Los misteriosos
designios mediante los cuales Dios comunica este deseo a los hombres, son
asombrosos.
La dificultad de explicar «por qué deseo ser un sacerdote católico» es que
hay diez mil razones, todas ellas constituyen una sola, más bien misteriosa y
que lo abarca todo: He escuchado una voz suave y
apacible en el silencio de mi corazón. Y creo que es Su voz.
Podría llenar el espacio
restante de esta reflexión con otras razones, no menos importantes o sin
importancia, de por qué deseo ser sacerdote católico. Como
por ejemplo:
(1) Deseo entregar todo mi corazón
a Dios con total libertad de alma, de modo que el Señor sea mi única herencia,
mi única posesión; y parece que no puedo hacer nada mejor que convertirme en
sacerdote católico para cumplir este deseo.
(2) Deseo la amistad con Jesús, y
la idea de cuidarlo en el Santísimo Sacramento y todo lo que se refiere Él,
incluida Su reserva en el Sagrario, la distribución y adoración del Señor,
produce una alegría profunda y permanente en mi corazón. Ninguna otra vocación
permite tal intimidad con el Santísimo Sacramento como la de un sacerdote
católico.
(3) Deseo salvar almas, dar a cada
alma individual lo que sea más adecuado para su salvación, y dar a todas las
almas lo que es, al final el todo: Dios. Y
la grandeza de esta tarea se confía principalmente a los sacerdotes católicos.
(4) Deseo ser un sacerdote católico,
porque deseo no ser nada sin Jesús, y todo con Él.
Podría llenar el espacio
restante de esta reflexión con el relato de mi vocación, pero creo que mi
historia vocacional es irrelevante.
Miles de hombres mucho mejores
que yo han entregado su vida al sacerdocio. Y sus biografías son magníficas.
Preferiría decir aquí precisamente lo que puede decir cualquier hombre que va
camino de la ordenación sacerdotal. En resumen, el deseo de ser sacerdote
católico nace del amor. Pero este amor no sólo es más grande que el hombre, es
más grande que cualquier cosa de este mundo. Es algo indescriptible.
Este amor del que hablo es el
amor de Dios. Y el deseo de ser sacerdote católico nace de este amor, del mismo
amor de Dios. ¿Por qué? Basten cuatro razones:
(1) El deseo de ser sacerdote
católico nace del amor de Dios porque cualquier apariencia de deseo por el
sacerdocio (y lo que conlleva) es inconcebible sin el conocimiento del amor del
Corazón Santísimo de Jesús.
(2) El deseo de ser sacerdote
católico nace del amor de Dios porque sólo Dios puede ampliar la capacidad del
corazón humano para abrazar las almas con el amor apacible y casto de Jesús, el
Eterno y Sumo Sacerdote.
(3) El deseo de ser un sacerdote
católico nace del amor de Dios porque sólo Dios puede conquistar tan
profundamente el corazón del hombre con una voz tan suave, delicada y
misericordiosa como la Suya.
(4) El deseo de ser sacerdote
católico nace del amor de Dios porque sólo Dios puede llenar el corazón del
hombre de Sí mismo, con Su propio Corazón adorable.
Los misteriosos designios
mediante los cuales Dios comunica este deseo a los hombres, son asombrosos.
Revela la exquisita ternura y la increíble paciencia de Jesús con las almas de
los sacerdotes, que tan a menudo arrastran su indignidad a través del fango y
pagan Su amor con engaños. Y, sin embargo, Dios continúa llamando a los hombres
humildes a las órdenes sagradas. Y rezo para que me haya llamado.
La dificultad de explicar «por qué deseo ser sacerdote católico,» es que hay
diez mil razones, todas equivalentes a una sola, bastante misteriosa y que lo
abarca todo: He escuchado una voz apacible,
vibrante y firme, en el silencio de mi corazón. Y esta no es humana.
«Ven, sígueme.»
Fray Maximilian Maria Jaskowak, OP
Traducido
al español por el P. José Vidal Floriach
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