ROMA, 16 Ago. 17 / 01:14 pm (ACI).- En febrero de
este año se conoció que el Papa Francisco escribió el prólogo
de un libro en el que pidió perdón por la “monstruosidad”
de los abusos sexuales perpetrados por algunos sacerdotes en la Iglesia, una noticia que
ha vuelto a circular estos días por la publicación del texto en alemán.
El Papa Francisco escribió el prólogo del libro “Lo
perdono, padre”, escrito en francés por Daniel Pittet, a quien conoció
en 2015, víctima de abusos sexuales cometidos por el sacerdote Joël Allaz.
Pittet, de 57 años y padre de seis hijos, sufrió abusos sexuales entre
1968 y 1972, cuando tenía entre 9 y 13 años. En total, Allaz habría abusado de
alrededor de 24 menores entre 1958 y 1995 en Suiza y Francia.
En noviembre de 2016, Daniel Pittet entrevistó a su abusador. A
pesar del sufrimiento por los abusos, este padre de familia se ha mantenido
firme en la fe católica.
En el prólogo, publicado íntegramente en español el 13 de febrero de 2017 por Vatican
Insider, el Papa Francisco cuestionó: “¿Cómo
puede un sacerdote, al servicio de Cristo y de su Iglesia, llegar a provocar
tanto mal? ¿Cómo puede haber consagrado su vida para conducir a los niños a Dios, y
acabar, en cambio, devorándolos en eso que he llamado ‘un sacrificio diabólico’, que destruye tanto a la víctima como la
vida de la Iglesia?”.
“Algunas víctimas han llegado hasta el suicidio.
Estos muertos pesan en mi corazón, en mi conciencia y en la de toda la Iglesia.
A sus familias ofrezco mis sentimientos de amor y de dolor y, humildemente,
pido perdón”.
El abuso sexual, recordó Francisco, “se
trata de una monstruosidad absoluta, de
un pecado horrendo, radicalmente en contra de todo lo que Cristo nos
enseña”.
El Santo Padre destacó además que “hemos
declarado que es nuestro debe dar prueba de severidad extrema con los
sacerdotes que traicionan su misión, y con su jerarquía, obispos o cardenales, que los
hubieran protegido, como ya ha sucedido en el pasado”.
El Papa indicó que “en la desgracia, Daniel
Pittet pudo encontrar también otra cara de la Iglesia, y esto le permitió no perder la esperanza en los hombres ni en
Dios”.
“Nos cuenta también de la fuerza de la oración que
nunca abandonó, y que lo consoló en las horas más oscuras”, dijo.
Daniel, señaló el Papa, “decidió de
encontrar a su agresor cuarenta años después, y ver en los ojos de ese hombre
que lo hirió en lo profundo del alma. Y le tendió la mano”.
El Papa expresó su gratitud a Daniel “porque
los testimonios como el suyo derriban
el muro del silencio que sofocaba los escándalos y los sufrimientos,
arrojan luz sobre una terrible zona de sombra en la vida de la Iglesia”.
“Rezo por Daniel y por todos aquellos que, como él,
han sido heridos en su inocencia, que Dios los vuelva a levantar y los cure, y
que nos dé a todos nosotros su perdón y su misericordia”, concluyó el Pontífice.
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