Hace mucho tiempo, en un lugar lejano, un viajero llegó a una tierra que no conocía. De inmediato le llamó la atención la hermosura del lugar, de sus arroyos y sus campos. Habiendo caminado un rato, comenzó a vislumbrar la casa de un sencillo poblado.
Las casas
coloridas con las puertas abiertas de par en par irradiaban un aire de paz y
alegría. Al viajero le resultaba difícil creerlo… ¡él
venía de un lugar tan distinto!
Poco a
poco se siguió acercando. Vio unos niños jugando y a sus padres que salían a su
encuentro y con una enorme sonrisa le invitaron a quedarse con ellos unos días.
El
viajero aprendió muchas cosas, por ejemplo a hornear el pan, a trabajar la
tierra, a ordeñar las vacas… pero había una que le llenaba de curiosidad.
Cada día,
a veces en varias ocasiones, los miembros de la familia se acercaban a una
mesita donde habían colocado las figuras de María y José, junto a un burrito
color marrón y una vaca; y muy despacito dejaban una pajita entre María y José.
Con el
correr de los días la cantidad de pajitas iba aumentando e iban formando un
colchoncito que se iba haciendo cada vez a más mullidito.
Cuando le
llegó al viajero el momento de partir, la familia le entregó un pan calientito
y frutas para el camino, lo abrazaron y se despidieron. Ya se iba cuando,
dándose vuelta, les dijo:
– “Quisiera hacerles una pregunta antes de marcharme… ¿Por qué
iban dejando esas pajitas a los pies de María y José?”
Todos
sonrieron, y el niño más pequeño le dijo:
– “Cada vez que hacemos algo con amor, buscamos una pajita y la llevamos
al pesebre. Así vamos preparando para que cuando llegue el niñito Jesús, María
tenga un buen lugar para recostarlo. Si amamos poco, el colchón va a ser un
colchón delgado y por lo mismo frío; pero si amamos mucho, Jesús va a estar más
cómodo y calientito.”
Por fin
el viajero pareció comprenderlo todo y sintió ganas de quedarse con esa familia
hasta la Nochebuena.
Pero una
voz adentro suyo lo invitó a llevar por otros pueblos el maravilloso mensaje de
amor que había aprendido de esta sencilla familia… aprendamos nosotros también
y tengamos reservado en nuestros hogares un lugar calientito y cómodo donde
María pueda recostar al Niñito Jesús el día de Navidad.
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