“Mi paz os dejo…mi paz
os doy, no como el mundo la da, yo os la doy” Juan 14:27
Dos pintores ilustraron en sus cuadros el
concepto de paz y descanso. El primero eligió una escena hermosa con un lago
solitario a lo lejos, rodeado de hermosas e imponentes montañas. El sol
resplandecía hermosamente reflejando su imponente aspecto en el lago y cerca
del lago en un árbol, hermosos pájaros de
diversos colores parecían felices entonando sus melodiosas canciones.
El segundo pintó una estruendosa cascada,
imponente y ruidosa que levantaba una nube de agua al caer y a la mitad de la
cascada cerca de ella, pintó una pequeño arbusto, cuyas ramas se doblaban por
encima de la espuma de la cascada y en esa rama se encontraba un petirrojo
descansando en su nido. Los dos cuadros eran
bellos pero el segundo describía mejor lo
que es la verdadera y genuina paz.
Genuina y verdadera paz no es ausencia de
turbación ni de ruido ni de amenazas. Paz es descanso en medio de la turbación.
La vida cristiana es mejor
descrita con el segundo cuadro.
Hay paz cuando la tempestad ruge y el tumulto
amenaza, hay paz cuando las olas parecen quebrar todo, pero la vida interior
jamás es perturbada por las tempestades de afuera. Este petirrojo descansaba
seguro en su nido como si supiera que esa cascada no iba jamás a salirse de sus
límites.
Los hijos de Dios descansamos en Jesús, porque
si estamos seguros que las turbaciones y los tumultos al igual que la cascada
tienen un límite y no traspasan ese límite marcado por el Señor. El Señor Jesús
siempre vivió y experimentó la genuina y verdadera paz, por eso antes de él
partir a los cielos y cuando la tempestad rugía y aún se escuchaban las voces
de los que habían gritado, Crucifícale… Crucifícale, entonces les proclamó el más grande legado de paz: “Mi paz
os doy a vosotros y les doy la paz que el mundo no da, por tanto no temáis, ni estés asustados”.
Hoy necesito esa paz y ya la tengo por lo tanto
decido vivir en esa paz genuina y verdadera. La genuina y verdadera paz no es
un sentimiento santificado que viene de la iglesia, es el descanso profundo que viene del corazón de Dios.
Señor, Gracias por darme la paz profunda que nace del
espíritu y que satisface el vacío del
corazón en medio de las más negras turbaciones y los más ruidosos tumultos. Hoy
llego ante ti con la seguridad de poder vivir en esa paz genuina y verdadera.
Hoy, quiero ser un portador de tu paz para hacer ligera la carga a aquel que se
siente turbado. Amén
Dr. Serafín Contreras Galeano.
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