Una misa de
sanación es una eucaristía en la que se enfatizan los carismas del Espíritu
Santo para dar fortaleza física y espiritual a los fieles.
Una misa de
sanación es una celebración eucarística normal, en la que se hace énfasis en
los carismas y dones del Espíritu Santo, a fin de difundir fortaleza física y
espiritual a la salud de los fieles.
Se ha hecho
usual que en algunos templos católicos, los fieles se reúnan para tener celebraciones
carismáticas. En ellas cantan con entusiasmo, levantan los brazos y expresan su
alegría con fuerza. Estos ritos suelen parecerse a los de los protestantes
evangélicos.
Pareciera
que estos ritos de entusiasmo, en los que se invoca al Espíritu Santo, son
contrarios a la liturgia católica. Sin embargo, existe un tipo de misas en las
que se invoca al Espíritu Santo para que infunda salud física y espiritual a
los fieles. Estas son las misas de sanación.
Toda
optimación viene de Dios, pues Él es la última perfección a la que las cosas
tienden según su naturaleza. Por tanto, toda salud, que es la conservación del
estado óptimo y natural, viene de Dios. En latín, salvación se dice salus,
palabra que dió origen a “salud”. Esto nos indica que la salvación es salud, o
sea, la permanencia en un estado óptimo que es principiado y encontrado en
Dios. Las misas de sanación intentan recuperar el estado óptimo perdido a
través de la invocación carismática del Espíritu Santo.
Estas
celebraciones pueden ser oficiadas por cualquier presbítero, y a ellas acuden
principalmente las personas que han perdido la salud del espíritu debido a la
desesperanza, la pérdida de la fe o la falta de caridad. De modo semejante,
acuden personas aquejadas por enfermedades corporales. Por desgracia, muchos
fieles acuden a las misas de sanación como un último recurso y buscando una
solución mágica a los problemas que sufren.
Debemos
decir que Dios no soluciona mágicamente las enfermedades físicas y
espirituales, sino que su Espíritu Santo nos mueve e inspira a buscar una
solución. Claro que Dios interviene en la existencia humana para su optimación,
pero tomando la naturaleza propia y mejorándola. Por tanto, es recomendable
acudir a las misas de sanación si se tiene un problema, pero no debemos buscar
soluciones mágicas ni espontáneas. En Dios siempre podemos confiar, pero
debemos saber que, no obstante los milagros existen, Dios cura las enfermedades
haciendo óptima nuestra naturaleza.
También es
recomendable saber que las misas de sanación deben seguir los lineamientos de
la liturgia, por lo que las actividades desmedidas como el baile, o el canto
inapropiado no son convenientes. Es buena la presencia de la música pues el
entusiasmo acerca a Dios, pero todo esto debe desarrollarse dentro de un marco
litúrgico apropiado.
Por último,
mencionemos que una misa de sanación no es un rito mágico. En una misa, Dios se
hace presente con su poder amoroso a través de los sacramentos. Mientras que la
magia intenta reclamar para el hombre el poder que solo es propiedad de Dios.
Dejemos que Él nos cambie para bien, que nos sane y que nos haga felices, pues
Él quiere que todos los hombres se salven, o sea, que tengan un cuerpo y
espíritu óptimos.
Gabriel
González Nares
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