A diferencia de nuestro cuerpo… que perfectamente lo dominamos. Desde
antes de empezar a estudiar el bachillerato, que ahora con tantos planes educativos,
no sé cómo se llama, se nos daban entonces unas nociones sobre el cuerpo humano
y en el bachillerato, estas nociones se ampliaban, con lo cual los que pensaban
estudiar medicina, se frotaban las manos y ya se les veía que su vocación
apuntaban en esa dirección, pues siempre sacaban buenas notas en este tema.
Luego teníamos clases de educación física, y no solo en el bachillerato,
sino también en la carrera, nuestros mayores se cuidaban de todo lo relativo al
cuerpo, unido a la preocupación de las madres por nuestra salud, para lo cual
si estábamos buenos nos atiborraban en las comidas con un suplicio, llamado aceite de hígado de bacalao, y si
estábamos empachados de comida, con otro remedio que era aún peor y tena dos
variantes, una llamada aceite ricino
y la otra se llamaba agua de Carabaña.
Si de verdad alguien quiere morirse de asco, le invito a tomar unas
desagradables dosis, de estos remedios gracias a Dios ya pasados de moda.
Aunque en la deficiente educación de muchos niños de hoy en día, se les nota
que nunca han probado los remedios que se usaban antiguamente. No teníamos
móviles, ni televisión, ni ordenadores, pero siempre teníamos una ilusión que
nos hacía querer, ser perfectos y éramos más felices. Porque en esta vida, no
es más feliz el que más tiene, sino el que menos necesita.
En cuanto a nuestra formación religiosa, creo que tenía sus defectos ya
que ninguna obra humana es perfecta. Esta formación era el fruto de la buena
fe, de unos hombres consagrados plenamente al servicio de Dios, que acababan de
salir de una feroz persecución religiosa, en la que unos hombre entregados a
los deseos del maligno, les habían quemado varios conventos con sus
correspondientes iglesias y muchos de sus hermanos ganaron la palma del
martirio cuando fueron fusilados, por odio a Dios y a su religión, dando
testimonio de amor a Cristo y a sus perseguidores. Ya que más de un mártir
cristiano, ha muerto pidiéndole a Dios por sus asesinos. Por mi parte doy gracias
a Dios del tremendo favor que me hizo, confiando mi educación cristiana a las
manos de estos admirables hombres, que me enseñaron esencialmente a Amar a
Dios, porque amándole nuestra fe siempre se fortalece, y con ella todas las
demás virtudes..
Ahora, nuestros cuerpos, siempre están ahora súper alimentados, hasta el
punto que la obesidad es una preocupante causa indirecta de muerte. También
antes se cuidaban los cuerpos practicándose el deporte, y no digamos más de los
que ahora practican el deporte, viéndolo en la TV. Pero sea por una razón o por
otra, nuestros cuerpos en general, siempre los tenemos bien alimentados. Pocos
vamos siendo ya, los que conocimos y vivimos con una cartilla de racionamiento.
Hoy en día tenemos bien alimentado y desarrollado, nuestros cuerpos y cuidados
por una excelente categoría de sanitarios. Pero desgraciadamente no se puede
decir que el mantenimiento y desarrollo de nuestras almas, esté al mismo nivel
que el de nuestros cuerpos Todos tenemos un cuerpo y un alma que mantener
cuidar y desarrollar, por mandato divino. No son muchos los que se cuidan de su
alma, con igual o superior esmero del que emplean en sus cuerpos.
Y esto: ¿por qué sucede así? Todo esto tiene su principio, en el
quebrantamiento, que Adán y Eva, instigados por el maligno en forma de
serpiente, hicieron de la Ley de Dios, es decir por el llamado pecado original,
bien llamado así porque todo quebrantamiento de la Ley de Dios, generan un
pecado, al ofenderse a Dios. Las consecuencias de esta ofensa a Dios, primeramente
las padecieron nuestros primeros padres y luego los millones de descendientes,
que hay y ha habido en el mundo. Esencialmente la consecuencia principal, fue
una inversión de la relación entre alma inmortal perteneciente de carácter
espiritual y un cuerpo mortal, perteneciente al orden material.
