viernes, 10 de septiembre de 2021

ANÉCDOTA

El padre Arróniz narró lo siguiente:

Una viejita a la que visitaba tenía una nieta a la cual quería mucho cuando estuvo muy enferma y desahuciada, viendo llegar la muerte, clamaba por confesarse una y otra vez. La palabra de consuelo y la lluvia agua bendita la mejoraba temporalmente. La abuela había hecho jurar a la nieta, que fuese el padre Arróniz quien le cerrara los ojos al morir.

Cada vez que le daba la pataleta, miraba a la chica por la promesa. Esta corría a la iglesia en busca del complaciente párroco, y nada, la vieja no moría. Una noche estuvo de veras muy mal y el padre se quedó acompañándola, la nieta le pilló el sueño y de madrugada el padre la despertó ante la mejoría que tuvo.

Otra noche volvió nuevamente la nieta en busca del padre diciendo: -"Mi abuelita no puede morir… mi abuelita no puede morir... ¿qué hago, padre?”.

-"Trónchale pues el pescuezo a la vieja, exclamó”. Esto corrió a la muchacha por un tiempo.

Un día, la abuelita amaneció muerta con los ojos cerrados. La promesa se cumplió sola. Para tranquilidad del padre Arróniz y de la nieta.

Por Alberto Bisso Sánchez (1995)

Alejandro Smith Bisso

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