domingo, 14 de septiembre de 2014

NUESTRA GRAN DESCONOCIDA


A diferencia de nuestro cuerpo… que perfectamente lo dominamos. Desde antes de empezar a estudiar el bachillerato, que ahora con tantos planes educativos, no sé cómo se llama, se nos daban entonces unas nociones sobre el cuerpo humano y en el bachillerato, estas nociones se ampliaban, con lo cual los que pensaban estudiar medicina, se frotaban las manos y ya se les veía que su vocación apuntaban en esa dirección, pues siempre sacaban buenas notas en este tema.

Luego teníamos clases de educación física, y no solo en el bachillerato, sino también en la carrera, nuestros mayores se cuidaban de todo lo relativo al cuerpo, unido a la preocupación de las madres por nuestra salud, para lo cual si estábamos buenos nos atiborraban en las comidas con un suplicio, llamado aceite de hígado de bacalao, y si estábamos empachados de comida, con otro remedio que era aún peor y tena dos variantes, una llamada aceite ricino y la otra se llamaba agua de Carabaña.

Si de verdad alguien quiere morirse de asco, le invito a tomar unas desagradables dosis, de estos remedios gracias a Dios ya pasados de moda. Aunque en la deficiente educación de muchos niños de hoy en día, se les nota que nunca han probado los remedios que se usaban antiguamente. No teníamos móviles, ni televisión, ni ordenadores, pero siempre teníamos una ilusión que nos hacía querer, ser perfectos y éramos más felices. Porque en esta vida, no es más feliz el que más tiene, sino el que menos necesita.

En cuanto a nuestra formación religiosa, creo que tenía sus defectos ya que ninguna obra humana es perfecta. Esta formación era el fruto de la buena fe, de unos hombres consagrados plenamente al servicio de Dios, que acababan de salir de una feroz persecución religiosa, en la que unos hombre entregados a los deseos del maligno, les habían quemado varios conventos con sus correspondientes iglesias y muchos de sus hermanos ganaron la palma del martirio cuando fueron fusilados, por odio a Dios y a su religión, dando testimonio de amor a Cristo y a sus perseguidores. Ya que más de un mártir cristiano, ha muerto pidiéndole a Dios por sus asesinos. Por mi parte doy gracias a Dios del tremendo favor que me hizo, confiando mi educación cristiana a las manos de estos admirables hombres, que me enseñaron esencialmente a Amar a Dios, porque amándole nuestra fe siempre se fortalece, y con ella todas las demás virtudes..

Ahora, nuestros cuerpos, siempre están ahora súper alimentados, hasta el punto que la obesidad es una preocupante causa indirecta de muerte. También antes se cuidaban los cuerpos practicándose el deporte, y no digamos más de los que ahora practican el deporte, viéndolo en la TV. Pero sea por una razón o por otra, nuestros cuerpos en general, siempre los tenemos bien alimentados. Pocos vamos siendo ya, los que conocimos y vivimos con una cartilla de racionamiento. Hoy en día tenemos bien alimentado y desarrollado, nuestros cuerpos y cuidados por una excelente categoría de sanitarios. Pero desgraciadamente no se puede decir que el mantenimiento y desarrollo de nuestras almas, esté al mismo nivel que el de nuestros cuerpos Todos tenemos un cuerpo y un alma que mantener cuidar y desarrollar, por mandato divino. No son muchos los que se cuidan de su alma, con igual o superior esmero del que emplean en sus cuerpos.

Y esto: ¿por qué sucede así? Todo esto tiene su principio, en el quebrantamiento, que Adán y Eva, instigados por el maligno en forma de serpiente, hicieron de la Ley de Dios, es decir por el llamado pecado original, bien llamado así porque todo quebrantamiento de la Ley de Dios, generan un pecado, al ofenderse a Dios. Las consecuencias de esta ofensa a Dios, primeramente las padecieron nuestros primeros padres y luego los millones de descendientes, que hay y ha habido en el mundo. Esencialmente la consecuencia principal, fue una inversión de la relación entre alma inmortal perteneciente de carácter espiritual y un cuerpo mortal, perteneciente al orden material.

