El viaje más misterioso y singular es
probablemente el más desconocido de todos. Se trata del “viaje” que hace cada
cristiano desde que se bautiza hasta que, tras su muerte, se encuentra con
Dios.
De hecho, es éste un viaje que cada uno de
nosotros (supuesto que estamos bautizados) ya hemos iniciado. Siendo así,
¿sabríamos decir cuántas etapas tiene?; ¿conocemos las dificultades que podemos
encontrar?; ¿seremos capaces de descubrir
a los que tratarán de desviarnos?; ¿las “enfermedades” en las que podemos caer
y los remedios para “curarnos”?...
Sobre este
misterioso viaje, el más importante de nuestra vida, a través de los tres
países-épocas, es de lo que trata el siguiente video.
Es un video largo para un blog pues dura
veinte minutos, pero sólo si lo ves completo comprenderás que veinte minutos
son pocos para lo que hay que contar. Por eso antes de dar a play, busca
un momento de tranquilidad, disponte cómodo, espera a llegar a casa para verlo
si es necesario.
Y una vez lo hayas visto…
Los Tres
Mosqueteros
TEXTO ÍNTEGRO DEL VIDEO:
EL MISTERIOSO VIAJE A TRAVÉS DE LOS TRES
PAÍSES-ÉPOCAS
Este libro trata, brevemente, del viaje más
singular: el que transcurre desde que uno se hace católico, hasta el instante
en que su muerte le posibilita la entrega del Premio y el comienzo de su
segunda y definitiva vida.
Este "viaje" tiene sus propios
recorridos que se cubren en etapas. Pero, si en los viajes que ordinariamente
emprendemos el lugar de destino, los horarios, los aviones a tomar, la duración
de la etapas, etc., son conocidos y están perfectamente señalados, en este
viaje singular la dificultad está en que no se tienen (y por ello es lo del Premio)
sino vagas orientaciones que el viajero ha de precisar con su trabajo personal,
amén de que enemigos poderosos procurarán desorientarlo, cambiando incluso las
"señalizaciones", presentándole aviones engañosos, etc.
Afortunadamente también tendrá amigos poderosos que harán todo lo contrario y
le facilitarán unas pistas, unas guías, que le ayudarán a encontrar el
verdadero camino, sobre todo si ha cultivado dos facultades que se llaman
Inteligencia y Virtud, además de una ayuda especial que se llama Gracia. Con
todo esto, el viaje se torna una verdadera aventura.
Para cubrir las siete etapas de que consta
deberá proveerse de conocimientos, de ayudas ―tanto ordinarias como
extraordinarias― y, lo más fascinante, penetrar en la Otra Dimensión.
Finalmente debe saber que inicialmente se
le provee de un material a desarrollar: su propia tipología. De lo que haga con
ella dependerá, en gran parte, el éxito o fracaso de su viaje.
Durante este viaje se atraviesan, por
decirlo así, tres “países-épocas”, que tienes descritos, en forma de metáfora,
a continuación.
Dice así: habiendo salido de una ciénaga
pestilente de serpientes y sabandijas, me encontré de repente en un bellísimo
jardín, tan lleno de encantos y tan deleitoso, que el pecho se me ensanchaba de
placer y el corazón parecía querer salírseme por no poder soportar un gozo tan
grande. Avanzaba alegremente y dando saltos de felicidad, cuando un día
descubrí que el jardín tenía un límite, y que éste lo formaba un interminable y
seco desierto que se extendía hasta lo infinito. Empecé a caminar por sus
ardientes arenas y bajo un sol abrasador. Al principio, todavía me cubrían
algunos árboles y apagaban mi sed algunas fuentes de agua pura. Pero a medida
que fui avanzando, aquellos se hacían más raros y éstas más escasas; hasta que
llegó el momento (ni yo mismo sé cuando fue) en que todo lo que pudiera ser
motivo de alivio y frescura desapareció. Y me encontré, días y días, avanzando
por ese desierto que parecía no tener fin.
¿Cuánto tiempo caminé así? Sólo Él lo sabe.
