Si en una relación nos queremos y anhelamos vivir juntos la castidad pero nos resulta muy difícil, ¿tenemos que terminar?
Es decir, creemos que
realmente hay amor porque buscamos lo mejor para la otra persona, pero en lo
que se refiere al contacto físico, terminamos perdiendo el control y nos
pasamos de la raya.
Si realmente queremos lo mejor
para el otro ¿deberíamos terminar? Es una
pregunta que más de una pareja se plantea, y la respuesta es que no
necesariamente.
PONGAMOS EL PROBLEMA EN CONTEXTO
Para abordar adecuadamente el
problema es importante que nos preguntemos: salvo
el tema de la castidad, ¿estamos bien en los demás aspectos de la
relación?
Es decir, ¿hay confianza, somos honestos el uno con el otro, no hay
celos enfermizos, cada uno tiene sus espacios, compartimos los mismos valores?
En realidad, si todo lo demás
—o la mayoría de cosas— va bien, no tienen por qué terminar. Solo hay que trabajar lo relativo a cómo se expresan físicamente el afecto,
que es lo que no está funcionando.
Al respecto, me
gustaría dejarles tres consejos:
1. HABLEN SOBRE EL TEMA
En primer
lugar, ¿han hablado sobre el tema? Es
decir, ¿se han puesto de acuerdo de manera
explícita en que quieren vivir la castidad o simplemente asumen que la otra
persona también quiere vivirla?
Es
importante tener un diálogo honesto sobre este tema, esto les va
a permitir no solo saber qué piensa realmente el otro, sino generar los
mecanismos que les permitan vivirla juntos.
2. FÓRMENSE JUNTOS
En segundo
lugar, fórmense juntos en este tema. Esto es muy importante porque hoy
en día, en muchos ámbitos —incluso religiosos—, se la entiende mal.
Y se puede caer en el error de
pensar que vivir la castidad consiste en reprimir el deseo de expresar afecto y
de huir del placer
porque es malo.
Todo lo contrario: vivir la castidad implica expresar afecto —incluso físicamente— de una
manera virtuosa, es decir, ordenada hacia el amor: hacia la
búsqueda del bien y lo mejor para la otra persona.
Este curso en YouTube de «7 mitos sobre
la castidad», puede ayudarlos mucho a ambos. ¡Véanlo juntos!
3. EVITEN LAS SITUACIONES COMPLICADAS
En tercer
lugar, algo que puede ayudar a entender por qué les cuesta tanto vivir
la castidad es ver la expresión física del afecto como manejar bicicleta cuesta
abajo.
Al inicio, los frenos
funcionan, pero a medida que se empieza a agarrar velocidad, se va haciendo
cada vez más difícil frenar. Finalmente, uno pierde el control y no para hasta
llegar al final de la bajada.
Frente a esto, lo que pueden
hacer como pareja es identificar
juntos cuál es la secuencia que los lleva a perder el control y evitar llegar a
ese punto.
Hay que anticiparse al camino
y frenar mucho antes de llegar a la bajada. Por ejemplo, si pierden el control
cada vez que se quedan solos en casa de alguno viendo una serie o una película,
no vean películas solos en casa.
«Mis papás no
están: ven a mi casa a ver la última temporada de Peaky Blinders». Ambos
saben que no es una invitación a ver la serie.
O si cada vez que él va a
buscarla a ella en el auto del trabajo o la universidad y se estacionan para «conversar» en una calle oscura a unas cuadras de
su casa, entonces, eviten estacionarse en ese lugar. Es decir, si realmente
quieren conversar, estaciónense en un lugar iluminado y por el que circule la
gente.
Cuando
uno está en pareja, la castidad es una decisión que se vive de a dos. Y la persona amada, lejos de
ser un obstáculo, está llamada a ser mi compañera de camino que me ayude a
vivirla.
Nuestro autor también tiene un
blog llamado www.amafuerte.com
donde puedes encontrar más contenidos sobre este tema.
Escrito por Daniel Torres Cox
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