viernes, 1 de diciembre de 2023

BENDICIÓN DE LA CORONA DE ADVIENTO

Señor Dios bendice con tu poder nuestra Corona de Adviento para que, al encenderla, despierte en nosotros el deseo de esperar la venida de Cristo practicando las buenas obras, y para que así, cuando Él llegue, seamos admitidos al Reino de los Cielos.

Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.

PRIMER DOMINGO (Se enciende la vela)

Encendemos, Señor, esta luz, como aquél que enciende su lámpara para salir, en la noche, al encuentro del amigo que ya viene. En esta primer semana de Adviento queremos levantarnos para esperarte preparados, para recibirte con alegría. Muchas sombras nos envuelven. Muchos halagos nos adormecen.

Queremos estar despiertos y vigilantes, porque tú traes la luz más clara, la paz más profunda y la alegría más verdadera.

Todos: ¡Ven, Señor Jesús! ¡Ven, Señor Jesús!

SEGUNDO DOMINGO (Se enciende la vela)

Los profetas mantenían encendida la esperanza de Israel. Nosotros, como un símbolo, encendemos estas dos velas.

El viejo tronco está rebrotando se estremece porque Dios se ha sembrado en nuestra carne.

Que cada uno de nosotros, Señor, te abra su vida para que brotes, para que florezcas, para que nazcas y mantengas en nuestro corazón encendida la esperanza.

Todos: ¡Ven, Señor Jesús! ¡Ven, Señor Jesús!

TERCER DOMINGO (Se enciende la vela)

En las tinieblas se encendió una luz, en el desierto clamó una voz. Se anuncia la buena noticia: ¡El Señor va a llegar! ¡Preparen sus caminos, porque ya se acerca! Adornen su alma como una novia se engalana el día de su boda. ¡Ya llega el mensajero! Juan Bautista no es la luz, sino el que nos anuncia la luz.

Cuando encendemos estas tres velas cada uno de nosotros quiere ser antorcha tuya para que brilles, llama para que calientes. ¡Ven, Señor, a salvarnos, envuélvenos en tu luz, caliéntanos en tu amor!

Todos: ¡Ven, Señor Jesús! ¡Ven, Señor Jesús!

CUARTO DOMINGO (Se enciende la vela)

Señor, te pedimos nos ayudes a estar siempre dispuestos a dar un "sí", a lo que nos pidas en nuestras vidas.

Nos unimos a La Virgen y San José con un sincero deseo de renunciar a todo lo que impide que Jesús nazca en nuestro corazón. Que Él sea la luz que guíe nuestros pasos.

Todos: ¡Ven, Señor Jesús! ¡Ven, Señor Jesús!

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