Pero yo si sé que muchas veces me dejé caer de bruces sobre la ardiente arena,
sin fuerzas para seguir y llorando como un niño pequeño, clamando porque me
quitaran una vida que juzgaba inútil, y que me era doblemente penosa por la
terrible tentación de desandar el camino, y volver a mi antigua ciénaga, que
ahora me parecía deleitoso paraíso. Y, sin embargo, no volví atrás. A
trompicones seguí avanzando, esperando contra toda esperanza llegar al
misterioso País de las Montañas del que me habían hablado y que, me decían, se
hallaba al final del áspero desierto.
Y mi perseverancia fue recompensada. Un
día, cuando toda esperanza parecía una ilusión y cuando todo en mí parecía
hablarme de que estaba peor que nunca, el desierto empezó a hacerse menos
áspero, menos rudo. Algunas yerbas (muy raquíticas al principio, más altas
después) aparecían aquí y allá. Algunos árboles se veían de cuando en cuando,
como si fueran la avanzada de los del para mí legendario País de las Montañas.
Y un día feliz me di cuenta que ―sin
haberme dado cuenta― estaba rodeado de verdes valles y altísimas montañas que
recortaban en un cielo purísimo sus cumbres escalonadamente altas; y aunque en
ese país se turnaban las horrendas simas de negras sombras con los valles de
asombrosas claridades, sospeché que mi desierto había terminado y llegado
había, por fin, a la misteriosa región de los altos montes y de las aguas
vivas. Estaba ya en la tercera época o "Gran época". Y entonces
ocurrió...
Siento defraudarte, pero lo que sucedió
entonces sólo lo saben cada protagonista y el Señor. Los demás tenemos que
contentarnos con atisbos, intuiciones y los relatos fragmentarios y enigmáticos
que nos han dejado algunos de los protagonistas. En consecuencia, si tienes
mucho interés por saberlo, sólo tienes que ponerte en camino y cuando llegues
lo sabrás. Ojalá que tú aumentes los relatos sobre estos lugares ignotos; y
hasta puede suceder que seas tan privilegiado que nos dejes una narración más
clara que las que hasta ahora poseemos. Todo es posible si tú...
Yo, por mi parte, voy a ayudarte, dentro de
mis modestos recursos, en el comienzo de tu viaje con una comparación: veía por
televisión una competición atlética, y me fijé como, situados en sus puestos,
los corredores esperaban el disparo de salida, dedicándose unos a ejercicios de
precalentamiento, otros pateando el suelo, frotándose los brazos, etc., y todos
golpeándose piernas y brazos como reconociendo su estado físico para calcular
así su futuro rendimiento; en suma, hacían una especie de reconocimiento de su
propio estado general. Del mismo modo, antes de que comiences el
"viaje", yo te invito a un reconocimiento general de tu estado
actual, y, para ello, voy a presentarte a continuación unos retratos-robots de
cristianos que aún no han comenzado su viaje, que se encuentran, podríamos
decir, en las Pre-Etapas, con el fin de que viéndolos puedas quizá reconocerte
y saber así el punto desde el que partes. Después, en los siguientes capítulos
describiré brevemente las siete etapas del viaje haciendo, para cada una de
ellas, primero una descripción general con sus principales rasgos y a
continuación enunciando los trabajos que normalmente hay que realizar para
pasar a la siguiente etapa.
Antes de comenzar
haré tres advertencias:
1ª. No hay etapas propias del estado
religioso y etapas propias del estado seglar; todas son etapas del cristiano.
2ª. No hay etapas, por así decirlo, puras.
Se puede estar en una etapa y tener síntomas de otras, incluso muy elevadas, o
hacer "incursiones" a etapas inferiores o superiores. Lo que cuenta
es poseer, en general y en su mayoría, los síntomas de una determinada etapa
para estar en ella.
3ª. Para poder entrar en la Primera Etapa se
requiere al menos algún sincero amor a Dios, aunque sea débil y sólo en algunas
ocasiones.
Los Tres
Mosqueteros
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