Monta en bicicleta de forma regular y tu riesgo de infarto se reducirá tanto como un 50%. Con el ejercicio del pedaleo el ritmo cardiaco máximo aumenta y la presión arterial disminuye: el corazón trabaja economizando.
Vas a
reducir tu colesterol LDL (el "malo"),
con lo que tus vasos tendrán muchas menos posibilidades de calcificarse, y a la
vez aumentará tu HDL o colesterol "bueno".
Los vasos sanguíneos se conservan flexibles y saludables cuando tus
piernas se mueven cada día.
Para la máxima eficiencia del ejercicio te recomendamos que hagas un
trabajo de intervalos, con cambios de ritmo frecuentes. Es el tipo de
entrenamiento que más rápido te hace mejorar. Calienta a ritmo suave, con una
cadencia de pedaleo alta, alcanza tu ritmo de rodaje y luego intercala, cada 15
minutos, aumentos de intensidad de 3 a 4 minutos de duración en los que tu
respiración se agite considerablemente (80 al 85% de tus pulsaciones máximas).
Cuando se
adopta la postura óptima en el sillín, con el torso ligeramente inclinado
adelante, la musculatura de la espalda está bajo tensión y se ve obligada a
estabilizar el tronco. Muchos dolores de espalda provienen de la inactividad,
que hace que se reduzca la nutrición de los discos intervertebrales y de esta
forma van perdiendo su capacidad de amortiguar los impactos. La falta de
ejercicio además hace que la musculatura de la espalda se vaya atrofiando, con
lo que disminuye escandalosamente su función de "muelle".
Los movimientos regulares de las piernas fortalecen la zona lumbar y
previenen la aparición de hernias discales, al mantener la columna protegida de
vibraciones y golpes. Además el ciclismo estimula los pequeños músculos de las
vértebras dorsales, al hacer que constantemente se compriman y extiendan con el
pedaleo, músculos que cuesta mucho hacer trabajar con cualquier otro deporte.
Compensa
con algunos ejercicios abdominales, como los encogimientos con las piernas
flexionadas cada vez que pedalees y tendrás en la bicicleta una de las
actividades ideales para los que sufren de dolor de espalda. A diferencia de
las actividades en las que hay golpeo, como los saltos o la carrera a pie, con
la bicicleta las rodillas funcionan protegidas, ya que del 70 al 80% del peso
de tu cuerpo gravita sobre el sillón.
Es la
mejor alternativa a la carrera, con beneficios físicos muy similares, pues en
la bici ni las articulaciones ni los cartílagos soportan cargas elevadas. Cuando
las articulaciones se movilizan con poca presión los nutrientes pueden llegar a
ellas con facilidad, y las sustancias beneficiosas se difunden en ellos
fácilmente.
Evita usar desarrollos muy duros si quieres conservar sanas tus
rodillas. Intenta que tu cadencia de pedaleo no baje de las 70 rpm en ningún
momento. Cuenta una vuelta cada vez que el pedal de un lado pase por el mismo
sitio.
Cada vez
que montas en bicicleta estás dándole un impulso a la potencia de tu sistema
inmunológico. Las células "comebacterias"
del cuerpo, los fagocitos, se movilizan de forma inmediata gracias al
pedaleo para aniquilar bacterias y células cancerígenas. Esta es la razón por
la que a los enfermos de cáncer y SIDA se
les recomienda ir en bicicleta.
El Dr.
Froböse destaca cómo la bicicleta es buena "para
las personas que sufren algún proceso canceroso. Es como si las células que se
encargan de la defensa del cuerpo, que estaban dormidas, despertaran mediante
el pedaleo de un prolongado letargo".
Los
esfuerzos moderados refuerzan tu sistema inmune, mientras que los de intensidad
máxima lo debilitan. Si estás expuesto a factores de riesgo (frío, personas ya
infectadas cerca, estrés, poco sueño...) no hagas trabajos muy intensos y
espera a equilibrarte para poder llevarlos a cabo. El cerebro se oxigena más y
te permite pensar con más facilidad. Tu cuerpo segrega hormonas que te hacen
sentir mejor y que pueden hasta llegar a ser adictivas, una sana adicción en
todo caso.
Está
comprobado que los que montan en bicicleta regularmente sufren menos
enfermedades psicológicas y depresiones. Pedalear es uno de los mejores
antidepresivos naturales que existen.
Las
endorfinas, también llamadas hormonas de la felicidad, se generan con el
ejercicio físico, de forma más notable cuando permaneces más de una hora sobre
la bicicleta, así que ya sabes: ponte la alarma
para que suene en una hora y no pares de pedalear hasta entonces, pero si
quieres sentirte bien evita sobrepasar tus límites porque conseguirás el efecto
contrario.
Según el Dr. Froböse,
los beneficios de la bicicleta empiezan a apreciarse con los primeros 20
minutos de pedaleo. Sin embargo, lo ideal, según este mismo médico, es
encontrar al menos tres huecos por semana para pedalear de 45 a 60 minutos, o "monta tan a menudo como puedas". Cuanto
más tiempo dedicas a la bicicleta más ventajas vas acumulando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario