Muchas son las preguntas…, que el ser humano se formula por razón de su
existencia. Dios cuando crea un animal lo dota de una clase de instintos que
guían la vida de los animales, de la misma forma dota Dios a toda alma humana
que crea de instintos equivalentes a los de los animales y además de unas
improntas o huellas divinas que le crean al hombre la necesidad de buscar la
respuesta a una serie de preguntas que le plantean unas incógnitas que él
siente la necesidad de responder. Son estas las llamadas preguntas
trascendentales como por ejemplo ¿Quién soy yo? ¿De dónde vengo? ¿A dónde voy?
¿Quién ha creado todo lo que me rodea? ¿Dónde está su Autor?
San Juan Pablo ll en su Encíclica “Fides et ratio”, escribe diciéndonos
que: “… una simple mirada a la historia antigua muestra con claridad como en
distintas partes de la tierra, marcadas por culturas diferentes, brotan al
mismo tiempo las preguntas de fondo que caracterizan el recorrido de la
existencia humana: ¿quién soy?
¿dé dónde vengo y a dónde voy?¿por qué existe el mal?¿qué hay después de esta vida? Estas
mismas preguntas las encontramos en los escritos sagrados de Israel, pero
aparecen también en los Veda y en los Avesta; las encontramos en los escritos
de Confucio e Lao-Tze y en la predicación de los Tirthankara y de Buda;
asimismo se encuentran en los poemas de Homero y en las tragedias de Eurípides
y Sófocles, así como en los tratados filosóficos de Platón y Aristóteles. Son preguntas
que tienen su origen común en la necesidad de dar sentido a su vida, que desde
siempre acucia el corazón del hombre: de la respuesta que se dé a tales
preguntas, en efecto, depende la orientación que se dé a la existencia”.
Y entre estas preguntas,
uno puede hacerse la pregunta del porqué Dios nos creó distintos a los ángeles.
Solo en el plano meramente especulativo, pues nuestra corta inteligencia no nos
permite otra cosa, podemos intentar entrar, en este enigma Ellos los ángeles.
Son espíritus puros creados por razón de amor, directamente por Dios, se
distinguen de nosotros en dos cosas fundamentales: La primera es que ellos son
plenamente espíritus puros al carecer de materia alguna a diferencia de
nosotros que mientras estemos en este mundo tenemos una parte material de
nuestra persona que es nuestro cuerpo, que fenecerá como toda materia, cuando
abandonemos este, mundo,
Alguien me podría objetar diciéndome que recuperaríamos el cuerpo, es el
principio que está en nuestro Credo de la
resurrección de la carne. Porque hay un cuerpo puramente natural y hay
también un cuerpo espiritual”.(1Cor 15,42-44). Si desea aclarar más este punto,
entrar en (1Co 15,35-57).
La segunda razón,
estriba en la creación, tanto de los ángeles como de nosotros, que ambas están
realizadas por Dios, desinteresada mente por pura razón de amor, pero la de los
ángeles fue una creación directa de Dios y al ser creados conocieron, los
ángeles el Rostro de Dios, por lo que los ángeles ignoran lo que es tener fe.
Nosotros fuimos creados en nuestros cuerpos indirectamente por Dios que delego
en nuestros padres la potestad de crear, nuestros cuerpos. Dios, en los cuerpos
creados por nuestros padres insuflo,
utilizando el término que emplea la Biblia nuestras almas puras inmortales y
espirituales. Pero no tuvimos ocasión de ver el Rostro de Dios, por lo que nos
media con los ángeles la diferencia de la fe, ellos no la necesitan pero
nosotros sí.
Si Dios nos creó a
todos por razón de amor lo cual, entre plenamente en la lógica de lo que
sabemos de Dios, que Él es amor y nada más que amor (1Jn 4,16). Esto determina
que juegan aquí las características de amor. Y la primera de ellas nos dice que
el amor
necesita reciprocidad, Y
al ser ello así, Dios necesita saber que le amamos. Por otro lado hay otra
característica del amor que aquí interviene y es la de la libertad. El
amor para que se genere necesita libertad, a nadie se le puede obligar a que
ame a quien no ama. Es por ello que Dios nos ha creado con el libre albedrío,
con libertad para amarle o repudiarle. Y ello es necesario, porque Dios solo
acepa nuestro amor si es verdadero y no fingido. Si nos hubiese creado sin
libertad, todos nosotros al unísono nos veríamos obligados a amar a Dios sin
posibilidad de elección, nuestro amor sería imperfecto sería un amor a la
fuerza.
Esta es la razón, por la que Dios nos ha creado
poniéndonos en este mundo para que le demos una prueba de nuestro amor a Él,
Pero para darle este prueba antes tenemos que pasar por una previa prueba muy
importante que es la de la fe. Difícilmente podemos amar a quien no creamos que
exista. Como paso previo a nuestro amor Dios necesita conocer nuestra fe. La
prueba por la que tuvieron que pasar los ángeles no fue de fe pues ya hemos
dicho que desde el punto o momento de su creación, cada uno de los ángeles
creados por Dios, todos tuvieron conocimiento de la existencia de Dios, se
supone que debieron de tener la dicha de contemplar su rostro. Ignoramos cual
fue la prueba de los ángeles, pero ella existió, de ello nos da fe el capítulo
12 y 13 del Apocalipsis. No se nos explica detalladamente, la visión de San
Juan evangelista, autor del libro del Apocalipsis, tuvo, en qué consistió la
prueba, pero hay un punto claro, a satanás y sus seguidores les dominó la
soberbia, pues así lo explica el grito de rebelión: Non serviam, no serviremos, al cual le
siguió el grito del Arcángel San Miguel, jefe de las milicias divinas, que
gritó; Quién como Dios. Nada hay más grande y que pueda estar por encima de Él.
La fe antepuerta del amor, es el gran regalo que Dios nos
hizo al crearnos a su imagen y semejanza, que debemos de entenderla que es de
alma y no de cuerpo, porque ella nuestra alma es la que ama no nuestro cuerpo,
por lo que, la base de nuestra prueba de amor, ha de resolverla nuestra alma,
primeramente en fe y luego entregándose con todo el amor que sea ella capaz de
engendra, a Dios trinitario Creador nuestro. Decíamos antes, que la fe es un
regalo de Dios, porque para creer en Él, el mismo nos dona un regalo
inestimable llamado el don de la fe, porque es la fe, la que nos abre las
puertas de poder, para amar a Dios y entregarnos a Él.
Sobreponernos a lo que nos dice la razón y los ojos
corporales de nuestra cara y aceptar cada día fortalecer más nuestra fe,
apoyándonos en la gracia divina que recibimos, tiene a los ojos de Dios un gran
mérito, dada nuestra naturaleza humana que nos dice que solo creamos en lo que
vemos corporalmente, con los ojos de nuestra cara.
Mi más cordial, saludo lector y el deseo de
que Dios te bendiga.
Juan del Carmelo
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