No sentía ningún interés por
escribir un post acerca del referéndum de independencia escocés. Pero,
finalmente, me he animado a hacer algunas consideraciones a mis queridos
lectores. Consideraciones muy breves, porque no pretendo redactar un extenso
artículo.
¿Realmente es deseable que el
siglo XXI sea el siglo de la cantonalización de Europa? ¿De verdad obtendríamos
algún beneficio de la fragmentación de las grandes unidades continentales?
¿Europa, nuestra querida Europa, estaría mejor organizada si cinco grandes
estados dieran lugar a una veintena de naciones?
El argumento de que en la
democracia debe respetarse la voluntad popular, me parece verdadero. Siempre es
mejor resolver la divergencia de opiniones con los votos que con lanzas y
arqueros. No somos trogloditas. La civilización lleva a la democracia. Y los
referéndum son expresión de la democracia. La alternativa son los arqueros
antes mencionados.
Ahora bien, es cierto que si este
argumento de la voluntad popular es verdadero, nada le impide al Valle de Arán
hacer un referéndum y obtener la independencia si gana esa opción. Tampoco
habría ya ninguna razón para que se independizasen la provincia de Tarragona o
algunas comarcas. ¿Por qué una provincia gozaría del derecho a la
autodeterminación y una comarca no?
Se supone que el sentido común se
impondrá y todo el mundo entenderá que este proceso tiene un límite. ¿Pero y si
en una situación de bancarrota del nuevo estado muchas comarcas optaran por la
total soberanía?
No debemos olvidar que los
estados actuales son divisiones organizativas. No está escrito en ningún
reglamento celestial que Suiza no hubiera podido ser una provincia francesa,
que Portugal no hubiera podido unirse a la corona hispana, o que Noruega y
Suecia no hubieran podido formar un solo estado.
Esas divisiones o la ausencia de
ellas se formaron por razones históricas (normalmente la codicia de las casas
reales), pero hoy día son divisiones organizativas. Sin duda, hay un ámbito
natural que es la ciudad y otro el del estado, habiendo un tercer ámbito
organizativo intermedio en todos los países y que recibe distintos nombres:
comunidad, land, cantón, etc. Resulta un hecho objetivo el que surgen muchas
ventajas si centralizamos competencias y servicios de varios ámbitos
intermedios en un solo estado.
No voy a hacer la lista de en qué
ámbitos resulta beneficiosa esa centralización, pero son muchos: investigación
policial, defensa, fondos bancarios de reserva, etc. La independencia puede ser
muy deseable para muchas personas, pero indudablemente resulta beneficiosa esa
centralización o, al menos, la coordinación central de ciertos servicios.
Yo estoy a favor de los
referéndums y de que se respete la voluntad popular. La alternativa es la
represión. Además, a los que estén por esa opción les puedo asegurar que la
represión de un 51% de la población resulta imposible.
Pero estando a favor de esos
referéndums y de que se respete la voluntad popular, hay que preguntarse si
estamos caminando en la dirección adecuada. En mi juventud estaba seguro de que
el futuro significaría el triunfo de la razón. Pero observo que cada vez más
vamos desviándonos de la regla de la razón en favor de otros criterios. El
problema es que en este campo en concreto el camino es muy peligroso porque
puede dar lugar a un proceso sin fin en Europa. Todas las unidades estatales
europeas se pueden cuestionar. Todas las provincias ricas pueden pedir la
independencia respecto a las zonas pobres. El proceso afecta a los países y,
después, a la misma razón de ser de la Unión Europea.
En un primer momento puede dar la
impresión de que las zonas ricas que se independicen vivirán mejor. Pero es un
error. A largo plazo, la división empobrece a todos. La medievalización del
mapa europeo es justo lo contrario de la globalización.
Digámoslo de otra manera: ¿Qué
ventajas me vienen de usar varias monedas regionales, fluctuantes y débiles
frente a usar un euro fuerte y estable? ¿De qué ventajas voy a disfrutar por el
hecho de que mi marco organizativo, legal, de servicios, se acabe en un entorno
cercano en vez de en un estado más grande o, incluso, en un continente?
Indudablemente, no voy a disfrutar de ninguna ventaja, la fragmentación del
marco organizativo amplio sólo conlleva inconvenientes.
Ahora bien, me reafirmo en lo
dicho. Si el 51% de una población vota por la independencia, no se puede
mantener a esa población a la fuerza en una nación. Debemos entendernos todos,
debemos comprendernos todos y eso significa aceptar el respeto a la voluntad
popular y no escoger el camino de la represión.
Las desventajas de romper una gran unidad organizativa son menores que
las de mantener esa unidad a costa de la represión del 51% de la población de
una región. Eso también es un hecho objetivo. Ruego a Dios, sinceramente lo
digo, que reine el buen sentido entre las dos partes que sostienen opiniones
diversas. Si se produce un choque locomotoras, el que sufrirá será el Pueblo,
personas concretas.
P.
FORTEA
No hay comentarios:
Publicar un comentario