jueves, 5 de septiembre de 2019

QUE DE TU MANANTIAL BROTEN AGUAS DULCES Y NO AMARGAS


El Señor llenará tu manantial de agua dulce y quitará la fuente amarga. Que siempre salgan de tu boca palabras de vida, bendición, gozo, salud y abundancia. Dios quiere usarte como un vaso limpio, como una fuente de salvación e inspiración.

Santiago 3:10-12 “Y así, la bendición y la maldición salen de la misma boca. Sin duda, hermanos míos, ¡eso no está bien! ¿Acaso puede brotar de un mismo manantial agua dulce y agua amarga? ¿Acaso una higuera puede dar aceitunas o una vid, higos? No, como tampoco puede uno sacar agua dulce de un manantial salado”.
La forma de andar en acuerdo con Dios se ve claramente con nuestras palabras, ya que ellas tienen el poder de crear las cosas que van pasando en nuestra vida. Son las que sellan la fe de aquello que esperamos y pedimos en oración. Si de nuestra fuente sale agua dulce y amarga, algo no está bien, es porque nuestras palabras están mezcladas, no tienen pureza. Si un día creemos y decimos que el Señor es nuestro proveedor, teniendo una buena actitud, hacemos lo correcto; pero si en otro manifestamos lo contrario, hacemos amarga nuestra fuente, la contaminamos.
Hagamos morir la queja, la incredulidad y toda palabra negativa que contrista al Espíritu Santo. Llenemos nuestra fuente de agua dulce, es decir, llenemos nuestra boca de bendición, vida, salud, gozo, fe y esperanza. Haciéndolo, habilitamos el fluir del reino de Dios para que todo lo que hagamos nos salga bien.
Oremos así:
“Padre Celestial hoy lleno todo mi ser de tu palabra y promesas, desecho de mi vida todo fuente amarga. Bendigo mi presente, mi futuro, mis proyectos, mi trabajo, mi cuerpo y digo que todo lo que haga me va a salir bien, lo creo en el nombre de Jesús. Amén”

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