El Arzobispo de Arequipa, Mons. Javier del Río Alba, hizo una reflexión sobre la muerte y dijo que es importante estar en gracia de Dios para estar preparado cuando esta llegue, en vez de temerle, especialmente ahora ante la segunda ola del coronavirus en el Perú que podría ser más grave que la primera.
En su mensaje semanal titulado “La hermana
muerte”, el Arzobispo
explicó que es importante para todos que “en lugar
de temer a la muerte y evitar pensar en ella”, los fieles hagan lo
posible para “estar siempre en gracia de Dios y
listos para partir de este mundo”.
Según las cifras oficiales del Ministerio de Salud, en lo que va de 2021
han fallecido 1.090 personas a causa del coronavirus, y solo en las últimas 24
horas han muerto 101 personas.
En total, los casos de COVID-19 en el
país llegan al 1.064.909, de los cuales 982.111 se han recuperado y han
fallecido 38.871. Además, los medios informan cotidianamente de la escasez de
camas para pacientes en cuidados intensivos.
Ante este panorama, el Arzobispo de Arequipa dijo que “es responsabilidad de cada uno, por tanto, cuidarnos
mutuamente, para lo cual es preciso seguir del mejor modo posible las normas de
bioseguridad que de manera incansable repiten los entendidos en la materia” como
el uso de mascarillas, la distancia social y el lavado de manos.
“Sabemos, sin embargo, que si bien esas medidas son
útiles, no son infalibles ya que nos encontramos ante un virus impredecible y
en cualquier momento podemos ser contagiados”, agregó.
El Prelado indicó que “esta pandemia sigue
poniendo de manifiesto la fragilidad del ser humano y recordándonos que la
muerte nos puede llegar en cualquier momento. Algo en lo que por lo
general se evita pensar y que, al decir del filósofo y escritor Albert Camus,
todo el mundo vive como si nadie lo supiese, pese a que, en realidad, debería
trastornar toda nuestra vida (El mito de Sísifo, 1942)”.
“Nada más cierto que la muerte y al mismo tiempo
nada menos atractivo como tema de conversación o, incluso, de meditación
personal”, destacó.
En su opinión, esto ocurre por dos razones. “Por
un lado, a la angustia que genera pensar en ella porque, en cierto sentido,
contradice esa sed de infinito que, aunque sea de modo inconsciente, habita en
todo hombre”.
Por otro lado “porque no siempre se conoce
en qué consiste la muerte. Por ello, quisiera aprovechar estas breves líneas
para recordarles que la muerte no es el final de la vida humana. Ni siquiera es
su interrupción. El hombre es una unidad de alma espiritual y cuerpo material”.
El Prelado indicó que “en la muerte el
hombre deja de existir temporalmente en el cuerpo, pero sigue viviendo en el
alma hasta que esta se vuelva a unir al cuerpo, ya transfigurado, el día en que
Jesucristo retorne glorioso y se dé la resurrección de la carne”.
Mons. Del Río dijo luego que con la muerte “la
vida no se acaba, solo se transforma. Los que mueren en gracia de Dios son
introducidos con Cristo en la vida eterna; primero con el alma, en la que
siguen existiendo y en la que, previamente purificados, entran ya en el cielo
por toda la eternidad, en la cual se les unirá más adelante el cuerpo”.
Si se vive y se muere en gracia de Dios, concluyó el Arzobispo de
Arequipa, “podremos decir con San Francisco de
Asís: ‘Alabado seas mi Señor, por nuestra hermana muerte corporal, de la cual
ningún viviente puede escapar’ (Cántico de las Criaturas)”.
Redacción ACI Prensa
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