viernes, 8 de junio de 2012

EL CISMA DE LOS DIVORCIADOS VUELTOS A CASAR


«A los divorciados vueltos a casar tenemos que decirles que la Iglesia los ama, tienen que verlo y sentir que realmente hacemos todo lo posible para ayudarles»

«A los divorciados vueltos a casar tenemos que decirles que la Iglesia los ama, tienen que verlo y sentir que realmente hacemos todo lo posible para ayudarles ». Con estas palabras, ayer por la tarde, durante la fiesta de las familias en el aeropuerto de Bresso, Benedicto XVI respondió a una pareja de psicólogos que trabajan para ayudar a las familias en dificultad.

«No están ‘fuera’ de la Iglesia», dijo Ratzinger, explicando que «aunque no puedan recibir la absolución de la eucaristía, viven plenamente en la Iglesia». Benedicto XVI aclaró: «el contacto con un sacerdote, para ellos, puede ser igualmente importante, luego que sigan la liturgia eucarística real y participativa: si entran en comunión pueden estar espiritualmente unidos a Cristo».

«Que los divorciados vueltos a casar – auspició el Papa – encuentren consolación en una vida de fe y que, con la ayuda de la comunidad, su sufrimiento no sea un tormento físico y psicológico. Su sufrimiento, si lo aceptan interiormente, es un don para todos». «La cuestión de los divorciados vueltos a casar – añadió Ratzinger – sigue siendo uno de los grandes problemas de la Iglesia de hoy en día: el sufrimiento es grande, tenemos que ayudar a estas personas para que vivan su sufrimiento y empeñarnos en la prevención, profundizar desde el principio, con los jóvenes, el tema del enamoramiento, acompañarles durante el noviazgo y durante el matrimonio». Benedicto XVI concluyó la respuesta dando gracias a la pareja de psicólogos porque, dijo «la psicoterapia es imprescindible para las familias en dificultad».

La cuestión de los divorciados vueltos a casar corre el riesgo de ser, hoy en día, el mayor cisma sumergido. El Papa confirma la exclusión de la eucaristía, pero invita a los divorciados vueltos a casar a que se sientan parte de la Iglesia y que la Iglesia haga todo lo posible para ayudar a estas parejas.

Andrea Tornielli

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