TAMBIÉN VOSOTROS ESTÁIS DENTRO
DEL CÁLIZ
1 Cor
11,23-26: También vosotros estáis sobre la mesa, también vosotros estáis dentro
del cáliz.
Lo que
estáis viendo, amadísimos, sobre la mesa del Señor es pan y vino; pero este pan
y este vino se convierten en el cuerpo y la sangre de la Palabra cuando se les
aplica la palabra. En efecto, el Señor era la Palabra en el principio, y la
Palabra estaba en Dios y la Palabra era Dios (Jn 1,1). Debido a su
misericordia que le impidió despreciar lo que había creado a su imagen, la
Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros (Jn 1,14). Como sabéis, pues,
la Palabra misma asumió al hombre, es decir, al alma y la carne del hombre, y
se hizo hombre permaneciendo Dios. Y puesto que sufrió por nosotros, nos confió
en este sacramento su cuerpo y sangre, en que nos transformó también a nosotros
mismos, pues también nosotros nos hemos convertido en su cuerpo y, por su
misericordia, somos lo que recibimos.
Recordad lo
que era antes en el campo este ser creado; cómo lo produjo la tierra, lo nutrió
la lluvia, y lo llevó a convertirse en espiga; a continuación lo llevó a la era
el trabajo humano, lo trilló, lo aventó, lo recogió, lo sacó, lo molió, lo
amasó, lo coció y, finalmente, lo convirtió en pan. Centraos ahora en vosotros
mismos: no existíais, fuisteis creados, llevados a la era del Señor y trillados
con la fatiga de los bueyes, es decir, de los predicadores del evangelio.
Mientras permanecisteis en el catecumenado estabais como guardados en el
granero; cuando disteis vuestros nombres comenzasteis a ser molidos con el ayuno
y los exorcismos. Luego os acercasteis al agua. Fuisteis amasados y hechos
unidad; os coció el fuego del Espíritu Santo, y os convertisteis en pan del
Señor.
He aquí lo
que habéis recibido. Veis cómo el conjunto de muchos granos se ha transformado
en un solo pan; de idéntica manera, sed también vosotros una sola cosa
amándoos, poseyendo una sola fe, una única esperanza y un solo amor. Cuando los
herejes reciben este sacramento, reciben un testimonio en contra suya, puesto
que ellos buscan la división, mientras que este pan les está indicando la
unidad. Lo mismo sucede con el vino: antes estuvo en muchos cuévanos, y ahora
en un único recipiente; forma una unidad en la suavidad del cáliz, pero tras la
prensa del lagar. También vosotros habéis venido a parar, en el nombre de
Cristo, al cáliz del Señor después del ayuno y las fatigas, tras la humillación
y el arrepentimiento; también vosotros estáis sobre la mesa, también vosotros
estáis dentro del cáliz. Sois vino conmigo: lo somos conjuntamente; juntos lo bebemos,
porque juntos vivimos.
Sermón
229,1-2
www.mercaba,org
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