En cualquier situación, la lógica nos dice que el orden superior está llamado a regir al orden inferior, pero cuando el orden inferior toma las riendas del mando su incapacidad determina la creación de un caos. Contemplemos lo que pasa en un ejército; lo lógico es que manden los oficiales, y cuando es la tropa la que se subleva y toma el mando, la derrota de ese ejército en esa guerra está asegurada. Nosotros tenemos un alma perteneciente al orden superior del espíritu, al que pertenece Dios y Él mismo creó un orden inferior que es el de la materia al que pertenece nuestro cuerpo.

Nuestra alma es la gran desconocida, porque al pertenecer al orden superior del espíritu, es invisible a los ojos materiales de nuestros cuerpos. Y como quien domina nuestro ser es el orden inferior del cuerpo de nuestra materia, al no ver esta lo invisible le niega su existencia. Se niega la existencia del alma humana, se niega la existencia de Dios y de todo aquello que no ven los ojos de nuestras caras. Pero como lo invisible produce unos efectos visibles, porque Dios es el Creador de todo, se inventan teorías para demostrar lo indemostrable, que los efectos creadores de un Dios invisible, no son frutos de Él sino por ejemplo de la casualidad y la evolución.

Todo lo anterior, ha dado origen en la persona, a olvidarse de su alma y ni alimentarla, ni desarrollarla. En una antigua glosa una vez escribí: “Nuestra alma es una desconocida para nosotros mismos, lo desconocemos todo de ella, sus potenciales capacidades están preparadas para recibir y corresponder a ese ilimitado amor que Dios le ofrece. Ni siquiera el más santo de los santos que haya existido en este mundo, ha llegado nunca a sacarle todo su jugo a las posibilidades de nuestra alma, porque nadie ha podido acercarse a sus límites finales ya que ellos son inexistentes” Tomemos por ejemplo el amor, ninguna alma humana puede llegar a asimilar todo el amor que el Señor nos tiene, porque su amor carece de límites, y nosotros somos criaturas limitadas.

            La mayoría de nosotros no nos tomamos en serio el problema del desarrollo espiritual de nuestra alma, pero eso sí la materia nos subyuga de tal forma que procuramos que a nuestro cuerpo no le falte de nada. El Señor nos dejó dicho: “63 El espíritu es el que da vida, la carne no aprovecha para nada. Las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida;…”. (Jn 6,63). Y con respecto a los que se tomen en serio estas palabras, el Señor las completo en otro pasaje evangélico que nos dice: “24 Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, ése la salvará. 25 Pues, ¿de qué le sirve al hombre haber ganado el mundo entero, si él mismo se pierde o se arruina? 26 Porque quien se avergüence de mí y de mis palabras, de ése se avergonzará el Hijo del hombre, cuando venga en su gloria, en la de su Padre y en la de los santos ángeles”. (Lc 9,24-26).

San Agustín nos decía: “Como el cuerpo muere cuando falta el alma, así el alma muere cuando pierde a Dios, más hay una diferencia: la muerte del cuerpo sucede necesariamente, pero la del alma es voluntaria”. Cierto es que somos libres de matar nuestra alma, con la comisión de un pecado mortal y desgraciadamente, así se pasan la vida muchas personas bautizadas que recibieron la Inhabitación Trinitaria, que fueron templos vivos de Dios y que al pecar gravemente perdieron la Inhabitación Trinitaria y no han vuelto a recuperarla, aunque la misericordia divina previo un arrepentimiento, nos dona un perdón y la posibilidad de resucitar nuestra alma enterrada en un montón de ofensas graves. Nuestro mundo, está lleno de cementerios de almas matadas por sus tenedores, que solo se preocuparon de su cuerpo y darle a este todo lo que desee, que para eso como ellos dicen: “ Hay que aprovechar el tiempo que solo se viven tres días”. .

            Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.

Juan del Carmelo

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