En cualquier situación, la lógica nos dice que el orden superior está
llamado a regir al orden inferior, pero cuando el orden inferior toma las
riendas del mando su incapacidad determina la creación de un caos. Contemplemos
lo que pasa en un ejército; lo lógico es que manden los oficiales, y cuando es
la tropa la que se subleva y toma el mando, la derrota de ese ejército en esa
guerra está asegurada. Nosotros tenemos un alma perteneciente al orden superior
del espíritu, al que pertenece Dios y Él mismo creó un orden inferior que es el
de la materia al que pertenece nuestro cuerpo.
Nuestra alma es la gran desconocida, porque al pertenecer al orden
superior del espíritu, es invisible a los ojos materiales de nuestros cuerpos.
Y como quien domina nuestro ser es el orden inferior del cuerpo de nuestra
materia, al no ver esta lo invisible le niega su existencia. Se niega la
existencia del alma humana, se niega la existencia de Dios y de todo aquello
que no ven los ojos de nuestras caras. Pero como lo invisible produce unos
efectos visibles, porque Dios es el Creador de todo, se inventan teorías para
demostrar lo indemostrable, que los efectos creadores de un Dios invisible, no
son frutos de Él sino por ejemplo de la casualidad y la evolución.
Todo lo anterior, ha dado origen en la persona, a olvidarse de su alma y
ni alimentarla, ni desarrollarla. En una antigua glosa una vez escribí: “Nuestra
alma es una desconocida para nosotros mismos, lo desconocemos todo de ella, sus
potenciales capacidades están preparadas para recibir y corresponder a ese
ilimitado amor que Dios le ofrece. Ni siquiera el más santo de los santos que
haya existido en este mundo, ha llegado nunca a sacarle todo su jugo a las
posibilidades de nuestra alma, porque nadie ha podido acercarse a sus límites
finales ya que ellos son inexistentes” Tomemos por ejemplo el amor,
ninguna alma humana puede llegar a asimilar todo el amor que el Señor nos
tiene, porque su amor carece de límites, y nosotros somos criaturas limitadas.
La mayoría de nosotros
no nos tomamos en serio el problema del desarrollo espiritual de nuestra alma,
pero eso sí la materia nos subyuga de tal forma que procuramos que a nuestro
cuerpo no le falte de nada. El Señor nos dejó dicho: “63 El espíritu es el que da
vida, la carne no aprovecha para nada. Las palabras que yo os he hablado son
espíritu y son vida;…”. (Jn 6,63). Y con respecto a los que se tomen
en serio estas palabras, el Señor las completo en otro pasaje evangélico que
nos dice: “24 Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su
vida por mí, ése la salvará. 25 Pues, ¿de qué le sirve al hombre haber ganado
el mundo entero, si él mismo se pierde o se arruina? 26 Porque quien se
avergüence de mí y de mis palabras, de ése se avergonzará el Hijo del hombre,
cuando venga en su gloria, en la de su Padre y en la de los santos ángeles”.
(Lc 9,24-26).
San Agustín nos decía: “Como el cuerpo muere cuando falta el alma, así
el alma muere cuando pierde a Dios, más hay una diferencia: la muerte del
cuerpo sucede necesariamente, pero la del alma es voluntaria”. Cierto es que somos libres
de matar nuestra alma, con la comisión de un pecado mortal y desgraciadamente,
así se pasan la vida muchas personas bautizadas que recibieron la Inhabitación
Trinitaria, que fueron templos vivos de Dios y que al pecar gravemente
perdieron la Inhabitación Trinitaria y no han vuelto a recuperarla, aunque la
misericordia divina previo un arrepentimiento, nos dona un perdón y la
posibilidad de resucitar nuestra alma enterrada en un montón de ofensas graves.
Nuestro mundo, está lleno de cementerios de almas matadas por sus tenedores,
que solo se preocuparon de su cuerpo y darle a este todo lo que desee, que para
eso como ellos dicen: “ Hay que aprovechar el tiempo que solo se viven tres
días”. .
Mi
más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.
Juan
del Carmelo
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