jueves, 7 de junio de 2012

SIGNIFICADO DE LA CRUZ


De dos formas se puede entender el significado de la cruz. De una forma material y de una forma espiritual y es tal la importancia del significado espiritual, que este embebe al material, que realmente podemos entenderle reducido, únicamente a las diversas formas de cruces existentes o al valor artístico que puedan tener los miles de cruces, realizadas por artistas de todo género y empleando un sinfín de materiales de todas clases. Pero es el valor espiritual el que nos interesa considerar, y para ello conviene que recordemos el origen de la cruz y la simbología que representa. Pero antes también es conveniente, mencionar el significado de la estrella de David y el de la media luna.

            No se puede decir que la estrella de seis puntas, formada por dos triángulos superpuestos y que también se denomina sello de Salomón, haya sido toda la vida una simbología del judaísmo, porque este símbolo se encuentra en otras varias religiones y sectas, así tenemos por ejemplo que esta estrella aparece tanto en el arte islámico, como en el masónico, rosacruz, esotérico, etc. Ha sido a partir de la persecución de los nazis en la Alemania de los años 30 del pasado siglo, cuando se hizo una mayor identificación del pueblo judío con este símbolo, ya que tanto las propiedades como las personas hebreas se marcaban con este signo en pintura amarilla. Posteriormente al crearse en el año 1948 el estado de Israel, se escogió esta estrella como símbolo que figura en la bandera de Israel. Existen otros símbolos de tradición más antigua en la religión judía como es por ejemplo el Menorá o candelabro de siete brazos, pero no es este, el tema de esta glosa.

            Todas sabemos que la media luna, es un símbolo islámico, pero al igual que le sucede a la llamada estrella de David, sus orígenes son inciertos y su significado es variable. La teoría más extendida refleja la importancia de este símbolo en la relación que el islam tiene con los ciclos lunares. La luna creciente anuncia el Sagrado mes del Ramadán para el creyente mahometano. La media luna es también un recordatorio simbólico de que la vida llega y se va en el tiempo asignado a ella. La media luna, emblema de los otomanos, se convirtió, a partir de la Edad Media, en el símbolo de la mayor parte de los países musulmanes y la estrella que muchas veces figura entre las puntas de la media luna creciente, hace alusión al paraíso que todo creyente musulmán espera.

            Por el contrario, nuestra cruz a diferencia de los dos signos anteriores, tiene un claro significado y un rico simbolismo. Para comprender la grandeza de este simbolismo, conviene que refresquemos nuestra memoria. Todo comienza con la creación del ser humano. Para Edward Leen: “El primordial propósito de la creación fue que la perfección infinita de Dios se pusiera de manifiesto en otros seres que debían de ser reflejo de su existencia y de su belleza. Entre estos seres tenía que haber algunos que fueran imágenes de la vida consciente de Dios, de su vida de conocimiento y amor”. Y fuimos creados, para que se manifieste en nosotros la gloria de Dios, participando nosotros de ella misma. San Francisco de Sales escribe diciendo: “Dios hizo al hombre recto” (Ecl 7,30) de modo que la carne del hombre obedecía sin oposición a su espíritu y el espíritu humano a Dios. Intervino el pecado y transformó este hermoso orden; de aquí que la vida del hombre comenzara a ser continua guerra: “Pues la carne codicia contra el espíritu y el espíritu contra la carne” (Gal 5,17). Es decir, el pecado original cambió todos los planes de Dios, pues el demonio con su tentación consentida por nuestros primeros padres, convirtió a estos y a todos sus descendientes en prisioneros de satanás. Este fue el gran triunfo del demonio.

            Pero las consecuencias de este triunfo demoniaco, habían de ser anuladas y nosotros deberíamos quedar liberados de la esclavitud del demonio. Y para ello Dios en su infinita bondad y amor a nosotros, dio a este problema la más maravillosa de las soluciones, permitiéndonos que pasásemos a ser hijos suyos e integrarnos en su gloria. En los Evangelios se puede leer: “Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en Él no perezca, sino que tenga vida eterna” (Jn 3,16)” Y su Hijo unigénito voluntariamente para redimirnos de nuestra situación de esclavos de satanás, vino a este mundo y realizando la más maravillosa y desinteresada acción que hombre alguno pueda realizar, cual fue nuestra Redención y subsiguiente salvación de todos nosotros, pues se entrego a su Pasión, Agonía en Getsemaní, crucifixión y muerte en la Cruz. Y esta Cruz alzada en el centro de la historia humana es el testimonio elocuente del amor de Dios por los hombres y prueba de la derrota del demonio, pues en la cruz él fue aplastado y derrotado.

Por ello, si hay algo que más odie el demonio es la Cruz. El demonio sabe muy bien que la cruz es signo de su derrota y allí donde haya un alma enamorada de la Cruz de Cristo y abrazada a ella, el demonio está humillado por su derrota, cosa esta que es terrible para él dado su tremendo orgullo. Es por ello la existencia de esas constantes campañas, que continuamente están desatándose en todos los países cristianos contra el crucifijo, tratando de quitarlo de en medio. Curiosamente no todos los no cristianos están enrolados en estas campañas, cual es el caso de los hebreos. Los que más empeño ponen, no son los musulmanes como antiguamente así sucedía. En 1571, en el golfo de Lepanto, la media luna que formaban los bajeles otomanos, fue vencida por la formación de navíos, en forma de cruz que integraban la flota de la Santa Alianza, al mando de D. Juan de Austria e integrada mayoritariamente por naves españolas. Pero ahora son los descreídos, ateos, agnósticos, okupas, anti-sistemas y demás ralea la que comanda el demonio para tratar de acabar con el crucifijo. Pero es el caso, de que el Señor dejo dicho, algo que afecta a este tema: “Y yo te digo a ti que tu eres Pedro, y sobre esta piedra edificare yo mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Yo te daré las llaves del reino de los cielos, y cuanto atares en la tierra será atado en los cielos, y cuanto desatares en la tierra será desatado en los cielos”. (Mt 16,18-19).

San Pablo escribía: “Los judíos exigen signos, los griegos buscan sabiduría; pero nosotros anunciamos a Cristo crucificado, escándalo para los judíos y locura para los paganos; pero para los llamados -judíos o griegos- un Mesías que es la fuerza de Dios y sabiduría de Dios”. La cruz es nuestro signo por excelencia, es el camino de la cruz el único camino de salvación que el hombre tiene. El camino de la salvación pasa por la cruz y quien no se enamora viendo a Jesús crucificado en la cruz, jamás se enamorará. Para el que ama a Cristo llevar su Cruz es lo que nos hace mas parecidos a Él, es lo que más nos acerca a su amor. Todos tenemos una cruz que soportar en este mundo y ¡Ah! del que carezca de ella, pues como decía el santo Cura de Ars: “La mayor cruz es no tener cruz”, porque nuestra cruz, la cruz de cada uno de nosotros, es el signo que tenemos de pertenecer a Cristo, de ser ovejas de su rebaño.

En el parágrafo 2015 del Catecismo de la Iglesia católica se nos dice: “El camino de la perfección pasa por la cruz. No hay santidad sin renuncia y sin combate espiritual (cf. 2 Tm. 4). El progreso espiritual implica la ascesis y la mortificación que conducen gradualmente a vivir en la paz y el gozo de las bienaventuranzas: El que asciende no cesa nunca de ir de comienzo en comienzo mediante comienzos que no tienen fin, jamás el que asciende deja de desear lo que ya conoce (S. Gregorio de Nisa, hom. in Cant 8)”.     

Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.

Juan del Carmelo

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