El convento de Villamayor de Santiago (Cuenca) se quedó vacío después de
cinco siglos de presencia religiosa continuada. El convento de Nuestra Señora
de Gracia (Ávila), ocupado por las Madres Agustinas desde el año 1504 y que
albergó durante un año y medio a santa Teresa de Jesús, podría haber corrido la
misma suerte si no hubiera sido por una cesión de última hora.
El convento de Villamayor de
Santiago (Cuenca) llevaba habitado por monjas desde hace 500 años. En 2014, sus
últimas moradoras, las religiosas Franciscanas Hijas de la Misericordia, abandonaron el edificio debido a la falta de
vocaciones y a la avanzada edad de las religiosas, y se trasladaron a
una residencia en el vecino pueblo de Villanueva de Alcardete.
En 2017 los villamayorenses
decidieron pagar de su bolsillo la
reparación de la iglesia conventual e iniciaron una campaña para volver a traer
monjas a su convento. «Las echamos de menos», decían.
Pero, hasta el momento, el edificio sigue deshabitado. Ahora la historia se
repite, aunque con ligeras diferencias y final feliz.
500
AÑOS EN ÁVILA
Ávila. Las Madres Agustinas de
Santa María de Gracia han ocupado el monasterio de Nuestra Señora de Gracia desde el año 1504.
Desde su llegada, las religiosas
se convirtieron en uno de los epicentros
espirituales y educativos de la ciudad. Fueron muchas las familias que
mandaron internas a sus hijas al convento para que fueran educadas por las
monjas. Una de aquellas niñas sería la futura santa Teresa de Jesús, internada en 1531 durante al menos un año y
medio.
UNA
CESIÓN A TIEMPO
La presencia de las agustinas se
ha mantenido invariable durante cinco siglos hasta este martes, 22 de agosto de
2017. «En el convento solo quedábamos cinco monjas
y ya éramos muy mayores», ha explicado sor Teresa de Jesús Sánchez,
última abadesa del convento. Así que, las religiosas se vieron obligadas a marcharse a Talavera de la Reina, donde se
fusionaron con las Madres Agustinas de San Ildefonso.
El convento, al igual que el de
Villamayor de Santiago, amenazaba con quedarse vacío. Pero, «como podríamos temer, no queda cerrado», ha dicho el obispo
de Ávila, monseñor Jesús García Burillo. Y es que antes de que las agustinas lo
abandonaran, y para que en el convento continuara con la labor espiritual y
formativa que siempre ha tenido, las religiosas se lo decidieron ceder al Instituto Secular Cruzadas de Santa María,
una comunidad de laicas consagradas cuyo carisma está dedicado a la educación y
a la promoción de la juventud.
MISA
DE ACCIÓN DE GRACIAS
El prelado abulense ha
manifestado su «alegría» porque la función
educativa que se lleva ejerciendo durante 500 años en el convento «no desaparece. Todo lo contrario». Por eso, el
martes ofició una Misa de acción de
gracias «por el tiempo pasado, por esta
cesión, y porque el monasterio seguirá abierto».
En la Eucaristía también
estuvieron presentes las nuevas moradoras, que aprovecharon la ocasión para
agradecer «la cesión a las agustinas y al obispo
por dar el visto bueno», dijo Lydia Jiménez, directora general del
Instituto Secular Cruzadas de Santa María. «Nos
hemos cargo de este monasterio, que en lo sucesivo estará dedicado por supuesto
a la oración, pero también y fundamentalmente a la educación y a la promoción de la juventud, que es nuestro
carisma», añadió.
José
Calderero @jcalderero
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