de unas improntas o huellas divinas que le crean al hombre la necesidad de buscar la respuesta a una serie de preguntas que le plantean unas incógnitas que él siente la necesidad de responder. Son estas las llamadas preguntas trascendentales como por ejemplo ¿Quién soy yo? ¿De dónde vengo? ¿A dónde voy? ¿Quién ha creado todo lo que me rodea? ¿Dónde está su Autor?

San Juan Pablo ll en su Encíclica “Fides et ratio”, escribe diciéndonos que: “… una simple mirada a la historia antigua muestra con claridad como en distintas partes de la tierra, marcadas por culturas diferentes, brotan al mismo tiempo las preguntas de fondo que caracterizan el recorrido de la existencia humana: ¿quién soy? ¿dé dónde vengo y a dónde voy?¿por qué existe el mal?¿qué hay después de esta vida? Estas mismas preguntas las encontramos en los escritos sagrados de Israel, pero aparecen también en los Veda y en los Avesta; las encontramos en los escritos de Confucio e Lao-Tze y en la predicación de los Tirthankara y de Buda; asimismo se encuentran en los poemas de Homero y en las tragedias de Eurípides y Sófocles, así como en los tratados filosóficos de Platón y Aristóteles. Son preguntas que tienen su origen común en la necesidad de dar sentido a su vida, que desde siempre acucia el corazón del hombre: de la respuesta que se dé a tales preguntas, en efecto, depende la orientación que se dé a la existencia”.

            Y entre estas preguntas, uno puede hacerse la pregunta del porqué Dios nos creó distintos a los ángeles. Solo en el plano meramente especulativo, pues nuestra corta inteligencia no nos permite otra cosa, podemos intentar entrar, en este enigma Ellos los ángeles. Son espíritus puros creados por razón de amor, directamente por Dios, se distinguen de nosotros en dos cosas fundamentales: La primera es que ellos son plenamente espíritus puros al carecer de materia alguna a diferencia de nosotros que mientras estemos en este mundo tenemos una parte material de nuestra persona que es nuestro cuerpo, que fenecerá como toda materia, cuando abandonemos este, mundo,

Alguien me podría objetar diciéndome que recuperaríamos el cuerpo, es el principio que está en nuestro Credo de la resurrección de la carne. Porque hay un cuerpo puramente natural y hay también un cuerpo espiritual”.(1Cor 15,42-44). Si desea aclarar más este punto, entrar en (1Co 15,35-57).

            La segunda razón, estriba en la creación, tanto de los ángeles como de nosotros, que ambas están realizadas por Dios, desinteresada mente por pura razón de amor, pero la de los ángeles fue una creación directa de Dios y al ser creados conocieron, los ángeles el Rostro de Dios, por lo que los ángeles ignoran lo que es tener fe. Nosotros fuimos creados en nuestros cuerpos indirectamente por Dios que delego en nuestros padres la potestad de crear, nuestros cuerpos. Dios, en los cuerpos creados por nuestros padres insuflo, utilizando el término que emplea la Biblia nuestras almas puras inmortales y espirituales. Pero no tuvimos ocasión de ver el Rostro de Dios, por lo que nos media con los ángeles la diferencia de la fe, ellos no la necesitan pero nosotros sí.

            Si Dios nos creó a todos por razón de amor lo cual, entre plenamente en la lógica de lo que sabemos de Dios, que Él es amor y nada más que amor (1Jn 4,16). Esto determina que juegan aquí las características de amor. Y la primera de ellas nos dice que el amor necesita reciprocidad, Y al ser ello así, Dios necesita saber que le amamos. Por otro lado hay otra característica del amor que aquí interviene y es la de la libertad. El amor para que se genere necesita libertad, a nadie se le puede obligar a que ame a quien no ama. Es por ello que Dios nos ha creado con el libre albedrío, con libertad para amarle o repudiarle. Y ello es necesario, porque Dios solo acepa nuestro amor si es verdadero y no fingido. Si nos hubiese creado sin libertad, todos nosotros al unísono nos veríamos obligados a amar a Dios sin posibilidad de elección, nuestro amor sería imperfecto sería un amor a la fuerza.

            Esta es la razón, por la que Dios nos ha creado poniéndonos en este mundo para que le demos una prueba de nuestro amor a Él, Pero para darle este prueba antes tenemos que pasar por una previa prueba muy importante que es la de la fe. Difícilmente podemos amar a quien no creamos que exista. Como paso previo a nuestro amor Dios necesita conocer nuestra fe. La prueba por la que tuvieron que pasar los ángeles no fue de fe pues ya hemos dicho que desde el punto o momento de su creación, cada uno de los ángeles creados por Dios, todos tuvieron conocimiento de la existencia de Dios, se supone que debieron de tener la dicha de contemplar su rostro. Ignoramos cual fue la prueba de los ángeles, pero ella existió, de ello nos da fe el capítulo 12 y 13 del Apocalipsis. No se nos explica detalladamente, la visión de San Juan evangelista, autor del libro del Apocalipsis, tuvo, en qué consistió la prueba, pero hay un punto claro, a satanás y sus seguidores les dominó la soberbia, pues así lo explica el grito de rebelión: Non serviam, no serviremos, al cual le siguió el grito del Arcángel San Miguel, jefe de las milicias divinas, que gritó; Quién como Dios. Nada hay más grande y que pueda estar por encima de Él.

            La fe antepuerta del amor, es el gran regalo que Dios nos hizo al crearnos a su imagen y semejanza, que debemos de entenderla que es de alma y no de cuerpo, porque ella nuestra alma es la que ama no nuestro cuerpo, por lo que, la base de nuestra prueba de amor, ha de resolverla nuestra alma, primeramente en fe y luego entregándose con todo el amor que sea ella capaz de engendra, a Dios trinitario Creador nuestro. Decíamos antes, que la fe es un regalo de Dios, porque para creer en Él, el mismo nos dona un regalo inestimable llamado el don de la fe, porque es la fe, la que nos abre las puertas de poder, para amar a Dios y entregarnos a Él.

            Sobreponernos a lo que nos dice la razón y los ojos corporales de nuestra cara y aceptar cada día fortalecer más nuestra fe, apoyándonos en la gracia divina que recibimos, tiene a los ojos de Dios un gran mérito, dada nuestra naturaleza humana que nos dice que solo creamos en lo que vemos corporalmente, con los ojos de nuestra cara.

Mi más cordial, saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.

Juan del Carmelo

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